ZINEBI 2018 – SECCIÓN OFICIAL

El surgir de una nueva identidad

840 minutos, o lo que es lo mismo, 14 horas, dura La Flor, la última película de Mariano Llinás, a quien el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI) le ha otorgado el Mikeldi de Honor –también concedido al tailandés Apichatpong Weerasethakul, al que se le ha dedicado una retrospectiva completa y quien ha estrenado en el Estado Blue, su último cortometraje- en reconocimiento al «poderoso talento creativo y a la radicalidad estética de toda su obra que se encuentra entre las más innovadoras del panorama internacional del cine contemporáneo”. Y es que, con apenas ningún tipo de ayuda institucional (10 años le ha costado al realizador argentino sacar adelante su ambicioso proyecto), el certamen bilbaíno lo ha reivindicado programando tres largas sesiones (con dos intermedios de 15 minutos en cada una de ellas) en donde el espectador ha podido ser testigo de los seis relatos que componen esta monumental obra: “cuatro que empiezan y no terminan, un quinto que sí lo hace y un sexto que acaba sin comenzar”.

Y hablando de números, es imposible avanzar sin aclarar que son ya 60 años los que cumple ZINEBI. Pero la presente edición toma relevancia no solo por la celebración de este aniversario, sino porque, además, corren nuevos aires también en la propia dirección. Tras 17 años al cargo, Ernesto del Río decidió dar paso a una nueva generación encabezada por Vanesa Fernández Guerra –hasta este año miembro del comité de selección de los cortometrajes en competición y responsable de las secciones Zinebi Frist Film y Beautiful DOCS (rediseñados y consolidados en esta edición), y Doctora en Comunicación Audiovisual por la EHU/UPV- quien ha optado por darle una nueva imagen (tanto en el cartel como en el diseño de los galardones Mikeldi) e identidad al festival, reforzando la contundente apuesta por ser cuna del cine independiente.

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Mariano Llinás recibiendo el Mikeldi de Honor/ZINEBI

Desde 1974, ZINEBI es el único Festival Internacional de Clase A en el Estado en la categoría de cortometraje y documental reconocido por la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films), y está acreditado como calificador tanto para los Oscars como para los premios BAFTA y los premios Goya. Y qué mejor ocasión que la del 60 aniversario para agradecer y reconocer la labor que tantos y tantos profesionales del sector audiovisual vasco han realizado durante años y concederles un Mikeldi de Honor Especial a personalidades como José Antonio Sistiaga, José Ángel Rebolledo, Anton Merikaetxebarria, Alberto López Echevarrieta, Santos Zunzunegui, Juan Ortuoste, Ramón Barea, Javier Rebollo o al propio Ernesto del Río. La entrega se ha realizado bajo la novedosa jornada que el equipo dirigido por Vanesa Fernández -renovando su compromiso por el festival y el cine vasco- ha bautizado como Día del Cine Vasco, en donde se ha proyectado Sistiaga, une histoire basque (Manuel Sorto, 2018), el documental dedicado al artista; y sobre todo, donde por primera vez los asistentes han podido disfrutar de las seis producciones vascas, mostradas todas juntas, que han competido dentro de la Sección Oficial –compuesta por 51 cortometrajes de 28 países (13 producciones estatales) entre ficción, animación y documental.

Ante los prejuicios que puedan haber surgido, cabe destacar la insistente reivindicación de que estas producciones vascas no se han limitado a figurar en la lucha por el Gran Premio del Festival por pura cuota. La apuesta por hacerlas competir junto a proyectos internacionales ha sido el resultado del gran nivel artístico y creativo en el que se encuentra la industria actualmente. Ganadora del Gran Premio del Cine Vasco, la producción Ancora Lucciole de María Elorza, parte del artículo Il vuoto del potere» ovvero «l’articolo delle lucciole escrito por Pier Paolo Pasolini. Elorza, en un ensayo audiovisual que se acerca al documental doméstico, se pregunta de manera metafórica qué ha pasado con nuestro mundo, por qué ya no hay luciérnagas (tal como el italiano lo plasmó meses antes de morir en su reflexivo texto). Los recuerdos perdidos, los que se apagan, dialogan con la sociedad contemporánea consumista y aparentemente modernizada y tecnológica. Los aviones fascistas son ahora los smartphones que imponen su totalitarismo sin darnos cuenta. Es un ejemplo, entre muchos otros, que la directora quiere destacar. Elorza ya ganó en la edición del 2016 el Gran Premio del Cine Vasco con Gure Hormek, dirigida junto a Maider Fernández Iriarte, quien en esta edición ha presentado Amor siempre, una confrontación visual en split screen entre una abuela y su nieta que intenta reflejar dos maneras de vivir, de afrontar el amor, la sexualidad y las relaciones sociales.

