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ZOMBI CHILD


Sangre vudú

Zombi Child. Revista Mutaciones

Las raíces vudú del zombi (o muerto viviente) provienen de Haití, pero fue el cine estadounidense de los años treinta quien hizo suyo el rumor de ciertos rituales practicados en el país del Caribe para traer de vuelta a los fallecidos del más allá. Un claro ejemplo de esto se ve en las películas de serie B de Bela Lugosi como La legión de los muertos sin alma (1932, Victor Halperin) o la que sería considera a día de hoy la Piedra Rosetta del género zombi: Yo anduve con un zombi (1943), de Jacques Tourneur. Posteriormente, el cine de George A. Romero culminaría la metamorfosis del zombi resucitado con necromancia y artes ocultas en el gimiente come-cerebros que habitúa el género desde entonces hasta la actualidad. Zombi Child (2019), la octava película de Bertrand Bonello, es la nieta predilecta del caminante haitiano.

La doble narración de la que parte Bonello para narrar su historia de legados e incomprensión es sin duda la parte más interesante del film. Todo comienza con la historia  de Clairvius Narcisse, personaje real que intrigó a la comunidad científica a partir de su supuesto regreso de entre los muertos al ser enterrado vivo y posteriormente convertido en zombi esclavo en las plantaciones de azúcar. El contraplano del que se sirve Bonello en este caso es en el de la relación entre Mélissa, la ficticia parienta de Narcisse, y sus compañeras de clase en París. La procedencia haitiana es elemento de fascinación para Fanny la enamoradiza co-protagonista de la película, cuya errónea visión del vudú y las tradiciones que rodean el mito del zombi la llevarán a tomar una terrible decisión.


Zombi Child. Revista Mutaciones

El cine de Bertrand Bonello acostumbra a tratar la coyuntura de la comunidad y los colectivos marginados y/o incomprendidos. Fue el caso de Casa de tolerancia (2011) y su grupo de trabajadoras en un lujoso prostíbulo de París, y de Nocturama (2017), con sus jóvenes outsiders convertidos en terroristas. Ambas películas, al igual que esta, utilizaban además la música como refugio para sus respectivos personajes, de forma anacrónica en Casa de tolerancia, y diegética en Nocturama. Zombi Child  hace énfasis en la soledad e incomprensión que sufre no solo Mélissa como extranjera, sino todo el conjunto de la cultura haitiana en Europa. Bonello interpreta los diferentes ritos, danzas y cánticos que la población de Haití, con un agradable aroma a documental. Entre las bellas imágenes que captura y lo desconocido que puede resultar todo lo que aparece en pantalla para el espectador occidental, es difícil no hacerse partícipe del remolino vudú que acaba intercalándose a través de un rápido y acertado montaje con la trágica (y menos inspirada) trama romántica, cercana al terror clásico de posesiones.

La convencionalidad a la que se abraza su director en los compases finales de la película hacen de Fanny poco más que un artilugio para ejemplificar la banalización que sufre la cultura haitiana por parte del cine contemporáneo y la superstición de la juventud europea. Funcional, sí, pero obvio también. La sub-trama de abandono y exorcismo puede distraer de la verdadera fuerza motora de Zombi Child: su habilidad para honrar, sin caer en el panfleto, el folklore haitiano a través de la vida, muerte y segunda vida de Clairvius Narcisse.


Zombi Child (Francia, 2019)

Dirección: Bertrand Bonello / Guion: Bertrand Bonello /Producción: Bertrand Bonello y Judith Lou Lévy (para arte France Cinéma, Les Films du Bal y My New Pictures) Música:  Bertrand Bonello / Fotografía: Yves Cape / Reparto: Louise Labeque, Wislanda Louimat, Adile David, Ninon Francois y Mathilde Riu

2 comentarios en «ZOMBI CHILD»

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