Estrenos

¿ESTAMOS SOLOS?

No soy leyenda

Si un pequeño pueblo estadounidense, enigmáticamente asolado, se pinta en tonos grises, planos aéreos, calles vacías y envuelto de música inquietante, se da a entender que algo no va bien en el lugar. Que a la vez los planos detalle vayan retrasando la presentación frontal (y a cara descubierta) del personaje principal, inmerso en ese escenario de desolación, genera además una expectación añadida por conocer la identidad del mismo. La combinación de información sin duda lleva a pensar que lo que ocurre en la población está relacionado con el misterioso protagonista y su actividad. Así inicia Reed Morano su suspense bañado de clichés formales y temáticos en ¿Estamos solos? (2018) con los que construye una delgada reflexión sobre la importancia de la memoria personal y colectiva.

Dos opciones tras sobrevivir al exterminio generalizado: documentar el pasado o intentar olvidar ¿En qué cimentar el mañana, si es que lo hay? Los protagonistas del segundo largometraje de Morano eligen conservar el dolor que supone mirar atrás. Peter Dinklage interpreta al bibliotecario del apocalipsis: un hombre que extiende su trabajo de registro, clasificación y expurgo de los libros de la biblioteca local (en la que vive tras superar la desconocida tragedia que le aisló) a los recuerdos de todas las casas de la vecindad.  Frío y metódico, Dinklage recorre las blancas viviendas unifamiliares limpiando de muertos y caos su contenido. El encuentro inesperado con Elle Fanning pone en escena la dificultad de la creación de relaciones de confianza, el uso de la música inquietante parece anunciar la llegada de un blockbuster de terror que nunca llega y los fragmentos mudos coquetean con un estilo intimista que queda sin explorar en profundidad.

Luego están los tópicos subvertidos a 360 grados, es decir devueltos a su lugar de origen, que ¿Estamos solos? utiliza sin conseguir con ello llegar a ningún lugar identificable. En la esencia del personaje de Dinklage sigue viviendo aquella bibliotecaria mayor y huraña que pide silencio en Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940). También el bibliotecario de Reed Morano en el fondo comparte el espíritu triste que lucía esa soltera compañera de profesión en la que se hubiera convertido Donna Reed en ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946) si James Stewart hubiera decidido suicidarse. En medio de un entorno al estilo The Walking Dead (Frank Darabont, Angela Kang, 2010 – ), Dinklage sigue representando el mismo estereotipo de extravagancia, complejos, resignación y soledad con el que se vestía tanto a aquellos personajes femeninos del cine clásico como al, por ejemplo, monstruoso bibliotecario de Blade (1998) de Stephen Norrington (otro intento de darle la vuelta al mismo cliché de la bibliotecaria que, como el de Morano, acabó describiéndolo igual a pesar de cambiar de sexo y emplear un aspecto físico opuesto al convencional). Lo mismo ocurre con Elle Fanning. Su personaje queda en el esqueleto de una joven con encanto y problemas mil veces llevada a la gran pantalla que adolece de perfil superficial. Morano no aporta verdadero peso psicológico a su personaje femenino pero, en cambio, no se olvida de los giros de guión o los ganchos para aportar dinamismo (la aparición del perro) que también distraen sin aportar.

La fugacidad de decisiones interesantes y la reiteración de recursos que ni siquiera resultan efectistas hacen que el film siga perdiendo fuerza. El conjunto termina siendo un catálogo de caminos por tomar, un resumen de posibilidades diluidas.  El plano secuencia que sigue a un cadáver envuelto en una colcha mientras es arrastrado sobre la tierra no produce el impacto que Morano parece reconocerle (dada la duración que le otorga), el expresivo y potente rostro de frustración reflejado en el llanto frontal de Elle Fanning no tiene continuidad en el resto del metraje… Todo el film, que parte de un planteamiento al estilo Soy Leyenda (Francis Lawrence, 2007) y que supuso para muchos una de las decepciones de Sitges 2018, se convierte un periodo de espera a una resolución acompañada de justificación artística. Cuando aquella finalmente llega, pese a ser reflexiva, plástica y tener algo que decir, se queda tan sumamente corta que no puede echarse a la espalda todo lo visto hasta entonces en el film.

Morano incumple en parte incluso la que parecía la primera de sus premisas: omitir cualquier detalle sobre cómo los personajes superaron el trance apocalíptico, lo cual hace que la propuesta que parecía defender “solo importa la carretera que tenemos por delante y no de dónde venimos” incluso se cuestione a sí misma. Al final el patchwork cinematográfico de ¿Estamos solos? compone demasiados minutos estériles de un vocacional ensayo filosófico sin filosofía.


¿Estamos solos? (I Think We’re Alone Now, Estados Unidos, 93 minutos)

Dirección: Reed Morano / Guion: Mike Makowsky / Producción: Fred Berger, Peter Dinklage, Brian Kavanaugh-Jones, Fernando Loureiro, Mike Makowsky, Roberto Vasconcellos / Música: Adam Taylor / Fotografía: Reed Morano / Montaje: Madeleine Gavin / Diseño de producción: Kelly McGehee / Reparto: Peter Dinklage, Elle Fanning, Charlotte Gainsbourg y Paul Giamatti

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.