EL CINE DE ZACK SNYDER (4): EXTRANJEROS, SALVADORES Y SACRIFICIOS
Extranjeros, salvadores y sacrificios. Caminando hacia la metáfora visual
Anteriormente decíamos que Bruce Wayne miraba al cielo para ver un enemigo, de todo menos humano, arrasando Metrópolis. Lejos de ser la figura a la que todos alabarán después por haber acabado con el plan de Zod de destruir la Tierra, para Wayne, Kal-El es un peligro en potencia, cuya figura es la representación de un falso dios. Para otros es el símbolo de esperanza que se manifiesta como un héroe que rescata a los que nadie más puede. El hecho de que se vea a Superman como una alegoría del Salvador se refleja, en el cine de Zack Snyder, en una imagen propagandística propia de un «renacer» de la fe adaptado a los héroes de cómic tal como hizo Stephen Sawyer en sus risibles pinturas. Snyder opera de igual forma que el artista, pero tomando iconos como son los superhéroes para afianzar una moral en sus actos y sus acciones. Superman resucita hasta tres veces en El hombre de acero (Man of Steel, 2013), Batman v Superman: El amanecer de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) y La Liga de la Justicia de Zack Snyder (Zack Snyder’s Justice League, 2021) en cuerpo y alma, así como el Dr. Manhattan en Watchmen (2009) lleva a cabo el mismo milagro dos veces. Esta faceta de la cual carecía por ejemplo Leónidas cuya muerte era digna heredera de la de Hércules o Teseo, se asemeja de manera obvia a la Resurrección de Cristo. Snyder propone que el sacrificio de los poderosos consiga unir a los pueblos así como sus resurrecciones les haga darse cuenta de la necesidad de esa unidad. Si nos centramos en Superman, pues en el caso de Manhattan su resurrección es solo la manifestación de su omnipotencia, la resurrección de Superman es el renacer de su símbolo y, aunque cuando despierte lo haga con una amnesia temporal y no se una a la causa del resto, servirá para demostrar que su fortaleza y poder de inspiración siguen intactos. En cierto modo, el plan urdido por la Liga de la Justicia no depende de él, ya que son Flash y Cyborg los que salvan el día. Su resurrección es sinónimo de inspiración, tanto para los demás héroes como para el espectador.
Flash y Cyborg (adolescentes que lidian con cargas familiares) también arriesgan sus vidas para separar las cajas madre (alegoría del mito de Pandora) y así evitar que el apocalipsis llegue a la Tierra. El sacrificio se extiende también a seres no divinos cuyo ideal del bien consigue sobrepasar ciertas barreras personales. Los traumas y pesos de estos héroes son, lejos de un cliché, de una rara profundidad en el cine de blockbusters y más aún dado el tiempo del que dispone Snyder para dibujar sus facetas. Sus carencias se suplen mediante el aporte que pueden hacer, al margen de sus propias vidas. Una mentalidad de solidaridad militar y civil digna de un nacionalismo que repudia la debilidad y engrandece a los fuertes y valientes. En La Liga de la Justicia entran en juego el motivo de acabar con la amenaza extranjera que viene del espacio exterior —es bien sabido que las películas de alienígenas invasores hunden sus raíces en lo más hondo de la «paranoia» estadounidense derivada de la Guerra Fría, el 11S etc.)—. Siguiendo la estela de incontables películas de catástrofes, en La Liga de la Justicia el enemigo, una vez caída la URSS, viene de más allá de la Tierra, pero sigue sirviendo como ejemplo del miedo de Estados Unidos a amenazas desconocidas que ponen en juego su papel en el planeta.