Sin salir de Italia, el documental Il dolce far, del polifacético bilbaíno Richard Sahagún -que debuta en labores de dirección- captura la belleza del arte sumergiendo al espectador en varios testimonios de artistas e historiadores de la Toscana que, con pasión, disfrutan de su labor, de sus creaciones, y en general, de la cultura. En cambio, el trabajo más abstracto y experimental de los seis ha sido el presentado por Teresa Sendagorta: /It Is All Right Here/.  Aleatoriamente se muestran en bucle imágenes mudas de una expedición a Groenlandia realizada en 1986 en un intento de reflexión sobre la materialidad de las mismas y construyendo preguntas acerca del “montaje y los códigos lingüísticos que posibilitan la experiencia cinematográfica”. 18 minutos en los que lo único que se escucha son frases de una voz robótica. A los cuatro cortometrajes mencionados hay que añadir la coproducción vasca-rumana Cadoul de Craicun (Bogdan Muresanu) y Azken otsoa (Iker Maguregui), que se tratarán en las siguientes secciones.

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Vanesa Fernández Guerra (directora del festival) y los realizadores vascos de la Sección Oficial/ZINEBI

Si algo ha predominado en esta edición, ha sido la denuncia social que los cineastas han llevado a cabo en sus obras. Tanto el Mikeldi al mejor cortometraje de ficción, como al de animación y al de documental han recaído en trabajos estrictamente críticos con la sociedad y con la política de sus países originarios. El primero, que ha sido para Counterfeit Kinkoo, de Reema Sengupta, relata la odisea de las mujeres indias para poder vivir dignamente en un ambiente represivo que las margina. La valentía femenina –de la que María Manero Muro quiere dar constancia en Patchwork– se ve reflejada en el montaje brusco y radical que emplea la directora. El segundo galardón ha recaído en Tracing Addai (Esther Niemeier), un ejemplo entre muchos del poder de atracción del que se aprovechan los terroristas sirios a la hora de radicalizar a los jóvenes y manipular sus sentimientos sacrificándolos a la guerra, a la muerte. El documental animado llevado a cabo con la técnica de la rotoscopia se basa en imágenes de archivo y escenas reconstruidas que impactan por la crudeza de las declaraciones de los protagonistas. Por último, I Signed The Petition (Mahdi Fleifel) parte de una simple conversación telefónica (en el que en ningún momento se ve a los interlocutores) para poner en duda la legitimidad de Israel y su masiva amenaza a Palestina, tema también tratado en el trabajo de animación Travelogue Tel Aviv, de Samuel Patthey.

Cortometrajes como el armenio Here There Is No Earth (Martin DiCicco) –reflexión en un blanco y negro estridente sobre las fronteras y líneas invisibles que delimitan a los países-, Flora e fauna -el cuestionamiento crítico que el gallego Alberte Pagán plantea del “Australian Dream”-, el colombiano El laberinto (Laura Huertas Millán) –en la que se relacionan la droga y el poder-, Los elefantes de Escipión (David Pantaleón y Pilar Aldea) –construida a modo de tableaux vivants-, Russa (João Salaviza y Ricardo Alves Jr.) –película militante sobre la masificación de las ciudades- o la animación china Sister (Siqi Song) –hermosa crítica onírica sobre el control de natalidad en el estado- también se han encargado de cuestiones sociopolíticas cada una a su manera. Aun así, cabe destacar las siguientes dos producciones:

Por un lado, Marco Bellochio ha sorprendido con La lotta, un ejercicio de memoria en el que el pasado y el presente se confunden. El compromiso de la lucha partisana bucea a base de pulmón hasta ahogar al protagonista en el tiempo. El deseo de la libertad, de la democracia y de la paz se muestra como un sueño que nunca llegó a cumplirse. Por el otro, el rumano Bogdan Muresanu, en colaboración con la productora Mailuki (Bilbao), ha presentado Cadoul de Craicun, que ha obtenido el Premio al Mejor Guion Vasco, otorgado por la Fundación SGAE. El cortometraje se sitúa el 20 de diciembre de 1989, días antes de la masacre en la ciudad de Timiosara a cargo del presidente Nicolae Ceau?escu. Muresanu retrata la tensa situación de la época y el miedo que palpita en la sociedad a través de una familia y un detalle tan navideño como el de un niño inocente que decide escribirle la carta de navidad a Santa Claus. La inteligente obra de ficción que el rumano desarrolla es coherente a la hora de hacer visible la tensión política y el ambiente de nerviosismo que sufren los ciudadanos. La cámara, como los mismos personajes, se va volviendo cada vez más inquieta construyendo una atmósfera representativa de la Rumanía comunista, dándole también un sutil toque de atención a la Europa actual.

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Tracing Addai (Esther Niemeier), Mikeldi al mejor cortometraje de animación/ZINEBI

Basado en hechos reales, Azken otsoa, de Iker Maguregi indaga, inconscientemente, en el brutal instinto animal del ser humano. ¿No es acaso el hombre un lobo para el propio hombre? No muy lejos de las teorías políticas hobbesianas, Maguregi parte de la caza del último lobo del bosque para terminar en una tragedia, llegando a sugerir por el camino distintos debates sobre la propiedad, la supervivencia y la condición humana, representada esta última metafóricamente en Los que desean mediante una competición aviar en el que se refleja la “cultura del macho”. El tercer cortometraje de Elena López Riera –ganadora del Pardino de Oro en Locarno y mención especial en el Festival de San Sebastián en la sección Tabakalera-Zabaltegi- se ha alzado con el Gran Premio del Festival. Y es que, ante el aparente pretexto del deseo o de la seducción se puede leer todo un universo condicionado por los estrictos roles de género, también puestos en duda en la jornada de caza narrada en RA (Sophia Böscn).

El lobo, las palomas, el bosque, el campo… en general la naturaleza y sus habitantes han tenido gran presencia y significado en varios de los trabajos seleccionados. Desde la apocalíptica Ispod Kojek Li Su Samo Kamena (Daniel Suljic´) hasta la confusa Le Silence Des Poissons Mourants (Vasilis Kekatos), pasando por las desesperadas recolectas nocturnas retratadas en Liminaali & Communitas (Laura Rantanen), por la búsqueda de la belleza realizada en Corre brilla luz luz (Miguel Ángel Blanca y Jordi Díaz Fernández) e incluso en Trees Down Here (Ben Rivers), por el sentido homenaje que Paola Buontempo dedica a los aprendices del hipódromo de La Plata y su comunidad en Las Fuerzas, o por la metafórica adaptación del homónimo texto teatral Vaca (Marta Bayarri). Pero quizá merezcan una especial distinción tanto el plano secuencia –que recuerda descaradamente a la secuencia final de Nostaghia (Nostagia, Andréi Tarkovski)- con el que Mark Olexa y Francesca Scalisi siguen a una mujer pescadora –a través de un río contaminado- en busca de comida en Ligne Noire, como Acquasanta (Mauro Maugeri) -la celebración de la fiesta de la Madonna documentada en el pueblo costero de Santa Maria la Scala, en la isla de Sicilia- donde el mar es símbolo de vida pero también de silencio y de olvido.

Y precisamente con el mar se relaciona severamente Foreigner (Carlos Violade), galardonado en el certamen con el Premio del Público EiTB. Con una estética publicitaria –la misma que se le ha recriminado a Guadagnino en Cegados por el sol (2015) y Call Me By Your Name (2017)- el cortometraje ahonda en el egoísmo humano y la exclusión social uniendo la homosexualidad con los constantes desembarcos de los inmigrantes en patera en el sur de España en busca de un mundo mejor. Es el mismo deseo que reclama la protagonista de Untravel (Ana Nedeljkovi? y Nikola Majdak Jr.) en la ficción animada en la que se aboga por traspasar muros y fronteras y enfrentarse al miedo. En esta coproducción entre Serbia y Eslovaquia –ganadora del Premio UNICEF- el “extranjero” es la ilusión de una vida llena de sueños (o de incertidumbres, como en The Juggler, de Skirmanta Jakaité y en Inny, de Marta Magnuska).

