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EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ

Cerrar los ojos y otras formas de mirar

En realidad, nunca estuviste aquí, de Lynne Ramsay, es una película sobre los traumas, sobre los recovecos más oscuros de nuestros recuerdos. Una aproximación subyugante y poderosa a cómo se ven las cosas más horribles cuando te tapas los ojos con las manos pero sigues viendo entre las rendijas de los dedos.

El protagonista, interpretado por Joaquin Phoenix, sin duda el actor más sobresaliente de la última década del cine americano (recuerden todos sus papeles desde el 2007), es un veterano lleno de traumas, tanto infantiles como adultos, que canaliza su alienación social y sus instintos suicidas sirviendo de matón a sueldo. Cuando ha de rescatar a una niña de una auténtica casa de los horrores como es un prostíbulo infantil, la violencia se dispara igual de  rápido que la conexión humana y de profunda comprensión entre estos dos seres tan diferentes pero tan esencialmente unidos. De este modo, Joaquin Phoenix continúa con su particular encarnación del moderno y solitario antihéroe americano que inmortalizaran los clásicos del cine negro. Soledad y traumas, incapacidad de comunicación y conductas sociales que ya apuntó en grandezas como Two Lovers (James Gray, 2008) y The Master (P.T. Anderson, 2012) y cuya confusión, inseguridad y fragilidad, sumadas a un extraño y heterodoxo código del honor, aumentaron exponencialmente en Puro Vicio (P.T. Anderson, 2014) para ser llevadas hasta un límite donde el deber se pasea entre suicidarse o hacer justicia en En realidad, nunca estuviste aquí.

La cineasta escocesa siempre ha sido una directora superdotada para la transmisión de los sentidos. De narrativa desestructurada, su cámara cambia de los recuerdos del pasado al presente con la misma facilidad con la que viaja sin preaviso hasta lo soñado. Pero todo se siente real porque las películas de Ramsay reclaman, quizás más que ninguna otra, más sentidos que el de la vista y el oído para el cine. La directora de Ratcatcher (1999) o Tenemos que hablar de Kevin (2011) se recrea en las superficies y en los olores, en las texturas y en las atmósferas. De nuevo, en En realidad, nunca estuviste aquí aparecen los traumas de la infancia y sus huellas en la vida adulta, el pasado y el presente se fusionan en un eco continuo de experiencias indeseables donde los abusos sexuales o físicos no se ven directamente pero sí pueden sentirse, por ejemplo, a través de una bolsa de aire que se aplasta frente al rostro en su autoasfixia.

El resultado es una puesta en escena de extrema coherencia con una mente rota ante un suceso horrible, un laberinto de planos detalle y vistas fragmentadas, encuadres cerrados que transmiten cercanía y claridad con el horror (estamos allí) pero también misterio por todo lo que se deja continuamente fuera de la imagen (en realidad nunca estuvimos). Deseamos, como quien mira entre las rendijas de los dedos (morbosidad inherente al ser humano), que llegue el encuadre abierto para saciar nuestros deseos de verlo todo, de situarnos, de unir esos fragmentos que, olvidamos, solo llevarían a una inaguantable imagen de muerte, sangre y abuso infantil.

¿Cómo afrontar el horror? Ramsay da aquí su propuesta creando una película llena de sangre y cadáveres pero en la que la violencia siempre sucede fuera de la imagen (solo aparecerá explícita una única y significativa vez, cual catarsis). Así, el encuadre funciona como un aislante del horror que queda fuera, pero también como el ahogo del que se refugia y agacha la cabeza aplastando sus orejas para no escuchar los gritos y cerrando los ojos para no ver la muerte; pero sus orejas tapadas y sus ojos en negro no son suficientes porque, al fin y al cabo, estás allí. Y es que en Ramsay la imaginación y la realidad, como el pasado y el presente, se encuentran en el mismo plano, porque lo que crea nuestra realidad son nuestros sentidos.

Llena de canciones populares cargadas de extrañeza al mezclarse con lo más sórdido del ser humano y unos estridentes sonidos de cuerda entre secuencias que citan, explícitamente, a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), la nueva película de Ramsay homenajea a Oldboy (Park Chan-Wook, 2003) y su martillo como si sus escenas fuesen justo todo lo que el famoso plano secuencia del clásico coreano no dejaba en fuera de campo.

Galardonada con el Premio a Mejor Actor y Mejor Guion en el Festival de Cannes, el resultado es un thriller poderoso, capaz de conjugar las mezclas y homenajes posmodernos con una relectura de los clásicos antihéroes del cine negro. Una película que tiene mucho que decir y proponer sobre el horror y sus recovecos, y sin duda el relato donde la efervescente puesta en escena de Ramsay ha encontrado su mejor simbiosis moral y coherencia narrativa. Una película romántica, por triste y desesperada, pero también por su capacidad para quitarnos toda esperanza en la belleza de la vida sin dejar de recordarnos la grandeza que tiene el ser humano al afrontarla.


En realidad, nunca estuviste aquí (You Were Never Really Here, EEUU, 2017)

Dirección: Lynne Ramsay GuionLynne Ramsay (Novela: Jonathan Ames)Producción: Rosa Attab, Pascal Caucheteux, Carrie Fix, Rose Garnett, Rebecca O’Brien, Lynne Ramsay, James Wilson / Música: Jonny Greenwood/ Fotografía: Thomas Townend / Montaje: Joe Bini/ Diseño de producción: Tim Grimes / Reparto: Joaquin Phoenix, Alessandro Nivola, John Doman, Judith Anna Roberts, Alex Manette, Ekaterina Samsonov, Kate Easton, Jason Babinsky, Frank Pando, Ryan Martin Brown, Scott Price, Dante Pereira-Olson, Jonathan Wilde, Leigh Dunham, Vinicius Damasceno.

 

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