Snyder muestra escenas de Superman salvando gente de un incendio en México o de un cohete ruso mientras ataca a terroristas africanos en Batman v Superman. También en La Liga de la Justicia Wonder Woman aparece haciendo frente a un grupo de terroristas reaccionarios. La herida del terrorismo continúa abierta en el cine de Snyder y no hay más que retrotraernos de nuevo al comienzo de Batman v Superman, en el que una escena similar al derribo de las torres gemelas hace de eco para un espectador que además observa la torre Wayne igualmente destruida… Es allí donde Bruce Wayne ve al alien, al «otro», como la amenaza principal que se encenegará en aniquilar antes de que este destruya el mundo. Ataque preventivo típico de la estrategia militar estadounidense que lo llevará a convertirse en un cruel antihéroe tal y como sucede en el cómic de Frank Miller El regreso del Caballero Oscuro. Pero no será hasta que Batman esté a punto de matar a Superman que descubrirá su verdadero origen, su humanidad… su nacionalidad. Superman es tan hum(americ)ano como el Dr. Manhattan y, por tanto, es un aliado.
«El superhombre existe y es americano», «Dios existe y es americano» son las frases que resuena con más potencia en todo el ideario político-religioso de Watchmen y son las mismas que pueden aplicarse en Batman v Superman. Tras la batalla entre ambos héroes, Batman estará a punto de clavarle la lanza de kryptonita a Superman cuando éste mencionará el nombre de su madre1. Es ahí cuando Batman se dará cuenta de que su contrincante tiene una madre, de que no es un alienígena cualquiera y de que estaba equivocado. Al parecer, si el extraño lo es solo de sangre y se ha criado en el mismo país, no hay ningún problema. Batman y Superman, además de compartir el nombre de sus madres, comparten cultura y valores —en El hombre de acero Superman responde cuando le preguntan si pueden confiar en él que se «crió en Kansas»—. El hecho de que el superhombre sea americano cambia todo el paradigma para Bruce Wayne al igual que lo cambió para el gobierno en la primera entrega. Podemos presumir entonces, con la llegada de Steppenwolf y Darkseid y la aparición previa de Zod , que los extraterrestres enemigos son los que tienen una cultura distinta, los que tienen una visión del mundo distinta. Estos tres personajes serían incompatibles con la humanidad (vista desde un prisma estadounidense) y, por tanto, no podrían ser aceptados de ninguna forma. ¿Cómo serlo? Zod es prácticamente una revisión del enemigo nacionalsocialista de la Segunda Guerra Mundial y Darkseid es un tirano cuyo objetivo es doblegar a todo el universo… Son enemigos declarados, terroristas espaciales cuyo objetivo es diezmar a la raza humana para establecer un nuevo dogma. Acabar con las «estirpes degenerativas» (citando a Zod) o con las «especies primitivas» (citando a Steppenwolf)…
Es curioso ver también como en Watchmen, una película que trata los problemas internos de la sociedad estadounidense, se sustituye la amenaza externa por una interna. El cambio más sustancial con respecto a la novela gráfica, que es el mayor acierto de Snyder, propone una visión distinta a lo que los títulos posteriores propondrían. El hecho de que la amenaza que une a las naciones y detiene la guerra nuclear inminente sea el poder desatado y replicado del Dr. Manhattan por Ozymandias y no una criatura extraterrestre falsa creada por él mismo, es esencial. Snyder utiliza al dios americano para quebrar su propio símbolo sagrado y hacer ver a la humanidad que su verdadero enemigo es él. Un dios convertido en diablo en un instante, eso sí, por obra de un hombre ilustrado. Ozymandias y Lex Luthor son el ejemplo de la megalomanía y el cálculo, cuyos balances de vidas humanas se asemejan a los números de un gráfico. Ambos intentan tornar a Dios en Diablo para lograr que el mundo se una en un ateísmo interesado y que alce sus armas al cielo a la espera de lo incierto. Tanto Luthor como Ozymandias están dispuestos a «acabar con la vida de millones para salvar a miles de millones» (y el segundo lo logra); son los hombres que por impotencia e inteligencia no creen que Dios pueda ser todopoderosos y todobondadoso al mismo tiempo, e intentan, de alguna manera, suplantar su lugar aniquilándolo o destruyendo su símbolo. Una suerte de cerebritos cuya indumentaria y simbología resuena con los masones y que, lejos de arrojar esperanza, todavía crean más confusión a partir de un cuidado plan tan soterrado como excéntrico. Serían el paradigma de las teorías de la conspiración que Snyder incluye en sus películas, así como son la base de los cómics de Alan Moore.
