THE SWEET EAST
La odisea americana
La historia de Estados Unidos quizás sea la historia de una adolescente. The Sweet East (2023), ópera prima del director de fotografía Sean Price Williams (con guión del también debutante crítico Nick Pinkerton), recorre el conflicto más reciente de Estados Unidos, de los Proud Boys, white trash, aburguesados grupos “antifas” y paranoias conspiranoicas, pero también su historia fundacional –desde las Trece Colonias hasta el confederacionismo–. A Lillian (Talia Ryder) le dice Lawrence (Simon Rex) que a los europeos les encanta decir que Estados Unidos es un país joven, pero realmente no lo es. Como este, Lilian vivirá más de lo que parece cuando durante un viaje escolar a Washington D.C se separa de sus compañeros. A partir de ese momento recorre la Costa Este encontrándose con peculiares estereotipos ideológicos como si de una Alicia o Dorothy cualquiera se tratase. Pero a diferencia de los cuentos y las fábulas fantásticas en The Sweet East Lillian no tiene un hogar al que desee volver. El viaje del héroe de Lillian es una huida.
La naturaleza de la película la eleva como un collage atravesado por la referencialidad, gracias a su estructura episódica y a una confluencia de formatos y registros: desde la animación –solo una escena en la que se vislumbrar una cierta influencia de la ilustración de Robert Crumb–, el humor, el cine trash, incluso vanguardista y hasta el cine realista,. The Sweet East no deja de ser, como su protagonista, una película influenciable, una esponja que ha absorbido tendencias y discursos cinematográficos. Una película atravesada por un cine inconformista adolescente, pero también con una marcada línea de estilo de montajes, fundidos y superposiciones que la enmarcan en una tradición artística propia de los setenta –ya presentes en el trabajo de Price Williams como director de fotografía en su colaboración con los hermanos Safdie como Good Time (2017)– y que termina por recordar a Paris, Texas de Wenders (1982) en su exploración temporal del presente, el pasado y la memoria. El uso de un rugoso 16 mm, el vestuario y una banda sonora que retrotrae la película al siglo XIX completan su estilo onírico alimentando la duda de si todo lo que está viviendo Lillian es de hecho real.
La historia de un país cimentada en palimpsestos da lugar a una película realizada de la misma manera. Pero el exceso de autorreferencialidad e ironía también es proclive a hacer dudar de sus intenciones. No es una película equidistante en el que un hombre neo nazi atraido por una menor –interprtado por un atormentado y volátil Simon Rex que, pese a las similitudes con su personajes en Red Rocket (Sean Baker, 2021) sabe marcar las difrencias– está al mismo nivel moral que los bien intencionados pero soberbios cineastas Molly (Ayo Edebiri) y Matthew (Jeremy O. Harris), quienes encuentran en Lillian el rostro blanco de Estados Unidos, inocente y rabiosa a la vez. Todos los personajes de la película de Price Williams son criaturas caricaturizadas, no por completo humanos ni tampoco monstruos. Recreándose en ello, la película reconoce una de sus grandes bazas en la interpretación de sus actores, en sus gestos, movimientos y en unos rostros que la cámara estudia a través del primer plano intentando en vano acceder a su más profunda naturaleza. Su obtusidad es lo que los hace interesantes. Son manipuladores, víctimas y culpables. Toda una declaración de amor y odio a Estados Unidos, en la que bajo las capas de perversidad de sus personajes también hay espacio para la esperanza de que todo, como el cine, sea una farsa. The Sweet East no deja de ser un cuento como tantos otros.
The Sweet East (Estados Unidos, 2023)
Dirección: Sean Price Williams / Guion: Nick Pinkerton / Producción: Alex Ross Perry, Craig Butta, Alex Coco, Matthew Cochran, Daniel April / Fotografía: Sean Price Williams / Música: Paul Grimstad, Maiko Endo, Dean Hurley, Mark Morgan / Interpretación: Talia Ryder, Earl Cave, Simon Rex, Ayo Edebiri, Jacob Elordi
