FILMADRID 2018: FOCO TONINO DE BERNARDI
Breve introducción al cine de Tonino de Bernardi, la joya oculta del cine italiano.
Nota: Aquí puedes leer nuestra entrevista con Tonino de Bernardi.
Sin ningún tipo de educación académica cinematográfica, a finales de los años 60, en pleno apogeo underground, un modesto profesor de lengua y literatura italiano decidió que la mejor manera de dejar hablar a su alma debía de ser el cine. Así comenzó la larga trayectoria cinematográfica, hasta ahora desconocida en España, del que probablemente sea la joya oculta del cine italiano.
Con una producción que se aleja de los trabajos mainstream o del “cinema ufficiale”, como él mismo lo denomina, Tonino De Bernardi (Chivasso, 1937), perteneciente a una familia humilde, destaca por sus obras realizadas junto a sus amigos, su mujer, sus hijas –“cinema della povertà”-, y por la colaboración con la televisión Italiana, RAI, con la que comenzó a trabajar tras su película experimental Donne: un trabajo realizado en 8mm y que sobrepasa las 12 horas de duración. Sus obras, sin un acabado cinematográfico tradicional o convencional, se nutren especialmente de la música –realizó su tesis doctoral sobre la figura de Igor Stravinsky–, de las tragedias griegas, de la fiel representación de la mujer… Pero su mayor obsesión siempre ha sido y será la inclasificable actriz francesa Isabelle Huppert. Tras su primera colaboración en Appassionate (1999), Tonino De Bernardi no ha parado de escribir y adaptar guiones para ella; sin embargo, por diversas circunstancias nunca se ha podido repetir la experiencia, aunque el empeño del italiano no haya cesado en ningún momento.
Ahora, Filmadrid le ha querido rendir homenaje al organizar el primer foco internacional sobre su obra en donde ocho de sus películas más significativas se han podido ver exclusivamente a lo largo del festival madrileño.
El pase inaugural de la retrospectiva ha acogido los tres cortometrajes con los que De Bernardi lanzó su carrera cinematográfica: Il vaso etrusco (1967), Bestiario (1967-68) e Il sogno di Costantino (1968), proyectados bajo el título de La favolosa storia. El director italiano, sin embargo, ha declarado no estar de acuerdo con esta denominación puesto que considera un insulto reducirlas a “películas pequeñas”. Para él son “obras”, y relaciona este concepto con la libertad, opere en italiano. Las tres piezas son una fiel representación del De Bernardi más joven, de sus experimentaciones underground con las que llegó a sumergirse en la contra-cultura italiana a finales de la década de los sesenta. Rodadas en 8 mm -y ante las limitaciones económicas de registrarlo con sonido, que fue incluido a posteriori– las obras del italiano se relacionan, sobre todo, a través de la centralidad de la figura humana, de su cuerpo y de su exposición. El erotismo del cuerpo humano le sirve al director para representar la muerte, los sueños, las alucinaciones, los rituales, la propia vida… La pantalla se divide en dos, en tres e incluso en cuatro fracciones. No solo las imágenes se sobreponen y se interconectan, sino que también lo hace la música (y el eterno silencio con el que empieza Il sogno di Costantino ), la voz en off, los actores y los colores. Pero más allá de la experiencia experimental propuesta, el mismo Tonino da la clave para entender La favolosa storia: la inexistencia de la propia historia. Solo enfrentándose de esta manera se disfruta de las tres piezas; y es que, por consideración del autor piamontés, tanto la primera como la última se proyectan sin subtítulos, con la sencilla intención de entorpecer el visionado, de ahondar en la incomprensión de esas historias sin historia.
Y tras la breve inserción en el underground, la sesión inicial del foco cambia de registro para ofrecer Elettra (1987) e intentar crear un diálogo entre el Tonino De Bernardi inicial y el posterior, con un cine totalmente personal pero más cercano al narrativo en donde se detecta la influencia del maestro portugués Manoel de Oliveira. 20 años separan las obras experimentales de esta primera colaboración del italiano y la televisión. Poco a poco, dejándose ver en los círculos de exhibición más normalizados, con la financiación de RAI regional del Piamonte, Elettra es la adaptación homónima del texto de Sófocles, y la que abre el abanico de una larga filmografía dedicada a la tragedia griega. Para la ocasión, los mismos habitantes del pueblo Casalborgone (localidad en donde vive el realizador, situada en la provincia de Turín), quienes no abandonan sus labores y pasatiempos diarios, recitan los diálogos del escritor griego. Con la fuerza de los lugareños, de los actores no profesionales, se intenta indagar en sus rostros no contaminados por la actuación, puesto que cada uno de esos rostros tiene una historia propia que contar. Con Elettra, De Bernardi consigue que la tragedia sea una metáfora de la Italia de la segunda mitad del siglo XX, en donde se reivindica la progresiva destrucción del medio rural, de la tierra. Y, para personificarlo, tres mujeres de distinta edad que viven en diferentes circunstancias asumen el rol de la protagonista.
Tras otro salto de 20 años, y siguiendo la línea marcada por Elettra, el foco organizado por Filmadrid concluyó con Ifigenia in Aulide (2017), la que hasta ahora es la última producción del director, presentada en el Festival de Róterdam. En esta película, la tragedia griega se mezcla de manera cruda con la realidad, con la actualidad. Mientras los textos de Eurípides son leídos literalmente con el mismo guion que sostienen los intérpretes en la mano, se intercalan imágenes de la vida cotidiana del pueblo costero Amarynthos (Grecia) y el de los refugiados procedentes de África en embarcaciones inimaginables. De esta manera, De Bernardi crea un filme que dirige la mirada a los desfavorecidos, a las vidas marginales. Es una obra de urgencia, así lo ha declarado su director; por eso, lo documental entra directamente en la ficción, la realidad entra en el mito. Y aquí nace la relación con su tercer largometraje en el que la tragedia griega vuelve a ser la base de su obra: Médée Miracle.