Al lado de esta filantropía del crimen y el trasfondo político del cine de Snyder se encuentran los héroes y los mensajes que mandan. La metáfora se expresa en forma de actos concretos como la derrota de Steppenwolf en La Liga de la Justicia para hacer ver a Darkseid el poder de los héroes del planeta tierra (amenaza indirecta que ya aparecía en 300 a modo de las cabezas de los reyes, los cuerpos apilados en las Termópilas o el árbol de cadáveres) o la construcción de la lanza de kryptonita para acabar con Superman en Batman v Superman en lugar de cualquier otra arma más «moderna» (amenaza directa que entronca con la cristología). Esta lanza simboliza la de Longino, el centurión romano que atravesó con ella el costado de Jesucristo cuya sangre salpicada en su rostro lo hizo arrepentirse y convertirse al cristianismo2. Con Batman sucede algo parecido: el recuerdo de su madre entronca con la vida en peligro de la de Superman y se forja una unión basada en vínculos familiares. Los héroes modernos de Snyder siempre miran hacia detrás para poder seguir adelante. Sus traumas familiares son los que los mantienen en un continuo estado de alerta a la vez que los llevan a encontrar su camino. Entre la oscuridad y la luz se forma un debate que termina en la justicia de unos pocos y que se basa en valores tan poderosos como frágiles. Los personajes de Snyder son los individuos que intentan hacer honor a esos valores (los que casi pierde Superman en la batalla contra Batman y los que, sin duda, perderá tras la muerte de Lois Lane). La defensa absoluta de la importancia de la familia traspasa los ejes del cine de acción para adentrarse en una metáfora que une a los contrarios al complementarse en sus creencias.
Teniendo muy en cuenta que Zack Snyder es confesional de la llamada «ciencia cristiana», la relevancia de la unión sustancial entre mitología, tradición judeocristiana y el imaginario popular contemporáneo se revela totalidad idealista en la que «el amor lo puede todo» contra un enemigo que solamente puede odiar. Darkseid es la encarnación de la Omega, el fin y la anti-vida como Xerxes lo era de la dominación, la esclavitud y el exceso. La ciencia cristiana no postula, sino que enseña de manera doctrinaria, entre otras cosas, que la materia es irreal, ya que no fue creada por Dios. Partiendo de esta base podemos entender el cine de Snyder como pura iconografía moderna que tiene un mensaje moral y claramente doctrinario, a diferencia de la espiritualidad integrada en los iconos bizantinos. Sin dejar de preguntarse cosas, sus imágenes glorificadoras y tremendamente voluptuosas definen bien el funcionamiento de la monumentalidad a través de las siluetas y los juegos de perspectiva. Atractivas tanto para el público masculino como para el femenino, las películas de Snyder, rebosantes de testosterona y potencia visual, claman a la unión simple entre lo real y lo irreal dentro de un marco de la épica actual para ahondar en una complejidad mayor. Todo lo que hace de Snyder un autor se encuentra en su forma, su inconfundible manera de crear imágenes en movimiento. Y partiendo de este hecho, pasaríamos al último punto del análisis: el desgrane de la plástica de Zack Snyder, su moldeo inigualable de las imágenes en CGI para crear metáforas visuales cargadas de espesor cromático.
- Martha Kent, la madre de Superman, es la debilidad que utiliza Lex Luthor para hacer chantaje al superhéroe y lograr que ambos héroes se enfrenten. En escenas anteriores veíamos como Batman robaba la kryptonita del laboratorio de Luthor, lo cual es utilizado por éste último para acabar con Superman. Secuestrando a su madre y proponiéndole que mate a Batman como requisito para que ella viva, intentará conseguir que haya una batalla, la cual sabe que ganará Batman, pues tiene en su poder la roca verde. Así se asegurará de cumplir su principal objetivo: acabar con Superman.
- En el Evangelio de San Juan se menciona que del costado de Cristo brotó sangre y agua. Nada se dice al respecto de la mala visión de Longino ni de su mejora al salpicarle la sangre de Cristo. Versiones posteriores han alimentado esa historia.