LA INESPERADA 2021 – SECCIÓN CUADECUC
Del pasado presente: Diarios de construcción
“Una larga historia de resistencias corre el peligro de ser borrada. Nos rodean algunas huellas, unos pocos restos, viejas materias que permanecen entre nosotros. Podemos ir a su encuentro, pasearnos entre las piedras y preguntarles si son ellas las guardianas de la memoria…». Con este texto comienza Una revuelta sin imágenes (Pilar Monsell, 2020), una de las siete películas que conforman la Sección Cuadecuc de la primera edición del Festival de Cine La Inesperada, encuentro sobre el cine de no ficción que recoge filmes de autores locales e internacionales inéditos en Cataluña, así como algunos estrenos a nivel nacional. Lo más interesante de la sección, conformada por seis cortometrajes y un largometraje, es el hilo temático que la teje y que en estas palabras del filme de Monsell queda perfectamente resumido. Un viaje a través de la memoria, del presente construido por las huellas del pasado, que tienen su principal razón de ser en las marcas y la erosión del tiempo, ya sean estas la orografía de un lugar (Pedra Pàtria), las costumbres de un entorno (Homenatge a Judes), los diarios personales (Correspondencia y Elena Universo) o las ruinas de un pasado borrado (y un gato de porcelana, Una revuelta sin imágenes y Eyes/Eyes/Eyes/Eyes).
Esas «huellas de viejas materias», en este caso representadas a través de los restos que permanecen en pie del Pósito de la Corredera de Córdoba, son el fantasma a través del cual comunicarnos con el pasado desde nuestro lugar presente. En esas paredes derrumbadas, en sus rincones envejecidos, encontramos el peso de la historia que no podemos contemplar. Ruinas que actúan como «guardianas de la memoria». A través de una serie de paneos, Pilar Monsell intenta encontrar la forma de revelar una historia oculta de la que aquellas rocas han sido cómplices. Justo el mismo proceso que encontramos en y un gato de porcelana (2020), donde la cineasta Juana Robles viaja al encuentro de la violencia y consecuencias de la Guerra Civil Española a través de las ruinas de Belchite y Corbera de Ebro, testigos silenciosos de la devastación. Mediante una filmación en blanco y negro, con una cámara Super 8, las imágenes lúgubres y fantasmales consiguen sacar a la luz los sufrimientos enterrados entre aquellas paredes y calles destruidas. También el sonido, una especie de conjunción de lamentos psicofónicos, ayuda a la creación de este propósito. Una cinta de terror que en menos de cinco minutos, y con un planteamiento bien sencillo, consigue aunar el pasado y el presente, la historia y las sensaciones/representaciones que de ella quedan.
De estas representaciones, de una manera más conceptual, es de lo que viene a hablarnos también Una revuelta sin imágenes. Más allá de aquellas ruinas, nada ha quedado sobre “El motín del pan”, un levantamiento iniciado por mujeres en 1652 tras la epidemia de peste que asoló Córdoba. De esta manera, sacando a relucir la patriarcal construcción de la historia, Monsell decide plantar su cámara fuera del pósito y centrarlo en varios rostros de mujeres del presente que observan rostros del pasado: cuadros de aquellos tiempos que representaban retratos femeninos, muy alejados de la realidad sufrida, y en cuyo encuentro se intentan destapar las verdades borradas. Verdades que también se ocultan en las imágenes de Elena Universo (Marga Almirall, 2020), retrato de una mujer de clase media-alta, en los años 60, atrapada por sus deseos y por lo que la sociedad esperaba de ella. A partir de las imágenes rodadas por su exmarido con una cámara Super 8, Almirall propone un diálogo entre el color que aparentaban las filmaciones y el dolor que exhala el rostro de su protagonista, revelado con más ahínco a través del diario de terapia que ella, Elena Rull Mur, elaboró junto a su psicóloga. Mediante una voz en off que vaga entre repeticiones y un montaje catatónico (repetición de imágenes, fragmentos cortados, alteraciones del pensamiento de la propia narración sonora) Elena universo plantea una revelación también oculta sobre aquellas mujeres destruidas por la mirada histórica masculina.
Pero no son las únicas destrucciones que hallamos en este recorrido. A partir de ellas también arma su discurso la más experimental de las propuestas de la Sección Cuadecuc: Eyes/Eyes/Eyes/Eyes (Albert García-Alzórriz, 2020). A través del mito de Prometeo escrito por Franz Kafka, el cineasta plantea una relectura de los ídolos caídos. Según el mito, Prometeo fue amarrado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos de los dioses, los cuales enviaron águilas a devorar su hígado, hasta que poco a poco fue fundiéndose en la roca, debido al dolor, dando así paso al olvido y al posterior aburrimiento de su «historia absurda». Palabras que Kafka expresa en cuatro leyendas que García-Alzorriz expone directamente a través de unos subtítulos. «Solo permaneció el inexplicable peñasco. La leyenda pretende descifrar lo indescifrable. Como surgida de una verdad, tiene que remontarse a lo indescifrable». Con esta frase termina el relato de Kafka y con ella conjuga Eyes/Eyes/Eyes/Eyes su discurso, una extraña y cíclica observación de un archivo de conservación donde se encuentran los fragmentos y rocas que formaban parte de estatuas destruidas. De nuevo pedazos de memoria que esconden tras de sí secretos de la guerra, conflictos civiles que dan muerte a los distintos Prometeos que se alzaban en monumentos históricos. Mediante un contrastado blanco y negro, las repeticiones (como en Elena Universo) componen una idea central que se revela con el paso a color del final y la salida de la cámara al exterior: los temblores que suceden en aquel archivo de conservación, como bombardeos de guerra que destruyen las rocas, están condenados a repetirse. ¿Qué será de lo que ahora mismo se levanta en nuestros alrededores más cercanos?
