GOOD ONE
La ruptura del espacio seguro
En un momento dado, durante su primera jornada de acampada, Sam le indica a su padre, Chris, el hallazgo de una babosa arrastrándose entre las hojas secas. Parece un hecho anecdótico, ambos se encuentran sentados en un instante de intimidad, al margen de Matt (tercer integrante del grupo y amigo de su padre) y de los excursionistas jóvenes que han decidido acampar junto a ellos. Sin embargo, de la aparente inocencia de esta interacción se puede extraer una analogía de los diversos temas y dinámicas que se establecen en la película: lo que es visible para unos e imperceptible para otros, y aquella ruptura del idilio, como quien al abrir una manzana impoluta se encuentra con un gusano. La señal de que a veces todo se construye tras una máscara de aparente normalidad.
Al adentrarse en el debut de India Donaldson es inevitable no ver claras resonancias con Old Joy de Kelly Reichardt. De nuevo, en una especie de road movie, esta vez a pie, los personajes se van adentrando en la frondosidad del bosque como excusa para dar paso a una exploración mayor a través de la psique y las interacciones de los protagonistas. Si bien Reichardt usó a Mark y Kurt para examinar las relaciones de amistad entre hombres y el concepto de masculinidad, Donaldson persigue continuar con esta noción desde los comportamientos naturalizados dentro de supuestos espacios seguros y añadiendo un tercer vértice a la dupla masculina: Sam, la perspectiva femenina del triángulo.
Aunque Good One se ambienta en la costa opuesta de EE.UU., también construye el espacio natural como un lugar de retiro, alejado de conflictos externos. Eso propicia que la discordia deba emerger desde dentro de los personajes y, para ello, estos se vean forzados a hablar. Así pues, una vez se pone el peso en la palabra como vía de exploración interna y conceptual, los diálogos se van fundado en una naturalidad que coteja la comicidad propia dentro de los círculos de confianza y las habituales disputas o salidas de tono en estos mismos. No obstante, este manejo realista va jugando con el subtexto de los comportamientos de sus personajes y los comentarios punzantes para ir sembrando un terreno de tensión latente; se percibe y al mismo tiempo se mantiene sin cortar, flotando en el ambiente. Este, lejos de ser ese aparente paraje idílico inicial, se comienza a contagiar de un malestar creciente que nadie señala.
El contexto se llena de paternalismos, micromachismos -generales o hacia la propia Sam- e incluso insultos directos entre Chris y Matt como forma de superioridad moral de uno sobre el otro. La voluntad naturalista del film consigue que, asimismo, todo esto se entreteja de forma sutil, verosímil con contextos similares e identificables para el espectador. Aun así, al mismo tiempo va estirando la tensión hasta que, previo al tercer acto, una declaración de Matt rompe con la sutileza y presenta la naturaleza de ese gusano que se mantenía oculto en el film.
Ese cambio comporta un desequilibrio de la balanza relacional entre los tres vértices protagonistas, forzando un apoyo en favor de Sam. A partir de aquí, los diálogos pasan a escasear, el espacio abierto se convierte en claustrofóbico y todo el dispositivo formal se resignifica. Esto se permea, por ejemplo, en la música arpeada de Celia Hollander, la cual se había mantenido hasta el momento en ese ambiguo hilo entre lo melodioso y lo intrigante. Sus partituras adoptan ese malestar envolvente para reforzar la necesidad de Sam de regresar; hecho que sucede tras la principal interacción dialogada del tercer acto: el cuestionamiento y la victimización por parte del padre.
En el desenlace donde se rompe ese juego de equilibrios relacionales, Sam se configura como el centro del triángulo y la directora la aparta de todo para permitirle respirar. Lily Collias recurre en ese transcurso a una interpretación puramente física, recuperando la sutileza inicial a través del gesto y la mirada encendida. Algo que pierde fuerza con las dos acciones triviales, por parte de su personaje, que cierran Good One: la verbalización de la incomprensión del padre y la negativa por abrirles el coche a Chris y Matt. La directora toma así cartas en el asunto de una forma mucho más directa para reconstituir, en un menor tiempo, ese entorno que la imposición masculina a través de la ocupación espacial y la palabra le habían arrebatado a Sam. Un cierre, quizás, precipitado, pero posiblemente necesario; aunque indiscutiblemente un acto de justicia autoral por parte de Donaldson.
Good One (EE.UU., 2024)
Dirección: India Donaldson / Guion: India Donaldson / Producción: India Donaldson, Wilson Cameron, Jaques Black, Lethe Black, Allison Bunce, Neil Champagne, Veronica Diaferia, Roger Donaldson, Sara Eolin, Sabina Friedman-Seitz, Diana Irvine, James Le Gros, Riccardo Maddalosso, Graham Mason, Olivia Mastrangelo, Jack Pearkes, Breanne Thomas, Rose Willey, Sarah Wilson, Sarah Winshall / Fotografía: Wilson Cameron / Montaje: Graham Mason / Música: Celia Hollander / Reparto: Lily Collias, James Le Gros, Danny McCarthy