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VAIANA 2

El asunto contemporáneo de lo poco serio

Vaiana 2. Revista Mutaciones - 1

Vaiana es consciente de su legado. Esa autoconciencia es el propulsor de su primera entrega, donde reconoce que su destino está en el mar. Vaiana (John Musker y Ron Clements, 2016) recorre con mucha solemnidad esa aceptación, acompañando a su protagonista de un luto arraigado a su cultura y a su propio patrimonio. El filme no recurre a circunloquios: lo que ves es lo que recibes. Sus imágenes centradas en la personificación del mar permiten crear una conexión individual con cada espectador. Es el mar quien impulsa a la joven aventurera (literal y metafóricamente) a continuar su viaje en búsqueda de la restauración de un equilibrio ambiental, robado por un semidiós que en el transcurso comienza a entender cómo el destino siempre nos dirigirá por más que busquemos desafiarlo. El destino está escrito en piedra, como las mismas que se acumulan con el pasar de los años con cada sucesión de mandato en la tribu. Lo que permite a la propuesta elevarse es su disposición a demostrar en su guion todo indicio de evolución en sus personajes, no importa cuán pequeño sea. El vínculo emocional se va trazando con cada referencia a los errores de los  antepasados de Vaiana: la enajenación de explorar el mundo y el miedo a decepcionar a nuestros pares. Las canciones son una adición que juega con cada beat dramático para romper el tono o incluso, reforzarlo.

¿Cómo uno continúa esa línea sin romper su fórmula? Vaiana 2 (David G. Derrick Jr., Jason Hand, Dana Ledoux Miller, 2024) sugiere un cambio que busca pasar desapercibido, pero no lo hace. En su primer escena, los fieles acompañantes de Vaiana, su cerdo Pua y el gallo Heihei, acompañan a Vaiana en búsqueda de vida humana tras salir más allá del arrecife. Sin embargo, antes de revelar esta información, vemos a los animales en una serie de acciones que entorpecen el camino de ella, sea enfatizando lo pesado del cerdo o lo tonto del gallo. De entrada, nos exponemos a un cambio abrupto de tono, donde la comedia física asume una postura por encima de lo que antes estaba ocupado por un valor sentimental que no abacoraba su atmósfera, sino que la establecía. Estas instancias continúan tan pronto Vaiana pone pie en su hogar, donde la incorporación de nuevos personajes secundarios solo establece la nueva percepción de Vaiana: la heroína que restauró la armonía en la isla. Es un pasaje donde, en un periodo de 5 minutos, nos hemos expuesto a un total de casi 10 personajes nuevos que, de lo que entendemos, solo 3 asumirán un rol más firme en el resto del filme. Además, cada uno pertenece a un grupo que los identifica: la pandilla de admiradores, los “handymen”, el artista recluido, y hasta el grupo de sembradores. Todos presentados en un número musical inicial donde la película reconoce que todavía hay un miedo por salir de la zona de confort. Lo que sería la oportunidad perfecta para ambientar una aventura centrada en integrar una sociedad en nuevas circunstancias, la canción decide retomar los eventos del filme anterior. Esto parecería una jugada estándar para este tipo de secuelas, pero su acercamiento general hace que se sienta como algo previamente visto. Y mientras transcurre el filme, se acaba identificando: esto es lo mismo que su primera parte.

Vaiana 2. Revista Mutaciones - 2

Se rescata el valor emocional que aún permanece y el miedo de Vaiana ya no crece en sus raíces desconocidas, sino en lo que hay por conocer. La decisión de asumir un nuevo rol en su familia parecía algo lejano en su primera entrega, donde tomaba un segundo plano, pero en Vaiana 2 se enfrenta a ello con la cabeza en alto. Es una transición solemne que, a medida que finaliza el filme, logra cerrar con mucha fuerza ese rito de pasaje. Hay un respeto más allá de lo cultural, por su lineaje y aquello que la representa. Es el ángulo indicado para un largometraje que ya abordó sin complejidades esa entrega a su historia, sobre todo con la incorporación de su mitología que, más allá de las pretensiones de un comedy break, hace que cada referencia a ello esté atada a cada paso del viaje. Algo similar busca aquí el personaje de Matangi (Awhimai Fraser), cuyo propósito en la trama es el de ser un desencadenante en la travesía de Vaiana. En estos instantes, el guion prioriza su relación con el universo más allá de entrar en especificidades que terminan siendo o redundantes o poco desarrolladas. Al introducir arcos secundarios, como el trasfondo de nuevos villanos, que son transitorios para la evolución de Vaiana, el espectador puede apreciar mejor tanto al personaje como a sus circunstancias. Esto es un acierto que juega a favor del filme, en especial cuando sus distracciones son más frecuentes de lo que esperamos.