Unos lugares que siempre hablan mucho de lo que fuimos, somos y seremos, como consigue plasmar Macià Florit Campins en su ópera prima Pedra Pàtria (2019), único largometraje de esta sección «Cuadecuc». Ahondando en un estudio personal a través de imágenes rodadas en su entorno familiar y privado, el cineasta menorquín reflexiona sobre el poder de la tierra y la construcción personal a través de las costumbres y materias de nuestro lugar de origen. Un documental sobre el «yo» que a pesar de ensimismarse en ocasiones en un estudio egocentrista algo subrayado –«hago esta película para encontrarme a mí mismo»– consigue romper ciertas obviedades y elaborar un discurso de lo más interesante a través de los paisajes menorquines y los diferentes tipos de rocas que conforman la isla: roca negra, roca roja, roca gris y roca blanca. Una mirada ancestral a la naturaleza, a aquello de lo que estamos hechos, que se traduce aquí en las imágenes familiares (aquello de lo que también está hecho el director) y una observación de los aspectos rurales, las costumbres y las festividades de las que el cineasta huyó hace tiempo y de las que su hermano ha tomado el relevo en la unidad familiar. Del mismo modo que las rocas construyen la isla, la película construye la identidad de sus personajes: con cambios a lo largo de la historia que no son si no el conjunto de unos procesos de evolución diferentes.
Gran parte de esa evolución, edificada en las costumbres locales que Macià Florit Campins ve desde un aspecto más externo que su hermano (quizá porque «el que graba busca y el que es grabado vive») son también el punto de encuentro de una obra tan extraña y desconcertante que se pudo ver en la Sección «Cuadecuc»: como Homenatge a Judes (Manel Raga, 2020). La tradición bíblica y religiosa de las raíces culturales españolas son la base de esta vuelta del cineasta al pueblo natal de sus abuelos, en busca también de aquellos cimientos que construyen nuestro ser como personas y como sociedad. Mediante la evocación de un humor algo amargo, Raga busca con su cámara los motivos culturales de los cuales procede su familia (los campos de olivos de la campiña catalana, el poder de la iglesia, el besapiés de los niños y las ancianas) a la vez que los replantea con sus propios motivos personales (la representación de la ficción, la grabación del homenaje a Judas, la filmación pactada del discurso de ese habitante del pueblo). Todo ello, eso sí, con un dispositivo algo confuso: una utilización del blanco y negro que parece devenir más de los problemas técnicos y de presupuesto, que de una razón de peso. Aunque hay evocación de un pasado, aquí lo importante es el presente al que Manel Raga vuelve, a diferencia de las visiones fantasmales del blanco y negro de y un gato de porcelana y Eyes/Eyes/Eyes/Eyes, dos títulares simulares de esta Sección «Cuadecuc».
Por eso, con tanto pasado a las espaldas, es interesante terminar hablando de la notable Correspondencia (2020) tejida entre Carla Simón y Dominga Sotomayor. A través de su familia, su infancia, su herencia o el papel de la maternidad en sus vidas, las cineastas revelan su mirada en el mundo y también la mirada en su cine. De nuevo como en un diario, al igual que en Elena Universo, Correspondencia rescata imágenes del pasado y las transforma en el presente. Dominga Sotomayor recoge filmaciones de sus abuelos y las filma en la actualidad, así como Carla Simón escarba en su pasado para revelarnos nuevas ideas de lo que ya contó en su magnífica ópera prima Verano 1993 (2016). Es, sin embargo, ese proceso de conformar la mirada, de mirar al pasado para entender el presente, donde el cortometraje eclosiona de manera perfecta en la idea que toda la Sección Cuadecuc sostiene en el festival La Inesperada. Un viaje que finaliza en las imágenes de Dominga Sotomayor sobre las revueltas del estallido social de Chile ocurrido entre 2019 y 2020. El presente de repente devora al pasado, al recuerdo, y se convierte en Historia. Y el cine, a su vez, en las rocas que servían como guardianas de la memoria. Imágenes que de algún modo ya son huellas, restos; viejas materias que permanecen entre nosotros. De nuevo situándonos ante una larga historia de resistencias que nos permite, esta vez a través del cine, recordarla, plasmarla y alejarla de ese eterno peligro de ser borrada.
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