SÁCAME DE DUDAS
¡Cuándo el pasado hace Boom!
Sácame de dudas es una comedia francesa que hace del drama el motor de las afecciones lúdicas. Nada nuevo. Reconocer en los problemas ajenos nuestras propias miserias y esbozar una sonrisa o, disparar, nerviosa, una carcajada al aire. Carine Tardieu arma su película sin mayores pretensiones que esas, elaborar una feel good movie con la que dejarse llevar, y, sencillamente, disfrutar del paisaje que recorremos todos los días pero sin la rutinaria necesidad de prestar atención a la carretera. Alejada de otras comedias galas de éxito como Bienvenidos al norte (Dany Boon, 2008) o Intocable (Olivier Nakache y Eric Toledano, 2011), en donde los personajes se vuelven arquetípicos a la primera de cambio y el humor necesita parecer desatado, Sácame de dudas ofrenda, sin sobresaltos formales, una llana placidez a la mirada. Humanamente conciliadora, esta historia consigue hacer converger, con cierto buenismo, la tragedia y la comedia con una naturalidad pasmosa. Tardieu junto a Michel Leclerc y Raphäele Moussafir al guión hacen de la comprensión un estado vital para la consecución de la felicidad.
La directora francesa emplea una trama llena de ecos y resonancias entre las vidas de sus personajes. Todos están solos, y todos, al mismo tiempo, esconden secretos que se acaban revelando. Como en una comedia de enredo, Carine Tardieu acumula situaciones familiares de base realista en escenarios cotidianos. Una puesta en escena como de andar por casa propone el fácil reconocimiento entre espectador y ficción. Y el detonante que mueve la película es la revelación de una verdad enterrada, muy en consonancia con el oficio de nuestro protagonista. Erwan Gourmelon (François Damiens), un desactivador de explosivos de 45 años descubre que su padre (Guy Marchand), tras unas pruebas médicas, no es su verdadero padre biológico. En plena crisis de identidad pone en manos de una detective privada (Brigitte Roüan) la búsqueda de su progenitor. De esta manera se genera un retrato modelo de familias fracturadas, lío amoroso mediante con la elegante y equilibrada Cécile de France, en donde la supuesta casualidad de los acontecimientos juega a favor del entretenimiento. Erwan no solo halla admiración en el padre que encuentra (André Wilms), sino que además lucha por descubrir quién es el padre de su futura nieta. Juliette Gourmelon (Alice de Lencquesaing) es su hija, una trabajadora social capaz de encargarse de la vida de los demás, pero con serias dificultades para enfrentar la suya propia y con miedos a descubrir la identidad del responsable de su embarazo.
La suave manera con que Tardieu tamiza este filme se puede percibir en la cuidada dirección de actores. El grupo sobre el que pone la mirada goza de equilibrio al no ceder comportamientos excesivos o excéntricos más allá de las piruetas con que se suceden los acontecimientos. Bien es cierto, que el tamiz se ve afectado en algunas ocasiones por una banda sonora que subraya sobremanera determinadas escenas, tal vez, en una forzada búsqueda de emoción ante una pieza apacible, pero con poco gancho.
Sácame de dudas (Ôtez-moi d’un doute, Francia, 2017)
Dirección: Carine Tardieu / Guión: Michel Leclerc, Raphaël Moussafir, Carine Tardieu / Producción: Fabrice Goldstein, Nadia, Khamlichi, Adrian Politowski, Antoine Rein, Beata Saboova / Diseño de producción: Isabelle Pannetier / Música: Eric Slabiak / Montaje: Christel Dewynter / Fotografía: Pierre Cottereau / Reparto: François Damiens, Cécile de France, Guy Marchand, André Wilms, Alice de Lencquesaing, Estéban.