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NO ESPERES DEMASIADO DEL FIN DEL MUNDO

¡Trabajad, malditos!

Puede que lo mejor que pueda decirse de No esperes demasiado del fin del mundo (Radu Jude, 2023) sea lo difícil, o directamente imposible, que resulta enjuiciarla desde una única perspectiva. Está situada en la Rumanía de hoy, pero refleja lo que ocurre en otros tantos lugares de una Europa repleta de aparentes contradicciones políticas, sociales, económicas que quizás ya solo lo sean para una parte importante de la población. Su apuesta audiovisual dibuja de hecho un estado de confusión muy similar que tal vez solo lo sea para una parte de sus espectadores.

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Jude muestra la jornada laboral de la lenguaraz Angela (Ilinca Manolache) intercalándola con la trama y el metraje de Angela merge mai departé (Lucian Bratu, 1982), pero donde la Ángela del título del filme de 1982, interpretada por la actriz Dorina Lazar, se ganaba la vida como taxista, la de No esperes demasiado del fin del mundo lo hace como precaria ayudante de producción y chica-para-todo del mundo del audiovisual con una identidad digital como el instagramer misántropo Bobita. Y su búsqueda del protagonista ideal para un video corporativo de seguridad laboral encargado por una empresa que, por su parte, incumple por completo dicha normativa, se verá convertida en el macguffin de esta última película del director y guionista de la irregular y celebrada Un polvo desafortunado o porno loco (2021), con la que comparte algunos elementos en común.

Y es que rizando el rizo No esperes demasiado del fin del mundo es también un filme que irrita y divierte sin solución de continuidad, que se alimenta de variopintos formatos y soportes audiovisuales, saltando del color al blanco y negro y cuya sobredimensionada duración de largometraje de casi tres horas podría ser aún mayor dado lo que explica, o funcionar como colección de cortometrajes streaming. Su desarrollo y sus recursos narrativos a veces parecen fruto de un impulso meditado, otras, de puro capricho, sin que ninguna de las dos opciones garantice de entrada un resultado más o menos estimulante…

La película parece tan orgullosa de su precariedad y, al menos en apariencia, aleatoriedad, que la jornada laboral que describe es, de hecho, lo único que constituye su estructura hasta el punto en que, en su ausencia, todos sus elementos dramáticos y narrativos se desparramarían en la nada más rampante. Cine laboral por fortuna socarrón en tiempos de precariedad neoliberal absoluta, empieza y termina con la jornada de la protagonista, durante la que se visibiliza con lucidez la lógica de un mundo que ya solo existe para trabajar a través de las relaciones personales que se dan como parte de un contrato económico, y de espacios depauperados por deslocalizados desde lo físico y lo digital, que han dejado de habitarse para convertirse en no-lugares en los que, como Angela por su periplo laboral, solo se transita como rehén de un poder que ni siquiera está allí ni deja decidir o hacer nada de lo que los dota de sentido.

Ni siquiera el tiempo sirve ya para otra cosa que no sea inculcar un permanente sentido de urgencia justificado por la rentabilidad, descoyuntado del espacio físico gracias a las tecnologías de la comunicación que hacen absurdo un desplazamiento como el de Ángela al volante y a los cementerios en escaparates y rutas para riders que más pronto que tarde darán paso a la construcción de mansiones para los particulares que puedan pagarlas.

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Haciendo honor a su título, No esperes demasiado del fin del mundo, el viaje de la protagonista parece causa y consecuencia de un contexto socioeconómico apocalíptico capaz de generar una cultura que ha vaciado de importancia su capacidad de destrucción. Nada importa a sus apáticos personajes, aunque tras los contornos de esa abulia se perfila un inquietante retrato: Angela se consume en quejas sobre la sociedad que la rodea sin nunca rebelarse contra ella más allá de ejercer un espurio derecho a la pataleta, o de convertirse, a base de filtro de dispositivo móvil, en Bobita, al parecer un trasunto digital del ultraderechista Andrew Tate que utiliza para vomitar su bilis sobre las redes y así ganar un puñado de seguidores, haciendo bandera de los llamados perdedores del sistema socioeconómico y creativo, gracias a la intervención del hoy casi olvidado director Uwe Boll, quien muy significativamente se convierte en el único cineasta de una película llena de creadores de contenidos audiovisuales.

Como un eco de las referencias al ultraderechista presidente de Hungría, Víctor Orbán o de las soflamas misóginas de Bobita o sus opiniones sobre la guerra de Ucrania, todas ellas revestidas de una supuesta lucha por la libertad de expresión más espectacularizada que personal, resulta harto curioso el juego de espejos que Jude ofrece al espectador colocando no pocos fragmentos editados de Angela merge mai departé como un huevo de la serpiente del machismo permanente que acusan muchos de los hombres y mujeres que aparecen en la película. Sobre todo porque, lejos de quedarse ahí, la Rumanía democrática vendida al mercado descrita en No esperes demasiado del fin del mundo resulta menos humana que la de las pobladas imágenes del filme de 1982 situado durante el régimen dictatorial comunista de Nicolae Ceausescu.

Muy reforzado por el que los fragmentos de Ángela merge main departé y los misóginos videos de Bobita sean en color, como si fueran dos partes conectadas de un mismo y fantasmal espacio donde la verdad puede expresarse sin ambages, y el plano de realidad laboral de la protagonista de No esperes demasiado del fin del mundo sea en blanco y negro, el diálogo entre estos tres polos narrativos dibuja una secuencia final cansina en su apuesta por un larguísimo plano fijo pero demoledora en la lucidez de su retrato sobre la actualidad social y audiovisual y el modo en el que ambas se trenzan entre sí y con sus respectivos pasados. Pero tal vez, por lo abierto de su final, debería leerse desde otra perspectiva que implique que esta la de Jude no es una película sobre el fin del mundo, lo que probablemente a algunos les consolaría pensar, si no del fin del mundo tal y cómo lo conocemos.

No esperes demasiado del fin del mundo (Nu astepta prea mult de la sfârsitul lumii, Rumanía, Croacia, Francia y Luxemburgo, 2023)

Dirección y guion: Radu Jude / Producción: Ada Solomon, Adrian Sitaru, Adrien Chef, Paul Tihltges, Serge Lalolu, Claire Dornoy y Ankica Jurictilic para 4 Proof Film, microFILM, Les Films d’Ici, Paul Thiltges Distributions, Kinorama, Flaneur Films, Bord Cadre Films, Sovereign Films / Dirección de fotografía: Marius Panduru / Montaje: Câtâlin Cristutiu / Intérpretes: Ilinca Manolache, Ovidiu Pîrsan, Nina Hoss, Dorina Lazar, Katia Pascariu.

2 comentarios en «NO ESPERES DEMASIADO DEL FIN DEL MUNDO»

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