NUEVO ORDEN

Corrupción sistémica

Michel Franco producía en el 2019 Mano de obra (David Zonana, México), una película que articulaba un discurso sobre la relación entre el poder y la corrupción. Tras un accidente de obra en el que un obrero fallecía, la aseguradora conseguía eludir el pago de la indemnización correspondiente tras probar que el finado tenía alcohol en sangre. Su hermano, albañil de la misma cuadrilla, sospechaba que el empresario, patrón y propietario de la vivienda, había manipulado el informe para evitar el pago, con lo que decidía ocupar la vivienda y convencer al resto de compañeros para que se mudaran con él. Sin embargo, su plan cooperativo comenzaba a fisurarse cuando las envidias y desigualdades se hacían presentes en la nueva comunidad. De esta manera, Zonana establecía perfectamente un tren de causas y consecuencias que conducía la narración: el tráfico de influencias del empresario le permitía evitar el pago del seguro, lo que indignaba al hermano del muerto que ocupaba la vivienda.

En la puesta en escena de Mano de obra, influida por la visión hanekiana de Michel Franco, predominaban los planos fijos con ligeros movimiento de cámara, en los que se prescindía del primer plano para mantener una mirada puramente observacional. Lo imprevisible hacía aparición con la misma fuerza con la que ocurre en otros trabajos de Franco como Después de Lucía (México, 2012) y El último paciente: Chronic (México, 2015). Un conjunto de características que el director mexicano continúa respetando en su última película, Nuevo orden (México, 2020).

Durante la celebración de una boda en un barrio privado en Ciudad de México, estalla el caos en la capital. En pocos minutos, la casa es asediada, los asistentes a la celebración son amordazados e incluso ejecutados y la vivienda es saqueada. La estética de los invasores permite identificarlos con las clases sociales más humildes, más aún cuando en la entrada de la vivienda grafitean: “muerte a los ricos”. Así se desarrolla una trama que destruye cualquier estructura social y política para reconstruirla con otros líderes y poderes, y que, al igual que planteaba Zonana, le sirve a Franco para armar un diatriba sobre la corrupción y el poder. Por la vestimenta de los asaltantes y los lemas contra los ricos asumimos que la desmesurada violencia es debida a diferencias entre clases sociales, aunque no existe una explicación causal que lo sustente. ¿Qué nobles motivos llevan a usar la violencia de forma desproporcionada? ¿Tenemos que asumir que estos motivos están relacionados con las condiciones materiales de unas clases y otras? ¿O, pudiera ser que es injusto que unas clases acumulen y otras sobrevivan? ¿Nos encontramos ante una revolución social? Quizás este sea el mayor descuido (o acierto) de Nuevo orden, si en Mano de obra existía un tren de causas y consecuencias concreto e identificable, en la película de Franco tenemos que asumir un odio intrínseco entre clases sociales.

No obstante, Nuevo orden es una película con numerosos aciertos. Primeramente, la mirada de Franco no ostenta la morbosidad de otras ocasiones como en Después de Lucia. Esta vez es un mero espectador que no se recrea en la violencia. Por otro lado, las dos tramas posteriores que se desarrollan (la de la novia y la de los criados) se van entrecruzando para sostener poderosamente el clímax de la película. Franco se atreve con una obra magna, que mantiene la misma mirada que sostenía en el pasado, pero que en este caso se aleja de la contención y el silencio para mostrar un cine más trepidante y vigoroso.

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Nuevo orden (México, 2020)

Dirección: Michel Franco / Guion: Michel Franco / Reparto: Diego Boneta, Naian González Norvind, Mónica del Carmen, Fernando Cuautle, Darío Yazbek Bernal, Eligio Meléndez, Javier Sepulveda, Sebastian Silveti / Producción: Teorema, Les Films d’Ici / Fotografía: Yves Cape / Edición: Óscar Figueroa, Michel Franco