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MAQUIA, UNA HISTORIA DE AMOR INMORTAL

Las madres no lloran

Maquia, una historia de amor inmortal ha ganado el premio al Mejor Largometraje en la Sección Fantàstic Discovery del Festival de cine fantástico de Sitges 2018 y es la ópera prima de Mari Okada como directora. La famosa guionista comenzó su carrera en la serie True Tears (Junji Nishimura, 2008) producida por P.A Works, el mismo estudio de animación que produce Maquia. Su reconocimiento profesional llegó con la serie Anohana (Tatsuyuki Nagai, 2011) en la que se alzó con el premio al mejor guion en el Festival Kobe Awards Animation. Okada también realizó el guion del largometraje El himno del corazón (Tatsuyuki Nagai, 2015).

En Maquia, Mari Okada aparca el arduo trabajo de guionista y se centra en la dirección de esta historia, en la que unos seres inmortales llamados lorphs (caracterizados por largas cabelleras rubias y ojos color rojo) viven plácidamente tejiendo unas telas llamadas Hibiol. A través de estas telas los lorphs narran las vidas humanas con los hilos horizontales y el día a día con los hilos verticales. Maquia es una joven lorph huérfana que a pesar de gozar de la compañía de su mejor amiga Leila y otros habitantes, se siente sola constantemente. De pronto, los soldados del reino Mezarte invaden su ciudad natal con el objetivo de conseguir la juventud eterna. Cuando la conquista ha terminado, Maquia encuentra a una madre humana sin vida aferrada a su bebé. Pese a la juventud e inocencia de la chica, esta adopta al niño y lo bautiza como Ariel. A partir de este momento, la película se convierte en un debate sobre la relación maternofilial trazada entre estos dos personajes. El principal factor que juega en contra de este vínculo es el tiempo (Ariel crece progresivamente y Maquia permanece siendo adolescente). Por esta razón el film tiene un gran discurso sobre el miedo a la muerte, la soledad y la pérdida de los seres queridos. Además la madurez de ambos merma esta relación, haciendo que a medida que Ariel crece, el papel que le correspondía a cada uno empiece a alterarse. Es entonces cuando el significado de la palabra madre cobra sentido y comprendemos que cuidar a alguien alberga una connotación tan altruista e incondicional que no importa que ese vínculo no esté unido por lazos de sangre. La indecisión de los personajes se recalca con planos detalle de sus manos acariciándose levemente y las diferencias de opinión nos muestran un encuadre donde un personaje está situado en la penumbra frente a otro que se encuentra iluminado.

La animación resulta llamativa, vivaz y combina el 3D cuidadosamente. La estética del film contiene una influencia muy occidental, ya que los reinos están ambientados en la Edad Media, combinando de manera perspicaz un mundo rudo de tabernas con embutidos colgados del techo, con un mundo fantástico lleno de dragones que vuelan por el cielo. La composición de Kenji Kawai nos envuelve en un universo celestial casi litúrgico, liderado por la interpretación de un arpa acompañada de coros femeninos. En definitiva, una mezcla de elementos ilustrativos, sonoros y argumentales que se alinean en consonancia para crear una intensa historia de amor infinito.


Maquia, una historia de amor inmortal (Sayonara no Asa ni Yakusoku no Hana wo Kazarou, Japón, 2018) 

Dirección: Mari Okada / Guion: Satoshi Namiki / Producción: Naoko Endo, Kenji Horikawa, Hirohisa Kikuchi, Tomomi Kyotani, Nobuhiro Takenaka, /Composición: Kenji Kawai/ Director de sonido: Kazuhiro Wakabayashi / Diseño de personajes: Akihiko Yoshida / Dirección de animación: Toshiya Shinohara / Distribuidora: Bandai Visual Company / Dirección artística: Kazuki Higashiji / Arte conceptual: Tomoaki Okada / Reparto:  Miyu Irino, Yôko Hikasa, Hiroaki Hirata.

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