EL JOVEN MARX
La historia de un concepto
Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero en vuestra sociedad establecida la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros; existe precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes. Nos reprocháis, pues, que queramos abolir una propiedad que presupone como condición necesaria la falta de propiedad de la inmensa mayoría de la sociedad.
Manifiesto comunista, 1848
De la precedente cita pueden extraerse dos conclusiones, una teórica y una práctica. La teórica es que la sociedad capitalista se basa en una estructura que contrapone los intereses de dos grupos sociales en torno a una relación de carácter jurídico: la propiedad privada. La práctica es que dicha relación debe ser abolida.
Podría decirse que la principal preocupación de El joven Marx al presentar los acontecimientos que llevaron a la redacción del citado texto es hacerse cargo de esta problemática. En efecto, tras las andanzas de Marx y Engels se perfila el verdadero protagonista de la película: el concepto de lucha de clases. Y conviene insistir que es el concepto lo que interesa, y no alguna lucha en concreto. Pues de lo que aquí se trata es de abrir camino entre las filas de la izquierda militante a un determinado modo de entender la sociedad. El cual, si bien pudiera ser ilustrado a partir de innumerables ejemplos, reposa en última instancia en consideraciones teóricas.
La película entera está al servicio de este objetivo y las pocas concesiones que cede a lo novelesco parecen servir de respiro para el espectador antes del siguiente debate. Y es que no estamos ante un Bildungsroman (o novela de aprendizaje): los dos personajes principales aparecen desde el principio como tipos decididos, como héroes al servicio de una causa. Su labor consiste en derribar las teorías de sus compañeros de militancia: hegelianos de izquierdas, anarquistas, socialistas utópicos y otros idealistas sucumben ante el rigor de Engels y Marx, que arrasan en mítines y reuniones hasta llegar al congreso decisivo de la Liga de los Justos en 1847.
No faltan escenas que nos acerquen a la vida privada de estos personajes. Sus relaciones sentimentales, los problemas económicos de Marx y las discusiones de Engels con su padre completan la película convenientemente pero no contienen el foco del conflicto. La actividad profesional de los dos pensadores no está motivada por asuntos personales; antes bien, es ella la que impulsa su vida privada. El biopic se convierte así en una herramienta para exponer sin aditamentos las condiciones en las que se forjó la filosofía marxista. Y en contra de lo que pudiera esperarse, el ritmo ágil y la buena interpretación permiten construir una narración absorbente que hace que el planteamiento de la película se asuma sin dificultad.
Se agradece pues que el film se aleje de sentimentalismos. El trabajo intelectual de Marx y Engels destaca por sí mismo en confrontación dialéctica con sus rivales y sin que se busque despertar simpatías en el espectador a través de una puesta en escena melodramática. El desarrollo conceptual, siempre en primer plano, está justificado por la voluntad de buscar la verdad y la justicia. La película realiza así la encomiable labor de exponer la importancia del análisis teórico para la lucha política; como le dice Marx al predicador Weitling:
“Querer levantar a los trabajadores sin ofrecerles una doctrina constructiva es actuar en una obra deshonesta y pretenciosa que tiene a un lado a un profeta inspirado e imbéciles al otro.”
La doble vertiente estructural y programática del antagonismo social está presente hasta el final. Después de fundar la Liga Comunista en el mentado congreso de 1847, Marx no se deja llevar por el entusiasmo. Se muestra cansado y deseoso de retirarse a escribir libros. En efecto, una vez hecha la crítica de las doctrinas de sus contemporáneos, todavía le queda lo más importante: desarrollar una propuesta interpretativa sistemática. La mención final de El Capital nos recuerda que el esfuerzo teórico nunca termina.
El joven Marx (Le jeune Karl Marx. Alemania, Francia, Bélgica, 2017)
Dirección: Raoul Peck / Guión: Pascal Bonitzer, Pierre Hodgson, Raoul Peck / Producción: Nicolas Blanc, Rémi Grellety, Robert Guédiguian, Raoul Peck para Agat Films & Cie, Velvet Film, Rohfilm / Música: Alexei Aigui / Fotografía: Kolja Brandt / Edición: Frédérique Broos / Diseño de producción: Benoît Barouh, Christophe Couzon / Reparto: August Diehl, Stefan Konarske, Vicky Krieps, Olivier Gourmet, Hannah Steele, Eric Godon