EstrenosSitges 2024

A DIFFERENT MAN

Perro come perro

A different man. Revista Mutaciones - 1

Cada vez que A24 anuncia el lanzamiento de una obra bajo su sello, hay un revuelo generalizado en la comunidad cinéfila, una expectación desmesurada. Y nos atrevemos a sostener que ese alboroto, que nace en determinados foros en las cloacas de Internet, está totalmente justificado. Con la noticia del advenimiento de un nuevo artefacto explosivo auspiciado por A24, uno se pregunta qué es lo próximo que le espera desfilando por la pantalla: ¿una locura del tipo Dream Scenario (2023), con un Nicolas Cage convertido en amenaza recurrente fruto de los delirios de la población?, ¿un luminoso y deslumbrante trabajo perpetrado por una primeriza sobre los borrosos recuerdos infantiles basados en las vivencias de una relación paterno-filial? o ¿un neo-noir alucinado, glamuroso y confuso ambientado en el lujoso barrio angelino de Silver Lake? A24 se ha instalado por derecho propio en el trono preferente de gran parte de los actores de cine independiente. Sin duda, algo habrán visto los integrantes del estudio, por mínimo que sea, cuando, sin rodeos, se embarcan financieramente en un atrevimiento como A different man, más si cabe teniendo en cuenta que su realizador, Aaron Schimberg, es un absoluto desconocido para la mayoría del público occidental. Pues parece que, por enésima vez, la jugada les ha salido redonda a tenor de las alabanzas y los premios cosechados hasta el momento.

Para situarlo en el radar, Schimberg proviene de la escena underground del cine estadounidense, concretamente de Nueva York, otro motivo más que plausible por el que podría haber conectado directamente con los socios de A24. Tanto Go down for death (2013), su casi invisible ópera prima, como Chained for life (2018), una cinta que rezumaba metatextualidad hasta la médula, tienen mucho de mumblecore, ese movimiento perteneciente a la serie B en digital que nos trajo alegrías como Funny Ha Ha (2002) de Andrew Bujalski o Frances Ha (2012) de Noah Baumbach. Volviendo a Chained for life, es necesario reivindicar que nos encontramos ante la precuela espiritual de A different man, la que prefigura sus líneas argumentales, por infinitas razones. Primero de todo, ambas obras están protagonizadas por ese portento de la actuación llamado Adam Pearson -recordado por su personaje junto a Scarlett Johansson en la enigmática Under the skin (2013)-. Por otro lado, en las dos se utiliza el espacio escénico -del rodaje de una película, ensayos teatrales-, y lo que se mueve entre bambalinas, como excusa para diluir la separación entre realidad y ficción. Tanto Chained for life como A different man subvierten los géneros -del melodrama, del terror, de la comedia, del thriller- con el objetivo de reflexionar sobre los fundamentos cinematográficos. Asimismo, las dos películas desafían los modelos normativos de belleza en la sociedad contemporánea de una manera original, bordeando el surrealismo, y, con respecto a lo anterior, cuestiona las expectativas que construimos de una identidad a través de la apariencia física. Con todo, dejan un poso en el espectador de absoluta extrañeza, una sensación que oscila entre la amargura y el regocijo.

A different man. Revista Mutaciones - 2

Partiendo de estos términos, ¿de qué trata o cuál es la historia que se esconde detrás de A different man? Edward –Sebastian Stan, galardonado en Berlín- es un actor de segunda aquejado de neurofibromatosis quien, cansado de no tener oportunidades, hastiado de su aspecto y de las burlas que provoca, decide someterse a una revolucionaria intervención quirúrgica de alto riesgo que le garantiza una transformación facial radical. Como desprendiéndose de un mal sueño, como el recuerdo lejano de una pesadilla kafkiana, Edward despierta en la clínica con otra cara diferente, totalmente reconstruida, la de un atractivo hombre de mediana edad. Caminando por la calle, se topa con el cartel de un casting para una representación teatral. Cuando accede al interior de la sala, descubre que la dramaturgia corre a cargo de Ingrid -rol asignado a la noruega Renate Reinsve, actriz que saltó la fama por La peor persona del mundo (2021)-, una antigua vecina de la que estaba enamorado en secreto y cuya obra versa sobre su propio Yo en pretérito. Es entonces cuando hace su aparición Oswald -encarnado por el camaleónico Adam Pearson-, un inglés con el rostro desfigurado que atesora una personalidad arrolladora. A partir de ese instante, con independencia de su mutación, Edward sucumbe a una espiral de pesimismo en la que contempla incrédulo, corroído por la angustia, cómo Oswald, gracias a su carisma, le arrebata lo que más codicia: a Ingrid y el papel para el que pensaba que había nacido.

