CLOUD
Capturar el terror
Una vez más resulta complejo hablar de Kiyoshi Kurosawa, uno de los directores que de forma más prolífica ha alumbrado pensamientos sobre la imagen-terror del siglo XXI, particularmente en un año en el que ha estrenado tres películas. Cloud (2024) podría situarse como la más inasible de todas ellas y, al mismo tiempo, la más disidente de sus propuestas de los últimos años. Mientras que Serpent’s path (2024) aparece como un remake reducido y teatralizado de su obra homónima de 1998 -mucho más enrevesada y silenciosa en su planteamiento-, el mediometraje Chime (2024) abraza, a través de una cada vez más pulida abstracción formal, uno de los pilares fundamentales del cine del director japonés: el terror a lo invisible, a algo a lo que parece imposible enfrentarse.
En un sentido similar, Cloud parte de dos lugares recurrentes de la filmografía de Kurosawa que remiten a sus dos obras más imponentes: Cure (1997) y Pulse (2001). Por un lado, la inmensidad del mundo digital como ente fantasmal abstracto y origen de un desasosiego generacional, y por otro, el terror como experiencia existencial colectiva y la transferencia espiritual de este miedo de un individuo a otro. Con un título que parece introducirnos en esta idea de la deslocalización, Cloud muestra a Yoshii, un hombre que comienza a ganar dinero poco a poco a partir de un negocio fraudulento de reventa online. La habitual predilección del director por los movimientos de cámara como generadores del terror se manifiesta especialmente en el primer acto de la película cuando, por medio de un paneo, conecta la pantalla -llena de artículos vendidos y, por tanto, clientes estafados- con el codicioso rostro del protagonista. Este enfrentamiento visual inicial se transformará, poco a poco, en una conversación desequilibrada construida a través de planos y contraplanos, donde la relación sujeto-objeto va adquiriendo tintes cada vez más obsesivos conforme Yoshii se enriquece.
Así, el personaje abandona Tokio y su empleo tradicional en una cadena de montaje para establecer su sede de trabajo telemático en un lugar alejado cerca de su pueblo natal. Yoshii se esconde detrás de un nombre de usuario (‘Ratel’) que parece proteger su propia identidad, mientras se deja llevar por la maquinaria capitalista y confía en que su responsabilidad quede atenuada por la aparente distancia moral indeterminada del mercado digital. No obstante, en lo que podría anticiparse como un terreno fructífero para que el director ejecutase otro análisis de las relaciones humanas y el fantasma virtual, Kurosawa abandona el camino de la abstracción y opta por conducir el relato en su tercer acto hacia un thriller de choque físico entre personajes.
Esta nube de la que nace el título de la película y que en cierto momento cubre con su sombra la casa de Yoshiii, se condensa finalmente en un confuso tiroteo en un hangar en el que el protagonista debe confrontar a los individuos que ha estafado y ahora le persiguen a él y a su devoto ayudante. Poseído en primera instancia por la ambición, el personaje asiste ahora al intercambio de golpes entre bandos casi como un espectador más, guiado únicamente por su propia supervivencia. Kurosawa filma la vorágine del clímax narrativo otorgando un nuevo poso de desconcierto e irrealidad a sus imágenes que, no obstante, agrandan lentamente en su interior esa nube fatalista que asola el mundo. Finalmente, Yoshii se ve inmerso en una huida hacia un futuro incierto, momento en que el plano se va cerrando sobre él y la luz abandona el encuadre poco a poco mientras pronuncia: “O sea, que así es como se entra en el infierno…”. Como en cada una de sus obras, el director japonés consigue hacer emerger en el último plano ese angst incapturable que puebla sus películas e invade irremediablemente a quien mira la pantalla, concluyendo así otro relato igualmente hermético, deshumanizado y fascinante.
Cloud (Cloud, Japón, 2024)
Dirección: Kiyoshi Kurosawa / Guion: Kiyoshi Kurosawa / Producción: Yumi Arakawa, Yuki Nishimiya, Nobuhiro Iizuka / Fotografía: Yasuyuki Sasaki / Música: Takuma Watanabe / Montaje: Kôichi Takahashi / Interpretación: Masaki Suda, Kotone Furukawa, Daiken Okudaira, Amane Okayama, Yoshiyoshi Arakawa
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