EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS
La isla del tesoro
Hace mucho tiempo conocí a un niño que creía que la rosa de los vientos, ya saben, esa cruz que marca los puntos cardinales en la esquina de los mapas antiguos, era la isla del tesoro. ¿Se lo pueden imaginar? Para ese niño, cada mapa era una puerta a una nueva aventura. Visto desde los ojos de un adulto puede parecer tierno o incluso risible, pero lo cierto es que tiene mucho sentido. Para un niño, todo es nuevo, todo está sin explicar. Nada ha sido racionalizado aún, el mundo se va construyendo día a día.
El museo de las maravillas, la nueva película de Todd Haynes, se entrega en cuerpo y alma a hacernos ver el mundo a través de una mirada como esa. Los protagonistas son dos niños que, en 1927 y en 1977, viajan a Nueva York por primera vez. Como indica el título original, Wonderstruck, viven ese viaje en constante agitación por el impacto de la maravilla. Es la mirada de asombro.
Durante buena parte de la película, Haynes no tiene problema en traducir visualmente ese asombro. La llegada del joven Ben, sordo por culpa del impacto de un rayo (“thunderstruck”), al sucio y caótico Nueva York de los 70 resulta tan amenazadora como fascinante. Igualmente fascinante es el momento en el que Rose, la niña sordomuda de 1927, va al cine a ver una película: Haynes recupera la impactante expresividad del cine mudo sin necesidad de hacer un ejercicio de clonación superficial como el de The Artist (Michel Hazanavicius, 2011), hasta el punto que uno desearía seguir viendo esa otra película (también). Más interesante aún es el hecho de que, cuando Rose sale del cine, la sala ha cambiado sus carteles para anunciar la llegada del sonoro. Ella, sin embargo, sigue sin oír nada. El museo de las maravillas es una película sobre la mirada, nos recuerda Haynes, sobre cómo miramos.
Eso no significa que estemos ante una película silente, claro. El filme prescinde del sonido durante buena parte del metraje, pero no de la música. Más bien al contrario, Carter Burwell ha compuesto una larguísima partitura que inunda casi todas las secuencias. La música sirve aquí como subrayado de lo que vemos pero también como reflejo de las emociones de los niños, hasta convertirse en una especie de ampliación de la vista, como si estuviese compensado la carencia de uno de nuestros sentidos. Así funciona, al menos, en los mejores momentos de la película, como esa visita al museo de ciencia naturales acompañada de xilófonos y lo que parece una carraca. Hacia el final, sin embargo, Burwell vuelve a caer en cierta afectación y tendencia al subrayado excesivo, como ya le sucedía puntualmente en Carol (Todd Haynes, 2015), y desluce un poco un trabajo bastante notable.
Con todo, no es algo que solo le suceda al músico. El museo de las maravillas es una película decidida a trabajar alrededor de una sola emoción y, aunque ofrece múltiples ideas interesantes con las que jugar (el museo como archivo de las historias del pasado, la construcción de los recuerdos, la casualidad y el destino…), todas ellas están vistas desde ese mismo prisma, el de la fascinación infantil. Mientras funciona, resulta una experiencia única, tan poco cínica que podría calificarse de demodé, tan emocionante que es inevitable abandonarse a ella. Sin embargo es posible (e insisto en lo de “posible”) que esa mirada vaya agotándose según avanza la película. Es el precio a pagar por ver el mundo desde un punto de vista tan particular. Aun así, El museo de las maravillas puede presumir de ser algo único y especial, una película que nos ayuda a ver el mundo desde unos ojos que una vez fueron los nuestros.
El museo de las maravilla (Wonderstruck, EEUU, 2017)
Dirección: Todd Haynes / Guión: Bryan Selznick, basado en su propia novela / Producción: Pamela Koffler, John Sloss y Christine Vachon para Amazon Studios, Cinetic Media, FilmNation Entertainment, Killer Films y Picrow/ Diseño de producción: Mark Friedberg/ Música: Carter Burwell / Montaje: Affonso Gonçalves / Fotografía: Edward Lachman/ Reparto: Oakes Fegley, Millicent Simmonds, Julianne Moore, Cory Michael Smith, James Urbaniak, Michelle Williams, Damian Young