En Vaiana 2, el enfoque atmosférico recae en otras prioridades. La comedia abacora forzosamente el querer encajar cada personaje con su propio kick. Sea en eslóganes o acciones repetitivas, el filme subestima incesantemente el sentido del humor del espectador. Cada movida es predecible y cuando no, su absurdismo cae en lo ridículo. Está en los monstruos que botan mocos que adormecen el cuerpo, o en las incidencias del pobre Heihei, en todo el filme tildado de tonto y gritando en cue cuando las circunstancias lo ameritan. Son los mismos chistes, cada uno cada vez más elevado que el anterior, resaltando el mismo gimmick y aprovechando un momentum que nunca se desarrolla.

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Es lamentable especialmente cuando, con la incorporación de nuevos personajes en el reparto, se continúa perpetuando el mismo estilo cómico que Disney tanto ha intentado empujar. Esa misma “unseriousness”, distintiva en los últimos filmes de la compañía, hace que la trama pierda vigencia; de recibir señales de sus ancestros indicando el camino para avanzar la trama, el filme obliga a transicionar con alguna impertinencia por los animales que los acompañan o hasta por su protagonista. Romper con la pesadez del momento no permite procesar cada emoción, en especial cuando sus personajes secundarios tampoco tienen el espacio para eso. Cada uno tiene una afición y es lo único que construye su arco, además de su aventura. Cuando tus protagonistas son quienes construyen su evolución y el resto sirve como peón, la fuerza conflictiva del asunto se estanca, en especial cuando la canción que da pie a desarrollar ese cambio de perspectiva se pinta y resuelve en esa misma escena. Hay un instante después del primer intento de retomar control donde sus personajes se detienen en el tiempo y el espacio. Es un beat emocional que establece valientemente las condiciones de cada uno, por unos breves segundos. Da un poco de dimensión a lo que supone abandonar el espacio que conoces y que te mantiene a salvo a costa de qué. A eso se anclan imágenes que dan espacio para reflexionar. Sin embargo, esa reflexión ante imágenes de matices coloridos y un estilo de animación detallada, se pierde en el momento en el que aparece ese factor cómico que parece buscar desligarse del peso emotivo del largometraje.

Vaiana 2 comete un error muy común en las secuelas: intenta replicar a su antecesora, cuya estructura narrativa funcionaba, sin tener en cuenta las particularidades de la nueva trama y los nuevos rumbos que apreciar. Es abrumador cuando las escenas son remitentes de su predecesora y, en especial, cuando se revisita con proximidad. Hay un juego de referencias a su primera parte que no hacen espacio para ningún tipo de asunción; si lo menciona es porque esa es su intención. Se hace difícil intentar conectar con una trama que no busca avanzar más allá de los motivos propios del personaje. Son oportunidades que pasan tan desapercibidas que su ritmo se acelera, sin intentar presentar cada situación con la atención que merece. El detalle pasa a un segundo plano y no permite que las circunstancias del personaje sean apreciadas. Es frustrante cuando encima sus energías sí están dirigidas al lugar correcto: la constante alusión a la espiritualidad y a la naturaleza como un indicador de nuestro porvenir.


Vaiana 2 (Moana 2, EE.UU.)

Dirección: David G. Derrick Jr., Dana Ledoux Miller, Jason Hand / Guion: Jared Bush, Dana Ledoux Miller / Compañía productora: Walt Disney Animation Studios / Edición: Michael Louis Hill y Jeremy Milton / Música: Abigail Barlow, Emily Bear, Opetaia Foa’i, Mark Mancina / Reparto: Auli’i Cravalho, Dwayne Johnson, Hualalai Chung, Rose Matafeo, David Fene, Awhimai Fraser, Khaleesi Lambert-Tsuda

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