ENTREVISTA A YANN GOZLAN (BLACK BOX)
“La investigación sobre el accidente es mi excusa secreta para meterme en la psique torturada de Mathieu»
Llega a las salas de cine Black Box, thriller francés que sigue a Mathieu, un analista de cajas negras que se ve envuelto en un entramado de poder y corrupción en torno a un accidente de avión, siendo el único que, gracias a sus cualidades, podrá descubrir la verdad que se esconde detrás. Hablamos con el director Yann Gozlan sobre la película.
Queremos empezar hablando sobre la visión de Mathieu, personaje principal de la película, ya que se trata de una historia que está, en su mayor parte, subordinada a él. La cámara sigue sus pasos en todo momento e, incluso cuando no lo enfoca, se centra en su mirada subjetiva. ¿Cómo se planteó esa construcción del protagonista?
Efectivamente, la construcción del personaje es un dispositivo en el que pensé desde el primer momento. Decidí que la cámara estaría pegada a Mathieu siempre. Todo se ve desde su punto de vista. Incluso en una secuencia (cuando está en el avión y se proyecta en la escena) el espectador entra en su cabeza directamente. No sabemos si esto lo consigue a través de un procedimiento totalmente racional o si, al contrario, su subjetividad es tan absoluta que está literalmente perdiendo la cabeza. En ese momento nos entra la duda como espectadores, y esto es lo que me pareció interesante plantear en el personaje.
Muchas veces la cámara le sigue de espaldas, por lo que te identificas con él, eres parte de él. Pero luego te alejas y empiezas a preguntarte si acaso él, que parece tan racional, que está totalmente en búsqueda de la verdad, estará pasando al otro lado, si todo es una conspiración que él solo se está creando en su cabeza. Mathieu es un personaje tremendamente obsesivo, al igual que su profesión. Así es como logra fijarse en lo infinitamente pequeño, en esos sonidos tan diminutos que otra persona pasaría por alto. Entonces te preguntas si, a fuerza de analizar el detalle microscópico, Mathieu está perdiendo la visión general de lo que está ocurriendo.
También quise que el retrato del personaje fuera especial. Es alguien un poco asocial, que no tiene mucho contacto con el mundo; casi se podría decir que es autista, que tiene un comienzo de síndrome de Asperger. Y eso me pareció más interesante: mostrar un personaje con debilidades en lugar del típico caballero blanco, fuerte y equilibrado. Al verle así, la pregunta que todo el mundo se hace es: ¿puede realmente cargar en sus hombros la responsabilidad de este trabajo? ¿Podemos fiarnos de él? Digamos que la investigación sobre el accidente es un poco mi excusa secreta para meterme en la psique torturada de Mathieu, ver hasta dónde llega y cómo funciona.
Tal y como lo ha explicado, esa atención al detalle es inherente a la historia y al personaje, pero también lo es a un modo de filmar los planos de objetos de forma minuciosa y al uso de un montaje que recuerda el cine de otros directores de thriller como David Fincher…
De acuerdo. La película tiene un aspecto técnico preciso y meticuloso que, además, responde al género. Porque en un thriller cada detalle cuenta. Black Box es una película muy tecnológica y el personaje, se puede decir, es el típico nerd americano. Y como la historia se cuenta desde su punto de vista, teníamos también que adaptar su pensamiento a la atmósfera de la película. Quizás se me pueda reprochar que toda esta construcción sea demasiado fría y meticulosa. Pero era una gramática necesaria: para atender a esa psicorrigidez del personaje todo debía ser preciso y riguroso. De ahí todos los insertos, los pequeños detalles: desde cómo él coloca la pluma estilográfica perfectamente alineada con el cuaderno, hasta las horas y los tiempos que salen en pantalla. Fue una idea natural que respondió a mi visión del personaje.
También a la de su mujer…
Hay una imagen que siempre tuve en mi cabeza: la de Noemí yéndose del aeropuerto al final de la película. Noemí, al igual que Mathieu, es una mujer fría, distante. Pero esa imagen de ella alejándose por el aeropuerto, absolutamente comida por la emoción, rompiendo por fin con esa frialdad terrible en la que estaban metidos, hace de contrapeso al resto de la película.
Algo que completa esta conversación sobre la subjetividad y la atención al detalle es el diseño sonoro, construido de tal forma que logra meterte dentro del personaje. ¿Cómo fue este proceso?
Aquí creo importante señalar que coescribí el guion con el montador de sonido de la película. Ya que iba a jugar un papel tan importante en la historia, lo mejor era tenerlo en cuenta desde un primer momento. Con la idea de que nunca parecieran forzados trabajamos los efectos de sonido de una forma orgánica. Por tanto, incluimos todos los detalles de sonido en el guion. Por ejemplo, todo lo que se oye en la caja negra está escrito desde el principio, todo se grabó antes para que a la hora de rodar los actores no interpretasen sobre el vacío sino que tuvieran sonido y pudieran reaccionar a él, algo que normalmente no se hace.
Para mí, el trabajo que hicimos con el sonido, tanto desde el punto de vista formal como narrativo, fue un auténtico placer. Tengo que reconocer que el montaje y la mezcla de sonido es mi etapa favorita. Es donde tengo la sensación de que la película ha llegado a una tercera dimensión y ya no puede estropearse nada, sólo mejorar.
Entrevista realizada por Pablo Fernández y Daniela Urzola