ANORA
Una comedia de divorcio
Cuando Stanley Cavell elaboró su teoría sobre las comedias de rematrimonio, aquellas de los años 30 y 40 que permitían a los enamorados volver a reencontrarse habiendo madurado y enfrentándose a nuevos problemas en un contexto social y económico repleto de dificultades, nos decía que el segundo romance es aquel en el que crecemos. Anora –la película que le ha valido a Sean Baker su primera Palma de Oro en Cannes– es una comedia anclada en el divorcio como crisis histórica, social y económica. En un momento de inestabilidad, Baker encarna en Ani, diminutivo de Anora (Mickey Madison), las emociones más inestables sobre el futuro, y la inseguridad y vulnerabilidad en torno al amor y el dinero.
De gran cercanía estética a Showgirls (Paul Verhoeven, 1995), sin mojarse en el ámbito de lo camp, Baker mantiene su interés en aquellos temas sociales que le han caracterizado: la explotación del cuerpo sexuado y laboral. Anora establece un lazo temático con Tangerine (2015), pero no estético. Los suburbios neoyorquinos donde residen los ciudadanos rusos ya no son capturados con un iphone y, de hecho, quizás Anora –a diferencia de sus trabajos anteriores– nota la ausencia de un gancho visual, resultando fría y plana en su fotografía. No obstante, Backer siempre ha estado preocupado por cómo grabar a sus sujetos. En Take Out (2004) la constante sucesión de primeros planos se convertían en símbolo de la frenética vida del trabajador precario. En Tangerine oponía el cuerpo trans explotado contra la urbe hostil, amarillenta y laberíntica. Y en Anora, con un solo plano inicial, un travelling lateral que atraviesa los cubículos donde las chicas desnudas bailan sobre sus clientes deteniéndose en el cuerpo de Ani, señala otra vez esa fetichización del cuerpo anónimo, de la imagen sin rostro, del sexo como capital, pero también abre la puerta a la historia de esas otras chicas que dejamos atrás. La historia de Anora es una historia colectiva en torno a la confusión que existe sobre la sexualidad y el trabajo. Por esa razón, cuando Ivan (Mark Eydelshteyn) le ofrece pagarle a Ani para que pase una semana exclusivamente con él, la identidad de Anora se divide: sigue siendo una prostituta, pero también es novia. Baker brilla en sus películas por ofrecer un retrato de esos espacios grises de la identidad y hacerlo desde una lente siempre humanizadora. Así, confronta el cine más moral al evitar encasillar a Anora en una identidad que la define. Anora lo es todo, es todas.
Durante la mayor parte de la película se rinde a la comedia slapstick, al cuerpo que corretea, huye, se contonea y lucha recordando de forma inevitable a las comedias de los años 30 y 40 como Historias de Filadelfia (George Cukor, 1944), Sucedió una noche (Frank Capra, 1934) o Las tres noches de Eva (Preston Sturges, 1944). Incluso generaespacios para la incomodidad, como la posición en la que Igor (Yura Borisov) sujeta a Anora contra el sofá. Baker navega también esos espacios conflictivos entre el humor y la violencia. Pero, como se adelantaba al inicio, el divorcio es lo que propicia el conflicto de la película. El casamiento, capturado de forma brillante, colorida y con una cámara fluida que los sigue como si se tratara de una fantasía solo posible en Las Vegas, deja paso a la soledad del desamor y el divorcio. Planos sostenidos, fríos, descoloridos capturan el aislamiento de Anora en la frialdad de los suburbios del sur de Brooklyn. No hay posibilidad de rematrimonio, ni de reenamoramiento. Baker es consciente de que Anora (y todas) habita un mundo en recesión social, poco optimista, cansado de pensar que el amor lo puede todo, que podemos crecer y madurar de forma individual para hacer frente a los obstáculos sociales y económicos que nos lanzan o enfrentarnos a los estratos de poder. Y ese pesimismo Baker lo resume y encapsula en aquel plano final, otra vez permitiéndose cruzar la ambigüedad sosteniendo la cámara en una vulnerable Anora, pero también dejando ver el cuidado real humano: una persona que, ante su llanto, solo puede abrazarla. Anora supone otro eslabón más en la carrera de cine social extremadamente estilizado de Baker, que recorre la fina línea de emociones complejas, ambiguas e inestables, pero ante todo es un recordatorio difícil de que el amor no nos salva.
Anora (Sean Baker, EE.UU, 2024)
Dirección: Sean Baker / Guion: Sean Baker / Producción: Alex Coco, Sean Baker, Samantha Quan / Fotografía: Drew Daniels / Interpretación: Mickey Madison, Mark Eydelshteyn, Karren Karagulian