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THE BEAR T3

                                                                                                  Fieramente humanos 

The Bear T3 (Christopher Storer, 2024) se presenta como una comedia que se desarrolla en un microcosmos laboral muy concreto. Algo ya conocido en el mundo de la televisión cuya historia está repleta de series que se desenvuelven en hospitales, comisarías de policías o despachos de abogados. Hace poco hablábamos en estas mismas páginas de la temporada 2 de Blue LIghts (Lawn y Patterson, 2024). La peculiaridad de The Bear es que transcurre en el mundo de la alta cocina, aquella que compite por los máximos galardones gastronómicos. Al igual que las series que se desarrollan en el ambiente de las orquestas de música clásica (Mozart in the jungleRoman Coppola, Jason Schwartzman y Alex Timbers, 2014), este enfoque plantea nuevos temas que en The Bear están presentes desde el primer momento, especialmente la cuestión del liderazgo. No es casualidad que uno de los primeros diálogos de la serie en su temporada 2 gire sobre el propósito, en otras palabras, los objetivos y proyectos de los protagonistas. De hecho, la serie se puede plantear como un ejercicio para estudiantes de un máster de gestión empresarial. Palabras como excelencia, comunicación, formación, trabajo en equipo, enfoque, gestión de cobros y pagos o gestión de recursos humanos están presentes a lo largo de todos sus episodios.

Sobre el restaurante de Carmy (Jeremy Allen White) acecha su cierre por los malos resultados económicos, la pésima gestión de personal y el conflicto entre liderazgos incompatibles. Una lección en toda regla de mala praxis empresarial. Todo queda pendiente de una crítica. Nunca una crítica (gastronómica) había sido tan importante.

     

Antes que nada, hay que deshacer varios equívocos. The Bear tiene muy poco de comedia, aunque así lo traten los Premios Emmy y los Globos de Oro. Hay en su desarrollo mucho más de sociodrama. Tampoco lo más interesante es su descripción del mundo de la alta cocina -los anhelos de los chefs, la devoción con que preparan y presentan los nuevos platos o los problemas que plantean la organización del trabajo-, aunque ciertamente suscite curiosidades, resulte atractivo para el público y aporte ritmo al conjunto.

De hecho, los mejores capítulos de la serie poco tienen que ver con la comedia: el episodio 4 de la temporada 2 (Honeydew) donde Marcus (Lionel Boyce) va a formarse como repostero a un restaurante de Copenhague o el 7 de la misma temporada (Forks) donde Richie (Ebon Moss-Bachrach) acude para formarse como jefe de sala también a otro restaurante de alto standing en el mismo Chicago. Es raro que las series de tv presten atención a la formación de adultos (ocupados) y lo hagan con tanto mimo y sutileza. Ambos capítulos terminan con algo que es una de las esencias de la serie: una conversación en el corazón de la cocina entre dos personas que hablan de cosas muy personales e íntimas, rodeados de un silencio respetuoso. No hay música diegética ni extradiegética, incluso en esas cocinas generalmente tan bulliciosas, ellos están solos, no se oyen ni ruidos, ni gritos, solo el eco del corazón de dos personajes que están confesando sus emociones.

En otro orden de cosas, hay dos capítulos que tampoco giran alrededor de los fogones y que figuran también entre los mejores de la serie. El episodio 6 de la temporada 3 (Napkins), donde Tina (Liza Colón-Zaya) se ha quedado en desempleo con 46 años y es rechazada allá donde va. Mucha experiencia, poca titulación, le dicen. La desesperación de esta mujer, que solo es un número bajo las frías estadísticas del desempleo, y su miedo a un futuro más que incierto está tratado con mucha dignidad y autenticidad, el personaje es un innegable torrente de humanidad. Que este capítulo dé voz a Michael Berzatto (Jon Bernthal), el hermano difunto detonante de la historia de The Bear, cobra mucho sentido y es una buena solución dramática.

