WONDER WOMAN 1984
Deconstruyendo los 80
De igual manera que en los años 80 se evocaba con nostalgia la época de los 50, la cultura popular contemporánea lleva construyendo un extenuante discurso idealizado -tanto cultural, como social, político y económico- alrededor de la aparentemente añorada década de los 80. Algo no muy complicado de conseguir en una época que ha comenzado con los sucesos del 11-S y finalizado (aparentemente) con la pandemia mundial de COVID-19. Lo que estos ejercicios de nostalgia obvian, más allá de la reivindicación obsesiva y parcial de una década en la que se exponenció el mercantilismo cultural y la reivindicación de una infancia infinita, es que se sustentaba sobre los excesos imperialistas entre Estados Unidos y Rusia, el auge del neoliberalismo y el capitalismo salvaje y el terror nuclear de los últimos años de la guerra fría, previos a la Perestroika y el derrumbe del proyecto de la U.R.R.S. De todo ello habla Wonder Woman 1984.
Porque Wonder Woman 1984, secuela de la película más equilibrada hasta el momento de ese irregular proyecto de universo-franquicia que son las DC Films, no elige de manera casual la fecha en la que transcurre la nueva aventura de Diana Prince en solitario tras la Primera Guerra Mundial. 1984 es un año importante dentro de esos 80 repletos de colores flúor, neones y centros comerciales masivos convertidos en centro de la liturgia del capitalismo. Coincide con el final de la primera legislatura y el comienzo de la segunda de un presidente tan reaccionario como Ronald Reagan, el comienzo de la popularidad de Donald Trump como ejemplo de hombre de negocios hecho a sí mismo y un auge en la cultura popular de héroes de acción que habrían hecho las delicias de Leni Riefensthal como son las nuevas iteraciones de Rambo y Rocky. Ambos son héroes que aparecieron unos años antes, símbolos de la América herida y reivindicativa posterior a la guerra de Vietnam, que fueron reconvertidos en überhéroes propagandísticos contra el peligro rojo, patrocinados por el reaganismo.
En 1984 el mundo del cómic también oscilaba entre dos mundos. En primer lugar, un tipo de tebeos de superhéroes más convencional, dirigido a un público infantil y juvenil -en especial las obras de John Byrne y en particular su reinterpretación de Superman- que reivindicaba no solo la importancia de la humanidad en el huérfano de Krypton, sino sobre todo su nacionalidad estadounidense. Tebeos donde el comunismo o el peligro proveniente del mundo árabe se introducía subrepticiamente en los aparentemente inocentes y lúdicos tebeos del personaje, al igual que se plantaba la semilla del adoctrinamiento contra los peligros de la amenaza roja en entretenimientos aparentemente blancos como Juegos de guerra o Top Gun. El adoctrinamiento siempre entra mejor en productos superficialmente inocentes. Por otra parte, sobre todo en la segunda mitad de los 80, autores cinematográficos como David Lynch, en Terciopelo azul o los hermanos Coen, en Arizona Baby, o autores pertenecientes al mundo del cómic, como los archiconocidos Alan Moore y Frank Miller, demostraron que bajo el consumismo desorbitado y el aparente progreso que potenciaba el neoliberalismo anidaba en el interior de sus ciudades y sus ciudadanos algo soterrado y paranoide que podía prender con una mera chispa.
Todo esto viene al caso porque Wonder Woman 1984 -tras un prólogo en el hogar de las amazonas y localizado en la infancia de Diana- comienza con una secuencia tan lúdica y ligera como las dos entregas de Superman dirigidas por Richard Lester -en especial Superman III– o incluso el serial televisivo de Wonder Woman de los 70, protagonizado por Lynda Carter. Lo mismo ocurre con la presentación de las dos némesis de la función, Maxwell Lord y Bárbara Minerva. El primero, salido de la iteración en clave humorística de la Justice League en los años 80 y reflejo y espejo del Donald Trump primigenio, es interpretado por Pedro Pascal con el entrañable histrionismo del Robert Vaughn de la mencionada Superman III. La antiheroína o villana a su pesar Barbara Minerva, interpretada por Kristen Wigg, también se retrotrae a los villanos de la prehistoria de las adaptaciones del cómic en clave cinematográfica, en concreto al patetismo con vis cómica de representaciones como la de Jim Carrey en Batman Forever o, más recientemente, Jamie Foxx en The Amazing Spiderman 2. Todos estos elementos, quizá los más interesantes y más efectivos de la cinta, junto a la apuesta del filme por potenciar el lado más humano de la heroína en contraste con su actividad superheróica, trasladan al espectador a un pretérito del género, muy alejado de los excesos oscurantistas de Zack Snyder, donde la sencillez de la propuesta, la claridad entre la bondad y pureza de Wonder Woman frente al maquiavelismo de Lord, más unas concisas y bien ejecutadas secuencias de acción -que no nutren gran parte del metraje del film- en especial, la persecución de camiones en el desierto, que encajaría perfectamente en cualquier entrega de Indiana Jones, ofrecen los momentos más honestos y puros del subgénero desde que Christopher Reeve colgara sus mallas.
El problema es que la cinta pretende aunar la ligereza de las propuestas más convencionales del género con un discurso propio de la deconstrucción no solo del mismo, sino también acerca de la fatua ilusión que fueron las luces del progreso del neoliberalismo de la década de los 80. Lo que provoca que la cinta comience a abrir tramas y subtramas que van pisándose las unas a las otras -en especial el desarrollo del personaje de Kristen Wiig es el que sale más perjudicado- dando lugar a una apariencia de indecisión que lastra el desarrollo del filme, dando como resultado una suerte de tierra de nadie, donde sus mencionados aciertos, quedan sepultados por una aparente indecisión tonal y formal que hacen que esta secuela más arriesgada no consiga superar la mucho más convencional, pero también mucho más efectiva primera entrega.
Wonder Woman 1984 (EEUU, 2020)
Dirección: Patty Jenkins / Guion: Patty Jenkins, Geoff Johns, Dave Callaham / Edición: Richard Pearson / Producción: Charles Roven, Patty Jenkins, Gal Gadot, Zack Snyder, Deborah Snyder / Fotografía: Matthew Jensen / Reparto: Gal Gadot, Chris Pine, Pedro Pascal, Kristen Wiig, Robin Wright, Connie Nielsen, Lilly Aspell