EL SEGUNDO ACTO
La humanidad es cuestión de travellings
La cultura de la cancelación, la transfobia, misoginia, lo políticamente correcto, el capitalismo, la inteligencia artificial y el fin del cine se dan la mano en El segundo acto (2024), la última película de Quentin Dupieux, una metanarración satírica sobre la imposibilidad del cine de ser más que eso: cine. Dupieux utiliza la sátira y el recurso del travelling –5 travellings en total– para crear un artificio por el que la película se convierte en un escenario teatral, entre la realidad y la ficción, pero nunca ninguna de las dos por completo. El segundo acto es una farsa.
Cuando Luc Moullet decía aquel aforismo de “la moral es una cuestión de travellings” y que Rivette recogía como forma de criticar la estetización de la violencia de Kapò (Gillo Pontecorvo, 1959), con un travelling y un reencuadre sobre el cuerpo muerto, ambos hacían referencia a las maneras en las que las herramientas y decisiones cinematográficas dejan fuera de plano, o encuadran, discursos morales. Rivette contrasta las decisiones de Pontecorvo con las de Noche y niebla (Alain Resnais, 1955), que usa los travellings para enfatizar el paso del tiempo, la repetición de la historia y un pasado que se va dejando atrás, pero cuyas consecuencias serán imposibles de olvidar.
Los travellings de Dupieux en El segundo acto sirven como transiciones entre lo narrativo y antinarrativo de la película, y, por ello, en principio podrían resultar transparentes, sin estilizar ni moralizar lo que capturan. No obstante, tienen mucho más que ver con los Noche y niebla, pues realmente no son recursos estéticos superficiales, su existencia se acentúa en comparación con el resto de la película. La repetición y movimiento constantes a lo largo de las secuencias deja en evidencia que pese al movimiento de la cámara y de los actores, estos jamás salen del mundo que se está encuadrando. El travelling manifiesta el fuera de campo, inalcanzable, que no es más ni menos que un mundo en llamas.
A través de su contención formal, los constantes planos contra planos, la incursión de música cuando los actores comienza a actuar en la ficción; incluso de esa constante repetición del travelling, mientras los personajes caminan por carreteras en medio de la nada, podría parecer que El segundo acto se sostiene fundamentalmente en el humor, ironía y sátira de su guion, pero este no es más que una demostración de ese desmoronamiento universal. El guion verbaliza la carencia de alma cinematográfica a la que la industria cinematográfica se acerca. Los actores, y sus personajes, entran y salen constantemente de la ficción cinematográfica para entrar en otra ficción, la ficción de la realización de la película. Las emociones que atraviesan –los celos, la desesperación, violencias, etc. – no son más que cáscaras huecas que encierran frases manidas, gestos repetidos y silencios en los lugares correctos. El guion de Dupieux evidencia la construcción cinematográfica, rechaza todo realismo y construye sobre las ruinas de lo que va destruyendo.
Al maximizar la farsa con el guion, la robótica interpretación de los actores y la sátira metacinematográfica Dupieux vacía de significado El segundo acto, creando por el camino uno nuevo. Solo un momento servirá como filtración de una posible realidad, de una violencia que traspasa el cine. Se cierra la película, con un travelling final –más reminiscente a la película de Resnais que ninguno– que se graba así mismo, desvelando por completo el artificio y que supone un recordatorio del avance incesante del tiempo y de la Historia. La industria y el cine avanzan, como también lo hace el mundo. Al grabar la esencia artificial del cine en sus travellings, Quentin Dupieux acaba con la historia de la imagen cinematográfica, la estilización y las aspiraciones industriales. Lo más real de El segundo acto es su afán por dejar morir el cine.
El segundo acto (Le deuxième acte, Quentin Dupieux, 2024)
Dirección: Quentin Dupieux / Guion: Quentin Dupieux / Fotografía: Quentin Dupieux / Producción: Hugo Sélignac, Olivier Père / Reparto: Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel, Raphaël Quenard