EL LAGO DEL GANSO SALVAJE

La senda del neón

Tras treinta convulsos años de reforma económica, en 2010 China fue nombrada por el Fondo Monetario Europeo y el Banco Mundial la segunda potencia económica más poderosa del mundo, justo detrás de Estados Unidos. La muerte del dictador comunista Mao Zedong en 1976 encaminó a la República Popular China a unas políticas aperturistas muy contrarias a los ideales establecidos en su particular Revolución Cultural. Con ellas llegaron cambios en el comercio, la industria y el trabajo. En resumidas cuentas, y hablando con franqueza, el capitalismo llegó a China. Esto supuso también un revés en la mirada interior de los cineastas chinos, y se creó un nexo de unión temático y un interés por querer explorar nuevos conceptos como el choque entre la tradición y la modernidad o la cada vez más elevada desigualdad social en la población. En esta ola de Nuevo Cine Chino han surgido títulos destacables entre veteranos como Wang Xiaoshuai con Hasta siempre, hijo mío (2019), y entre primerizos como Gu Xiaogang con Dwelling in the Fuchun Mountains (2019). También tenemos a Diao Yinan, resurgidor de un nuevo cine negro nacional que con sus luces de neón y estilizado uso de la violencia se ha convertido en uno de los nombres a seguir después de estrenar la que es posiblemente su mejor película hasta la fecha, El lago del ganso salvaje (2019).

Diao Yinan abandona las características zonas industriales de Night Train (2007) y Black Coal, Thin Ice (2014) por las afueras de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, también conocida como “la provincia de los cien lagos”. Allí desarrolla un negro entramado que une los destinos de un capo del hampa local perseguido por la policía y a una joven del gremio de las “acompañantes de nado”, prostitutas habituales de las zonas costeras del lago del ganso salvaje. A través de sombras, fueras de campo y vertiginosas escenas de persecución, la sangre comienza a correr por la implacable vendetta policial y el juego de alianzas y traiciones entre los personajes protagónicos y antagónicos, que cambian de lealtades a placer.

El lago del ganso salvaje es una película que sigue sus propias normas y se desentiende de los tropos más habituales de los géneros a los que pertenece. Pese a que abraza el romanticismo propio del cine negro clásico, lo hace siempre desde el estilo Diao Yinan, donde la lujuria y el deseo carnal se anteponen en todo momento a una visión más idílica o incluso inocente de una relación amorosa canónica. La individualidad y la identidad son ideas que el cineasta ha venido persiguiendo desde su ópera prima, Uniform (2003). Personajes, a menudo solitarios, viudos, descastados o en apostasía, que acaban encontrando a alguien en una situación similar y exponen sus sentimientos a riesgo de no ser correspondidos. Una manera fascinante que tiene su director de plasmar un pesimismo del que nace, cual flor de loto blanca, un optimismo oportunista, el único al que puede permitir agarrarse alguien de clase obrera.

La senda de las luces amarillas lleva a Diao Yinan a lograr su película más elegante, compacta y sangrienta. Ese finísimo hilo narrativo, laberíntico y casi invisible queda salpicado de gore y casquería de corte y golpe tarantinesco, coreografiando muertes y asesinatos que desafían las leyes de la física a favor de la estilización más cercana a la serie B o al pastiche ochentero. Una satisfactoria muestra de la influencia del cine marca Shaw Brothers en los cineastas de la China contemporánea, que no olvidan a sus precursores aún con el neoliberalismo llamando a las puertas con un neónico ariete.

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El lago del ganso salvaje (Nan Fang Che Zhan De Ju Hui. China 2019)

Dirección: Diao Yinan / Guion: Diao Yinan / Producción:  Li Li y Yang Shen (para Grey Ray Films y Memento) / Fotografía: Dong Jingsong / Música: B6 /Reparto:  Gwei Lun-Mei, Hu Ge, Liao Fan, Regina Wan, Zeng Meihuizi, Qi Dao y Huang Jue