Hay otros dos episodios que también figuran entre lo mejor de la serie y que no se desarrollan en las cocinas de estos restaurantes. La cena de Navidad de los Berzatto (episodio 6 de la T2) donde hay momentos para la discusión, la emoción, el sentimentalismo, el cariño, los reproches y las peleas, y bastante exceso en la interpretación de Jamie Lee Curtis como Donna Berzatto. Serán muchos los espectadores que se han visto reflejados en esas cenas navideñas que, a pesar de todas sus vicisitudes, se siguen celebrando recurrentemente año tras año. También el episodio 8 (Ice Chips) de la T3 figura entre lo más destacado de la serie.  La conversación y encuentro entre madre e hija antes del parto de esta segunda roza momentos de gran intensidad emocional y aquí Jamie Lee Curtis está más conmovedora.

En resumen, estamos muy lejos del ámbito de la comedia. Los guionistas de la serie lo reconocen cuando uno de los personajes pregunta a un fotógrafo profesional qué lente está usando y el diálogo, ahora sí de comedia fina, transcurre como sigue:

  • ¿Eres fotógrafo?
  • No, director
  • ¿Qué género?
  • Fiestas de cumpleaños

La serie tiene la virtud de arriesgar. El episodio 1 de la T3 es un buen ejemplo. Un episodio prácticamente sin diálogos, donde como un puzle se presentan muchos momentos que dan cuerpo a los personajes de la historia y algunas de cuyas claves se desvelan en el último episodio de la temporada. La estructura otra vez articulando la trama. Precisamente este es otro de los valores de la serie: dar voz y espacio a muchos personajes, esos mismos que en estas series o películas clasificadas como corales suelen presentarse más como un tipo que como un personaje dramático. Importa la trastienda humana de los personajes, más allá de su faceta profesional.

La serie no es audaz formalmente, pero tiene un punto de atrevimiento. Son muchos los ejemplos de esta vocación de ofrecer algo diferente. La combinación de momentos de intimidad con otros momentos de vorágine en las cocinas cuando se encuentran en pleno proceso de máximo trabajo. Los planos largos fijos de estas conversaciones contrastan con el montaje de planos cortos donde se muestra el estrés y la presión que se vive en estos restaurantes. La serie usa también como recurso los “leitmotiv” que puntúan y estructuran muchos episodios: cuando se nos presentan el trabajo del restaurante al ritmo de la palabra ¡doors¡ o cuando el personaje de Tina cumple todas las mañanas, antes de ir a buscar trabajo, con la rutina de apagar el despertador, ducharse (con la imagen recurrente del chorro de la ducha) o cepillarse los dientes dando ritmo y sentido al episodio. Un personaje luchador que no se rinde, aunque se desespera.

Las series de cocineros de alto standing se están poniendo de moda. Boiling Point (Phillip Barantini, 2023), un estreno británico reciente, se ajusta bastante bien a los mismos parámetros de estilo y de temas que The Bear. La frescura de la serie que nos ocupa se encuentra en que es capaz de tratar asuntos profundamente humanos en un tono que combina la sonrisa, pero también el dolor, el amor, la muerte, el miedo, las dudas, el rencor y los traumas familiares y, para contar todo esto, despliega soluciones formales diferentes de manera que el espectador tenga la sensación de haber vivido esas mismas emociones. The Bear no es una comedia, tampoco en última instancia es una serie sobre la alta cocina, es una serie naturalista con rasgos modernistas que refleja temores y deseos que sentimos como propios.

                                                                                                                                   The Bear, T3 (Estados Unidos, 2024)

Creador: Christopher Storer/ Producción: FX ProductionsSuper Frog/ DistribuidoraFX NetworkHuluReparto:  Jeremy Allen White, Ayo Edebiri, Ebon Moss-Bachrach, Abby Elliott, Lionel Boyce, Liza Colón-Zayas, Edwin Lee Gibson, Matty Matheson, Oliver Platt, Molly Gordon, Jamie Lee Curtis, Bob Odenkirk

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