AGUAS PROFUNDAS
Erotismo vainilla
Aguas profundas (Adrian Lyne, 2022) se estrena finalmente en streaming tras convulsos y reiterados cambios de fecha, convirtiéndose en uno de los infortunios cinematográficos más llamativos ocurridos en los últimos años. Desarrollada cuando todavía 20th Century Fox era un estudio independiente, tuvo que revisar ligeramente el tono y carga erótica de su guión tras la venta de la compañía a Disney. Pandemia de por medio, lo que provocó numerosos retrasos en la producción del rodaje, la desdicha llegó a su cenit cuando su pareja protagonista, Ana de Armas y Ben Affleck, pareja también fuera de las cámaras, se separó a principios del año pasado, destruyendo lo que hubiese sido una de las campañas de lanzamiento más morbosas de los últimos tiempos.
La trama involucra los escarceos adúlteros de un matrimonio con una cierta diferencia de edad que no llega a aclararse aunque se intuye que ronda los quince a veinte años. Juventud y madurez implican tal distanciamiento vital en la historia que el guionista utiliza esta dicotomía para sembrar el germen del elemento perturbador. La edad que separa a los protagonistas es razón suficiente para que la mujer se desfogue con quien ella considere oportuno siempre que termine por volver al hogar. La intriga arranca cuando sus amantes comienzan a aparecer muertos en extrañas circunstancias y el marido es inculpado públicamente por su celosía reiterada. Desafortunadamente, el desarrollo de esta premisa no cumple con las expectativas que cabrían esperar de una adaptación de la Highsmith. Lo que podría haber sido una intriga bien resuelta termina enmarañada por un desastroso desarrollo de su pareja protagonista, pecado capital cuando un clásico whodunit suele prestar más atención a los personajes que a la propia historia.
Al elegir a semejante tándem actoral para encabezar el reparto, surge la siguiente pregunta. ¿Hace falta echarse veinte amantes, cada cual más caricatura si cabe del millenial adinerado, cuando se tiene a Ben Affleck de marido? Sí, cuando se trata del Ben Affleck de los casi últimos diez años, ese armario con barbilla de acero que empezó a poner cara de falso compungido en Perdida (David Fincher, 2014) y que no ha cesado en aparentar que no hay lugar en su registro dramático para la versatilidad emocional. No es Ben Affleck un buen actor, no lo es, a menos que esté construyendo una carrera basada en descifrar las sombras y patetismos del estadounidense de media edad, lo que definía a la perfección su personaje en aquella película. Personalmente, dudo que así sea y, por esta razón, lo que en Perdida era un acierto aquí es un despropósito. ¿A quién en 2022 le puede interesar un juego de manipulación sexual en manos de una pareja de ricos enfrascados en una terapia matrimonial tan progre para sus estándares sociales que acaba oliendo a rancio? Sin duda a su cineasta, Adrian Lyne, quien sigue convencido de que las reglas tóxicas de sus thrillers eróticos de hace cuarenta años siguen todavía vigentes.
Aguas profundas, pese a todo lo anterior, termina siendo mínimamente disfrutable gracias al trabajo de Ana de Armas, quien una vez más destaca frente al resto del elenco. Fetichizada por su director como continuación en esta nueva década de Kim Basinger en 9 semanas y media (1986) y Demi Moore en Una proposición indecente (1993), ella es la joven esposa y madre que reniega de lo uno y de lo otro, que aprovecha su carisma y belleza para enrollarse con patanes embobados con más músculo que cerebro de quienes se olvida a los pocos días de que desaparezcan del mapa. Convierte un personaje que sobre el guión tendría con total seguridad una moralidad mucho más ambigua por pavonear sus conquistas en público, en una mujer hedonista y despreocupada que cuestiona continuamente la masculinidad (frágil) de su marido, un sociópata con serios problemas de autoconfianza que, por otro lado, parece que fuese escrito para llevar con mucha más fuerza las riendas de una trama que hace, vaya, “aguas” por todos lados.
Aguas profundas (Deep Waters, EE.UU., 2021)
Dirección: Adrian Lyne / Guion: Zach Helm y Sam Levinson. Novela: Patricia Highsmith / Producción: 20th Century Fox, Regency Enterprises, Film 360, Film Rites, Amazon Studios, Entertainment One / Música: Marco Beltrami / Fotografía: Eigil Bryld / Interpretación: Ben Affleck,Ana de Armas, Kristen Connolly, Tracy Letts, Jacob Elordi, Rachel Blanchard, Dash Mihok, Lil Rel Howery, Finn Wittrock, Jade Fernandez.