AMERICAN HONEY
Una road movie sin destino
We found love in a hopeless place («encontramos el amor en un lugar sin esperanza») escuchamos cantar a Rihanna en una de las primeras escenas de American Honey (2016) Una verdadera declaración de intenciones de lo que nos deparan las casi tres horas siguientes de esta road movie sin destino, una película nómada. Rihanna nos ha hecho un resumen del argumento –dos jóvenes perdidos a los que la vida no les ha dado nada y entre los que surge el amor– y nos ha dado una muestra inicial del peso que la banda sonora tendrá en todo el metraje y de su frecuente uso como válvula de escape.
Para empezar, es extraño que una película tan profundamente americana como American Honey, una road movie ambientada en el sur de Norteamérica donde unos jóvenes buscan el manido sueño americano a ritmo de rap, pop o country, fuera rodada por la directora británica Andrea Arnold (alabada por la crítica por su obra Fish Tank (2009). Con tan sólo tres largometrajes en su haber, se palpa en Andrea Arnold a una autora con personalidad, estilo propio y un enorme talento para trasladar conflictos comunes al cine con asombroso realismo, ya que tanto los diálogos como los silencios de American Honey rezuman verdad. También hay que aplaudir al reparto, donde Sasha Lane debuta y convence con su interpretación de una chica de clase baja atada a una vida que ni desea ni le puede proporcionar ningún porvenir, y donde vemos a un sorprendente y muy creíble Shia Labeouf en un papel que le hace dar lo mejor de sí. La química que desprenden ambos, más el buen hacer de Riley Keough, son una de las bazas ganadoras de American Honey.
El retrato que American Honey da de la otra cara de la juventud norteamericana es tan desesperanzador como hipnótico. Arnold sumerge al espectador en el mundo de un grupo de jóvenes vendedores de revistas por suscripción a lo largo del medio oeste americano, un mundo tan mísero y precario como libre y salvaje. Nuestros personajes, como los pioneros americanos, se embarcan en un viaje por América con la pretensión de encontrar un futuro mejor, y van recogiendo todos los frutos posibles de los lugares por los que van pasando. Pero estamos en el siglo XXI y ya no hay lugar para los sueños imposibles, aquí el sueño americano está moribundo y solo la picaresca te hace superar el día a día. Lo que comienza como una aventura que puede cambiar la vida de la protagonista, Star, poco a poco se va encallando hasta entrar en un bucle del que no hay salida, y lo que al principio podía verse como una gran oportunidad para dar un giro a su vida, más tarde es solo otro medio de subsistir en el mundo hostil en que les ha tocado vivir.
Esa libertad de la que alardea el film también es aplicable a su realizadora. Arnold huye de la fórmula desarrollo, nudo y desenlace para representar el deambular nómada de sus protagonsitas. Tampoco se deja encorsetar por los parámetros del cine indie e imprime a su obra el ritmo adecuado a cada momento. Asume el riesgo de que la historia resulte reiterativa en paralelismo con la vida de los protagonistas, pero la película no se resiente de ello, sino que le otorga una personalidad que la refuerza. También es apreciable que sepa y se atreva a pausar en cierta momentos el ejercicio narrativo y, simplemente, deje a sus personajes respirar o, incluso desfogarse, a través de los numerosos temas musicales que podemos escuchar en la furgoneta en la que viajan.
A pesar de que se puede explorar American Honey desde muy diversos planos, su condición de película generacional es uno de sus mayores tesoros. Es una obra presa de su tiempo, un resultado lógico de la situación política actual estadounidense y la crisis económica. Una manera de reivindicar a aquellos jóvenes que el país de las oportunidades margina sin conceder la más mínima opción, donde el poder de identificación y el contexto social es esencial para poder disfrutarla de lleno. Como consecuencia de esto, la relación entre esta película y el público puede llegar a ser bastante compleja, debido a que estamos ante una obra que, como consecuencia de representar a una generación concreta en contenido y forma, pueda resultar excluyente para algunos espectadores.
Una relación generacional que la directora se esfuerza en todo momento por remarcar a través de la forma de actuar de los personajes, los diálogos y, sobre todo, la música, la cual convierte en la principal vara de medir de la realidad social. En el oeste ya no es tiempo de country, de aquella música nostálgica de amor hacia tu tierra, tus raíces, tu hogar. Ahora todo es desengaño, resentimiento y desapego, ahora es tiempo de rap.
American Honey (Reino Unido, EEUU, 2016)
Dirección: Andrea Arnold / Guion: Andrea Arnold / Producción: Thomas Benski, Lars Knudsen y Jay Van Hoy / Música: Clarence B. Hutchinson / Fotografía: Robbie Ryan / Montaje: Joe Bini / Reparto: Sasha Lane, Shia Labeouf, Riley Keough, McCaul Lombardi, Arielle Holmes, Crystal Ice, Veronica Ezell, Chad Cox, Garry Howell y Will Patton.
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