Realizado en 2007, y con Isabelle Huppert a la cabeza, una vez más Tonino De Bernardi se centra en reformular otro de los mitos más universales de la historia de la humanidad, el de Medea, adaptándolo a la edad contemporánea. El filme da la vuelta al mito, dejando que al final suceda un “milagro laico”. En contraposición a la historia original, Tonino ve importantísimo remarcar que su Medea empieza a vivir realmente a partir de que la película se termina. Busca y consigue que su personaje sea una representación de la mujer actual, de su viaje hacia la libertad. La acción, que sucede en Paris, tiene como protagonista a Irene, (interpretada por la mítica actriz francesa), una inmigrante y cantante rumana, pero junto a ella aparecen muchísimos más personajes femeninos, mujeres unidas por la fuerza y la lucha contra el entorno opresor que las quiere condenar. Isabelle Huppert, que ya había interpretado a Medea anteriormente en el teatro, es el alma indiscutible de Médée Miracle y realiza una de las actuaciones más libres de su filmografía. Al no tener dinero para poder pagar a la actriz, De Bernardi consiguió llegar a un trato con la francesa: ella actuaría gratis y a cambio le regalaría el filme montado, puesto que pensaba que ella podría valerse de su nombre para distribuir mejor la película.
Es sabido que la mujer es la figura central en la mayoría de las obras del director piamontés, pero cabe destacar el singular homenaje que éste le concede en LEI (2002) no solo a Carla Bottino, sino también a la primera taxista de la ciudad de Turín, a su propia hija embarazada -Giulietta De Bernardi-, a la actriz Laia Forte o a la directora Teresa Villaverde –que en la Sección Oficial del festival compite con O Termómetro de Galileu (2017), filme rodado con el propio Tonino y con su mujer Mariella Navale en Casalborgone, su actual residencia en el medio rural-. Pero LEI no es una película de mujeres, es una obra sobre los personajes femeninos, sobre su universo. De nuevo, la realidad y la ficción se entremezclan, los actores profesionales y los que no lo son interactúan, cada uno representando su mundo interior, y durante la obra también se hacen referencias a la Cleopatra de Shakespeare y a Andrómaca, de Eurípides. El filme comienza en Sao Paulo (Brasil) y termina en Roma, pasando por Turín y sus alrededores, mientras que la música (por un lado la que está iinterpretada directamente en la obra, y por otro, la extradiegética) acompañan constantemente a las protagonistas.
Es esa música la protagonista absoluta de Appasionate (1999). El filme rodado en torno a la canción napolitana nace exclusivamente de esas canciones que el cineasta escuchaba de pequeño y que son reproducidas ininterrumpidamente en todo el metraje. Incluso la construcción de los personajes se basa en las mismas melodías populares. Y para ello, la ciudad entera participa en la película puesto que el cineasta decide no interrumpir la vida cotidiana. Nápoles son los napolitanos, los turistas, los comerciantes, los marineros… por eso la gente ajena al rodaje no es apartada, saluda a la cámara, se ríe, interactúa con los intérpretes, crea círculos alrededor de ellos. Además, la maquinaria de De Bernardi es totalmente visible: los micrófonos, los raíles de las cámaras, el equipo técnico… nada se esconde, todo parece ser fruto de la improvisación puesto que solamente así se puede ver la verdad del filme, la realidad de la ciudad. Sin los habitantes no hay película. Por eso, Appasionate es una carta de amor a Nápoles, a sus calles, al mar, al puerto, a su distinguida cultura y, obviamente, a sus canciones. Por otra parte, la fe –que para el director es el amor- se mezcla con las distintas historias, siempre alrededor de las mujeres, que se desarrollan en la obra: la pasión amorosa, la violencia y la culpa, la vida, la muerte, el nacimiento… Es por eso que la Madonna, la Virgen, personificada por la actriz Ines de Medeiros tiene tanta presencia en el metraje. Una Madonna, por cierto, portuguesa, porque ¿es realmente importante que hable en luso y no en italiano como los demás actores? ¿Acaso importa la lengua si en realidad tampoco hablaba en italiano?
Para finalizar, pero sin salir de la ciudad de Nápoles, Filmadrid ha programado en una sesión doble junto a la anteriormente mencionada Appassionate la película Rosatigre (2000), filme que cuenta la historia de un travesti llamado Antonello-Rosatigre. Realizado con una producción bastante más modesta que la precedente, la película nace a partir del propio actor que da vida al personaje, Filippo Timi. Una vez más el director italiano se centra en el ser humano marginado y, para ello, no parte de un guion completamente cerrado, sino que deja que las situaciones fluyan, se desarrollen ellas solas. Así, en el apasionante viaje que Antonello realiza desde Turín a Nápoles, la búsqueda del sentido, la mezcla entre realidad y ficción… son conceptos que que destacan especialmente en la obra. Tampoco falta la mención a Roberto Rossellini y a su polémica película Stromboli, tierra de Dios (Stromboli, Terra di Dio, 1950), obra por la que Tonino De Bernardi siente gran admiración, puesto que el viaje del protagonista de Rosatigre perfectamente se podría comparar con el que realiza la espiritual Ingrid Bergman.
Pingback: Entrevista a Tonino de Bernardi (Filmadrid 2018) - Revista Mutaciones