WILDLAND
Negocios familiares
La inocencia es un tesoro, es una especie de coraza para protegerse del mundo exterior, de la realidad. Ida, la protagonista de Wildland (Jeanette Nordahl, 2020) la pierde al ver la muerte por primera vez, la de su madre. Así, se ve obligada a entrar a un nuevo hogar con 17 años y con personas de su familia que no conoce. De esta manera, Nordahl introduce al espectador en la película desde el punto de vista de la adolescente, una visión analítica desde el inicio. En el traslado a la casa de su familia materna para vivir a su amparo, se observa a Ida mirar el paisaje desde el coche, y con un corte en seco, la cámara pasa al mero paisaje que está viendo Ida. El espectador ya está en su mirada y este acto marca a nivel formal y estilístico la puesta en escena del film; un thriller oscuro desde el fuera de foco hasta la violencia explícita, desde la inocencia más pura hasta comprender un clandestino negocio familiar.
El dispositivo cinematográfico capta con brillantez la manera que tiene Ida de ver el microcosmos donde se ha visto sumergida. Nunca juzga a su familia, simplemente les observa con sigilo mientras la cámara avanza lentamente por todos los lugares que recorre. Así, la propia película desvela la miseria humana en la que se ve envuelta. El clan está compuesto por la figura materna, quien lidera a la familia y no participa en las actividades delictivas, una matriarca firme que intenta sustituir a la madre de Ida en todo momento. El hermano mayor es un hombre violento, protegido por su madre y quien dirige las operaciones fuera del hogar. El hijo menor es un musculado joven obsesionado con los videojuegos bélicos y las desenfrenadas fiestas en el club que también regenta la familia. Y el hermano mediano es el único a quien Ida verdaderamente tiene de su lado. No es nada rudo y las miradas a lo largo del film entre él e Ida les convierten en cómplices: en las víctimas. Si bien Wildland se encuentra mucho más cerca a El clan (2015) de Pablo Trapero que a El traidor (2019) de Marco Bellocchio, bien se diferencian por el tono, mucho más frío y riguroso que Wildland y jocoso en la argentina, pero el film de Nordahl se mantiene firme en su puesta en escena intimista para rodear lo violento en algo nada tremendista e impactante, juega mucho más con los códigos estilísticos del cine escandinavo que del propio género del thriller.
La muerte de la madre de Ida en el accidente lleva a la joven a mantener durante la cinta una escayola, un objeto que la mantiene atada a su madre, le da fuerza, la protege. Cuando se desprende de ella pierde la conexión con su madre, pierde toda esa inocencia y pasa formalmente a pertenecer a su nueva familia. Ella misma se da cuenta, sus expresiones cambian, sufre una transformación que la lleva a posicionarse finalmente sobre su nueva familia. Esta decisión pone en foco la violencia, sitúa en el centro del cuadro todo lo que hasta ahora había estado fuera de campo por parte de la familia y el ingenioso diseño de sonido revela el hermetismo que la propia película propone, sequedad, ausencia de música y relevancia a los sonidos de los pequeños detalles.
En definitiva, Wildland es un thriller danés que satisfactoriamente equilibra la propia transformación interior de Ida, una suerte de coming of age ruda y angustiosa con la inmersión en los mundos de los ocultos negocios familiares. Una extraña configuración, ya que la mayor parte de los planos que dedica la película son planos medios al rostro de Ida. Es a través de la expresión de la protagonista cómo finalmente se conoce el mundo que la rodea, un mundo hostil pero inocente.
Wildland (Dinamarca, 2020)
Dirección: Jeanette Nordahl / Guion: Ingeborg Topsøe / Producción: Eva Jakobsen, Mikkel Jersin, Snowglobe Films, Radio (DR), Det Danske Filminstitut, Filminstitut FilmFyn / Fotografía: David Gallego / Música: Puce Mary / Montaje: Michael Aaglund / Dirección de arte: Helle Lygum Justesen / Reparto: Sandra Guldberg Kampp, Sidse Babett Knudsen, Joachim Fjelstrup, Elliott Crosset Hove, Carla Philip Røder, Besir Zeciri, Henrik Vestergaard Nielsen.