Con semejante material, lo fácil hubiera sido caer en lo burdo, en un retrato simplista o, todo lo contrario, grotesco e irrisorio. Sin embargo, si algo define a A different man es su contención, sutileza y elegancia, allí donde el gesto excesivo y la pirotecnia visual no tienen cabida. En su lugar, el film hace acopio de una puesta en escena comedida, sin grandes alardes, y unos diálogos ácidos, despojados de la retórica habitual. Así, el efecto, parejo a la hipnosis, sumerge al espectador en un mundo onírico, de fingida normalidad, que nos resulta terriblemente familiar. Y, como una especie de penitencia autoimpuesta, uno asiste al desmoronamiento anímico gradual del protagonista: del infierno inicial al reconocimiento -que se fragua con la conquista de sus dos objetos de deseo, la chica y el éxito profesional-, pasando por una etapa intermedia de obsesión, hasta cerrar el círculo, otra vez, con el vacío existencialista -previa rehabilitación en la cárcel-. Sin embargo, Edward nunca llega a ser consciente de que la desdicha, a pesar de su profunda metamorfosis, viene motivada por un carácter taciturno, introvertido y lleno de inseguridades, cuando, precisamente, el espejo en el que reflejarse para sacar la mejor versión de sí mismo siempre fue Oswald. Visto así, no sería erróneo examinar A different man como una suerte de dark fairy-tale moderna,  ambientada en el Nueva York sobrio de Vania en la calle 42 (1994), pero sin la caligrafía ni las urdimbres propias del fantástico. Una obra de múltiples aristas que, en cambio, se nutre de elementos de nuestra cotidianidad, distintivos del drama clásico o de la comedia vernácula.    

A different man. Revista Mutaciones - 3

Como adelantábamos en la crónica relativa al Festival de Sitges, A different man es un cuento macabro repleto de paradojas, una maravillosa rareza que reivindica la diversidad como antídoto contra la hipocresía. Para ello, Schimberg, sabedor de que su creación es en sí una celebración de lo heterogéneo, conjura sin rubor una miscelánea de referencias: se inspira en Los Simpsons -en particular en un capítulo, titulado “Pigmoelion”, en el que Moe Szyslak, el tabernero del pueblo, decide hacerse una cirugía estética para pulir su fisonomía y, como consecuencia, acaba encabezando el elenco de una soap opera-; en Charlie Kauffman -expresamente en la estructura poliédrica, a modo de matrioshka, de la excelsa Synecdoche, Nueva York (2008)-; en Woody Allen -con el agudo análisis de las relaciones humanas que planteaba el maestro en las incisivas Otra mujer (1988), Delitos y faltas (1989) o Maridos y mujeres (1992), entre otras-; en Todd Solondz -similar a ese humor tan negro que destila Bienvenidos a la casa de muñecas (1995) o Happiness (1998)-; en el John Merrick de El hombre elefante (1980); y, por qué no, en los culebrones más casposos de la televisión americana -con ese triángulo amoroso tan extravagante compuesto por Edward, Ingrid y Oswald-. Pero lo verdaderamente relevante, y ese es el quid de la cuestión, reside en el hecho de que, con sólo tres películas, Schimberg haya sido capaz de articular un universo con un estilo tan personal, donde lo cáustico y lo sobrio convergen sin que la narración se resienta. Atrás quedan el artificio y la pose. En otras palabras, estamos delante de un ejercicio mayúsculo, de una lucidez extrema, que, de puro incómodo, consigue el difícil cometido de exponernos sin ambages frente a nuestros prejuicios, miedos y miserias. Sencillamente demoledor.


A different man (Estados Unidos, 2024)

Dirección: Aaron Schimberg / Guión: Aaron Schimberg / Producción: Pamela Koffler, Gabriel Mayers, Vanessa McDonnell, Jason Reif, Aaron Schimberg, Sebastian Stan, Christine Vachon / Fotografía: Wyatt Garfield / Montaje: Taylor Levy / Música: Umberto Smerilli / Interpretación: Sebastian Stan, Renate Reinsve, Adam Pearson, Lawrence Arancio, Neal Davidson, Christopher Spurrier, Owen Kline, Marc Geller, Billy Griffith, Eleanore Pienta, John Keating, Juney Smith, Trenton Hudson

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