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Los que desean (Elena López Riera), Gran Premio del Festival/ZINEBI

Uno de los temas más presentes en esta 60 edición de ZINEBI ha sido también el de la muerte. Con el merecidísimo Gran Premio del Cine Español en sus manos, Delfina Spratt y Àlex Puig Ros sorprenden con Entre raíles en su inmersión en el silenciado shock de los maquinistas de trenes a los que dan voz. Mediante testimonios impactantes, el espectador queda paralizado ante el sentimiento de culpa, responsabilidad y depresión que estos conductores sufren cuando ven que involuntariamente están involucrados en casos de suicidio. El miedo y el dolor interno se convierten en palabras, lágrimas y recuerdos de profesionales que luchan por dar visibilidad a este drama tan frecuente en el colectivo. En el caso del cortometraje chino Lily’s Pain Store (Chen Li) que homenajea la famosísima escena del ojo de Un perro andaluz (Luis Buñuel, 1929), ese dolor se compra en frascos, con la intención de llenar el vacío del corazón.

Aunque el acto en sí queda fuera de campo, de manera inteligente y provocativa Zhengfan Yang abre el abanico de interpretaciones en Na Li, ficción reflexiva sobre la indiferencia del ser humano respecto a sucesos ajenos. Su planteamiento evoca descaradamente a la reconocida La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock ,1954) al mostrar la fachada de un edificio en donde cada ventana es un mundo, y cada vecino reacciona de manera diferente a los chillidos procedentes de la calle (como los miembros de la familia interrogada en Heimat, de Emi Buchwald).

De manera más directa, la desaparición o la pérdida se ha tratado en la sensual Summerfest (María Hespanhol), en la abstracta Nursery Rhumes (Tom Noakes), en Le Mans 1955 (Quentin Baillieux) -trágica reconstrucción animada sobre el mayor accidente automovilístico de la historia del deporte-, en la japonesa Hammock (Kentaro Kishi), en las portuguesas Aquaparque (Ana Moreira) –sutilmente ligada con Zabriskie Point (Michelangelo Antonioni, 1970)- y en Ensaio sobre a morte (Margarida Madeira) –un poema visual lleno de colores, figuras geométricas e imágenes animadas que reflexionan sobre la pérdida de identidad- pero, sobre todo, en la alemana Schächer (Flurin Giger), la cual es una alusión clara a El séptimo sello (1957), de Ingmar Bergman, puesto que la muerte se personifica y se lleva consigo a una mujer anciana dejando a su marido viudo e inmerso en la soledad.

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Entre railes (Delfina Spratt y Àlex Puig Ros), Gran Premio del Cine Español/ZINEBI

Por último, los adolescentes y sus problemas, sus indagaciones –como en Veslemoy’s Song, de Sofia Bohdanowicz-, sus reflexiones -como A Different Category, de Linnéa Haviland- o sus esperanzas –como en la formalista Ada Kaleh, de Helena Wittmann- han dejado varios trabajos dignos de mencionar. Le Vent Tourne (Laura Tuillier) está inspirada en el texto Elogio del riesgo, de la filósofa francesa Anne Dufourmantelle, donde se aboga por una vida llena de riesgos porque es fundamental, según ella, para el bien de la humanidad. Así, en un ejercicio de memoria –no tan onírico como en Sun Cream, de Aylin Gökmen-, con identificables guiños rohmerianos, una joven muchacha recuerda un fin de semana de verano en el campo. Mucho más tajante y comprometido es el cortometraje Three Centimetres, de la libanesa Lara Zeidan, donde a base de primerísimos planos de las cuatro protagonistas, rodados en un parque de atracciones de la capital, la directora intenta meterse en el asfixiante secreto que una parte de la población debe esconder por miedo a ser juzgada y señalada. Por el contrario, basada en hechos reales, Vi Var Tre (Caroline Ingvarsson) narra, a modo de videoclip, la exaltación de tres amigas adolescentes que al sentirse libres por primera vez –como el amor propiamente libre que se sugiere en Las flores, del argentino Renzo Cozza- se dejan llevar por las emociones y terminan arrestadas por tontas imprudencias.

Zinebi-Premiados - Revista Mutaciones
Todos los premiados en el festival/ZINEBI

2 comentarios en «ZINEBI 2018 – SECCIÓN OFICIAL»

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