NICKEL BOYS
La mirada del otro
La población estadounidense ha experimentado multitud de experiencias abominables y tuteladas por el sombrío racismo. Los escritos, archivos, imágenes o testimonios son solo unas de las piezas que dan cuerpo a la experiencia afroamericana. Sin embargo, a pesar de la extensa documentación histórica que nos recuerda la vileza de una ideología basada en el racismo y la supremacía del hombre blanco, todavía son muchos los eventos, situaciones y vivencias personales que esperan ser contadas. Y así, se nos descubren un año tras otro. Por este motivo, las aportaciones culturales constituyen un complemento perfecto a nuestro legado histórico, pues proponen una visión, no únicamente histórica, sino también moral, ética, personal o comunitaria. En otras palabras, suponen otra vía de comunicación que aguarda la perspectiva de sobreponerse al paso del tiempo, bien para conocer cómo éramos, pero también cómo somos en el presente.
El escritor estadounidense Colson Whitehead demuestra ser un ejemplo del notorio alcance al que aspira una obra escrita como Nickel Boys (2019), una novela de ficción que parte de una historia real y enmarcada en un contexto sociohistórico específico. La trascendencia de sus páginas le valió el premio Pulitzer en 2020, cuyos jueces describieron como “una exploración sobria y devastadora del abuso en un reformatorio en la era de Jim Crow en Florida -leyes que promovieron la segregación racial- y que, en última instancia, es una poderosa historia de perseverancia humana, dignidad y redención». Desde luego, un desafiante punto de partida sobre el que el cineasta RaMell Ross, escribe y dirige la adaptación de su debut en el largometraje de ficción.
La película narra las vivencias de dos jóvenes afroamericanos que internan en un reformatorio de Florida, conocido como Nickel Academy -inspirada en el reformatorio real conocido como Dozier School y que se mantuvo activo desde 1900 hasta 2011-, donde sufrirán toda clase de vejaciones a causa de la política racista que vertebra a la propia institución. Cómo no, controlada por hombres blancos que creen hacer lo correcto por la integridad moral de la estimada nación norteamericana. Si bien la premisa resuena a propuestas cinematográficas previas que han abordado el abuso racial, Ross transforma el ojo de la cámara en una primera vista subjetiva que invita al espectador a mimetizarse en la propia experiencia de sus protagonistas.
El lenguaje emocional y cinematográfico de la película compone un atrevido juego de la mirada narrativa. Lejos de confrontar radicalmente una narración convencional, la fotografía de Jomo Fray compone una genuina y sensible plasticidad visual que nos aproxima a la mente y corazón de aquellos que resisten ante la amenaza, la violencia y la desesperanza racial. Además, este mismo recurso explota la fraternal conexión entre sus dos personajes principales, en cuyos encuentros, las miradas subjetivas de uno y otro crean una suerte de plano contra-plano, aparentemente, más convencional, pero que retroalimenta la importancia de la vista sobre el otro. Por ello, la película logra comunicar el espíritu de pertenencia, amistad y amor sobre los demás; una prosaica, incluso lírica propuesta acerca de la unión resiliente del pueblo afroamericano.
Cabe mencionar que, a estos efectos, Ross anticipó esta tendencia en el largometraje documental Hale County This Morning, This Evening (2018). A través de una fusión con la cámara, sujeta por el director, nos convierte en partícipes directos de las conversaciones y eventos de una serie de personas afroamericanas de Atlanta, a quienes sigue en distintos fragmentos vitales, marcados por su cotidianidad.
No obstante, en este nuevo film, los hallazgos visuales no se detienen en el poder transformador que ofrece el ojo de la cámara, pues emergen unos figurativos y complementarios fragmentos visuales que evocan los deseos, temores, recuerdos o ensoñaciones de los personajes. Allá donde la cámara no encuentra acceso, sí lo consigue un elaborado uso del montaje que profundiza en los anhelos por la libertad y la vuelta a casa. En esta misma categoría visual se incluyen distintas formas de archivos found footage, los cuales articulan el salto entre distintos pasajes narrativos.
Esas misma imágenes de archivo sirven como bisagras emocionales y temporales entre distintos períodos vitales: la experiencia durante el internamiento en los años 60 y la experiencia tras el internamiento en los años 80. Estas imágenes muestran a las jóvenes víctimas de la Nickel Academy/Dozier School y son suficientes para enarbolar la violencia racial sin necesidad de ficcionarla, otorgando mayor valor al retrato documental. Esta fragmentación temporal mediante el flashforward, engendra un diálogo entre el traumático pasado y sus consecuencia en el presente. Además, nuevamente, la cámara se las ingenia para adoptar otra identidad durante los pasajes post-internamiento. El ojo de la lente ya no es el ojo del protagonista (el nuestro), sino que retoma su esencia como dispositivo extracopóreo al posicionarse anclado tras la cabeza del personaje: la subjetividad de la mirada dominante es relegada a una suerte de pseudosubjetividad. Más allá de la ruptura estilística y formal de la gramática, Ross y Fray nos transmiten la rigidez y la pesadez del cuerpo y la cabeza que acompaña, a causa de un pasado que ensombrece el presente.
El primer largometraje de RaMell Ross adopta de forma notable la experiencia racial que retrata la afamada obra de Whitehead. Sin embargo, más allá de la complejidad que supone la adaptación de una novela de estas características, el mayor mérito del cineasta reposa sobre la arriesgada propuesta en la representación de la mirada narrativa. Lejos de provocar extrañeza o incomodidad por la ruptura con un lenguaje tradicional, nos recuerda la flexibilidad y posibilidades formales en el manejo del material fílmico. Conviven distintos elementos, tanto visuales como de montaje a los que el cineasta ha sabido encontrar un lenguaje visual que dinamiza y posiciona al espectador en distintas formas. El mayor logro de Ross consiste en haber otorgado un cuerpo fílmico consistente a esta complejidad cinematográfica.
Los chicos de la Nickel (Nickel Boys, Estado Unidos, 2024)
Dirección: RaMell Ross / Guion: RaMell Ross & Joslyn Barnes / Producción: Orion Pictures, Plan B Entertainment, Louverture Films, Anonymous Content. Distribuidora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Fotografía: Jomo Fray / Montaje: Nicholas Monsour / Música: Scott Alario & Alex Somers / Diseño de producción: Nora Mendis / Reparto: Ethan Herisse, Brandon Wilson, Aunjanue Ellis-Taylor, Hamish Linklater, Fred Hechinger, Daveed Diggs, Robert Aberdeen & Gralen Bryant Banks.