DAYS (RIZI)
La nimiedad de las palabras
Days (Rizi, 2020) es el último largometraje del reputado director malayo-taiwanés Tsai Ming-liang. En él vuelve a poner la soledad de los individuos en el punto de mira, y lo hace, como es habitual, dilatando el concepto del tiempo. Presentado en la Berlinale y proyectado ahora en la Zabaltegi-Tabakalera del Festival de San Sebastián, con gran acogida por parte del público y de la crítica, ha sido una de las propuestas más valientes de la sección.
La arriesgada película de Tsai Ming-liang supone un punto de inflexión en su trayectoria y se otea un posible nuevo rumbo en sus próximos trabajos. Marcaría la evolución a un cine aún más contemplativo, sin un trabajo previo de guion, y únicamente sustentado por la observación y la sensorialidad de su puesta en escena.
El film arranca con un plano que sitúa a Lee Kang-Sheng en el centro de la no-acción, sentado mirando la lluvia por la ventana. El reflejo de los árboles agitados por el chaparrón se proyecta en la ventana de la habitación. A su lado, una mesa y un vaso de agua. Aunque el agua abunde -en forma de lluvia incesante- el personaje sigue teniendo la necesidad de tener un vaso cerca, sigue teniendo sed. Según afirma Tsai Ming-liang (entrevista) el agua simboliza la descompensación a la que nos enfrentamos constantemente. El agua es aquello que a veces puede ser abundante pero no lo que deseamos, por lo que los personajes siguen tratando de beber, reflejando así su sed emocional.
Days muestra en paralelo la cotidianeidad de dos hombres solitarios que caminan por Taipéi siendo invisibles. Anong Houngheuangsy lava sus verduras -de nuevo la presencia del agua-, cocina y trabaja en un mercado; mientras que el otro, Lee Kang-sheng, acude a un curandero para tratarse sus dolores crónicos de cuello, presentes también en El río (1997). Dolores que padecen tanto el personaje como el actor. Y la cámara, como un ente imperturbable, nos muestra la agresiva terapia a la que se somete.
Con Days Tsai Ming-liang da un paso más hacia su personal cadencia y puesta en escena, y hace una película a camino entre la ficción y el documental. Intenta filmar con la mayor precisión el día a día real de estos hombres que ven cómo sus vacuas vidas confluyen en una habitación de hotel, como una bocanada de aire que toman para continuar con sus insignificantes existencias.
En esa habitación de hotel los dos personajes se encuentran. Entre ellos no sólo existe una distancia física, sino que, también sobrevuelan diferencias de clase y de edad. La distancia se quiebra cuando Anoung masajea a Kang. Lo hace con una suavidad y una confianza que rompe con la agresividad de su terapia y con la soledad que golpea a ambos. Una secuencia de 20 minutos que se convierte en uno de los momentos más sensoriales y tiernos del cine de Tsai Ming-liang. Una experiencia cinematográfica placentera e íntima filmada de forma orgánica: desde un mismo ángulo y con un plano amplio que termina cerrándose sobre la espalda de Kang. Con un movimiento de cámara casi imperceptible que nos hace olvidar la aparatosidad del cine, y lo convierte en una experiencia cercana a la realidad. Cumpliendo así Tsai Ming-liang con su propósito.
El poco dialogo que hay en la película no está subtitulado por indicaciones de director, porque la soledad, la alienación y el amor son conceptos abstractos que no pueden transmitirse mediante la palabra. Tsai Ming-liang nunca recurre a ello, por lo que sus personajes suelen pasar la mayor parte del tiempo en silencio, como si hubieran perdido la esperanza de que alguien los entendiera. En Days la desesperanza la transmiten las miradas de los personajes que, al menos una vez se sintieron bien, pero que miran aceptando la improbabilidad de que vuelva a ocurrir.
Rizi (Days), (Tsai Ming-liang, Taiwán, 2020)
Dirección: Tsai Ming-liang / Guion: Tsai Ming-liang / Fotografía: Chang Jhong-Yuan / Montaje: Chang Jhong Yuan / Producción: Homegreen Films, Arte, Public Television Service Taiwan /Reparto: Lee Kang-Sheng y Anong Houngheuangsy.
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