WATCHMEN (T1)
La metarreferencia como homenaje y la pseudosecuela
Watchmen es la nueva propuesta con la que Damon Lindelof, después de sus incursiones en la isla de Perdidos (Lost, 2004) y tras la creación de la infravalorada The Leftovers (2014), retorna a la televisión en su faceta como creador tras los rumores que flotaban en el ambiente durante los últimos años de que se iba a retomar (o crear, no estaba claro) el material original creado por Alan Moore durante 1986 y 1987. Pero en formato televisivo. El asunto no estaba claro porque no todo el mundo parecía dispuesto a que, después de la película adaptada por Zack Snyder del mismo título Watchmen (2009), con muchos detractores (y también defensores) por su carácter de sometimiento de las formas superficiales sin comprender la revolución y el tema del original, pudiera alguien hacer algo que realmente estuviese a la altura. La duda sobrevolaba sobre el cómo y el porqué. ¿El porqué? Esto se responde con un quién. Damon Lindelof, escritor y amante a su vez de los cómics, heredero al igual que casi todos de la obra magna de Alan Moore. ¿Cómo? A partir de la pseudosecuela y lo metarreferencial como homenaje.
Lo metarreferencial es aquello que alude a lo ya existente y construye a partir de dichos elementos, referenciándolos, pero incluyéndolos en un nuevo contexto. Además de servir como guiño o señal al espectador o lector ya iniciado o ilustrado. En el 1×06, titulado This extraordinary being el showrunner despacha y despide de un plumazo la obra de Snyder, a partir de un burlesco y satírico prólogo en el que se critica la hiperestilización del estilo y formato superheróico, reduciéndola a meras imágenes de subtexto en televisiones de fondo, como lo eran los Relatos del Navío Negro en algunas páginas del Watchmen de Moore. Más allá, la continuación del capítulo acrecenta esta sensación y da lugar a la creación de un icono muy necesario para la actual sociedad. Si ya quedó claro desde el principio que la gran protagonista de la historia era una mujer y afroamericana (rompiendo el molde y el tabú, sobre todo en esta propia obra), en este capítulo se expone, con un eficaz discurso narrativo y un virtuosismo estilístico que renueva (toda la trama de Ozymandias/Veidt en Europa más adelante, da fe de ello) a la vez que homenajea además de al tebeo original (igualmente Veidt, dentro de esta subversión de su particular universo atrapando la bala en un duelo final con el “primer clon”), a todo el formato comiquero; la identidad, raza, orientación sexual y motivaciones (todo junto y de golpe) de uno de los justicieros de los Minutemen, personajes previos a los Watchmen. Damon Lindelof, con la ayuda de su habitual co-guionista Nick Cuse, crea una serie que alude a las viñetas más icónicas del tebeo durante los nueve episodios de duración. Por ejemplo, todo el capítulo piloto It’s summer and We’re Running out of ice respira toda la esencia de la obra encapsulada en 60 minutos. No es tanto la comparación en términos narrativos como de planos concretos. Por numerar: Looking Glass con su máscara levantada comiendo judías en lata cual Rorschach en casa de Dan Dreiberg; el vuelo de una aeronave al más puro estilo Archie (aparición estelar, por cierto) o la placa al final del capítulo tirada en el suelo y que finalmente le cae una gota de sangre como el Smiley del Comediante, etc. Digna mención a la banda sonora de Atticus Ross y Trent Reznor, ensambladora de todas las motivaciones narrativas según personaje y su tormento o carácter.
Son los personajes los que indudablemente permiten integrar la metarreferencia con el homenaje. Se podría desgolsar punto por punto el número de personajes que son nuevosa la vez que son espejos y reflejos de los dibujados. Como la trama está ambientada en presente, pero con constantes flashbacks y personajes merodeando en el ahora y en el pasado, los protagonistas beben de una y de otra generación. Looking Glass/Wade Tillman (Tim Blake Nelson) es el trasunto cobarde y paranoico (más aún) que un Rorschach (guiño en el 1×01) cuya figura ha sido dividida en dos, una por lo mencionado y otra por la asunción del Séptimo de Kaballería de las convicciones más radicales de Walter Kovacs. La agente Blake (Jean Smart), ex Especto de Seda, parece que acepta el apellido de su progenitor y, por supuesto, su cinismo. Durante su capítulo de presentación, el modus operandi de su personaje es lo más parecido al Comediante que hay en toda la temporada, además de agenciarse para ella el chiste de Pagliacci. Homenaje y metarreferencia constante. Lady Trieu es, asimismo de la revelación del último episodio, otro trasunto de un personaje original en cuanto a valores, forma de ser, arrogancia y motivaciones. La nueva Ozymandias. Y el personaje más representativo es el que encarga Regina King con su Sister Night/Angela Abar. En ella convergen las características y personalidad de varios personajes. En ella hay ecos de Búho Nocturno (el lado detectivesco, investigador…), Rorschach (poca ética moral, justicia por su cuenta …), Especto de seda (figura paterna/familiar turbia, debilidad sentimental en cuanto a su pareja, pero sin embargo gran luchadora…) y la creación de una actitud y desarrollo personal novedosos y muy necesarios para el discurso social, de raza y de género que pretenden y consiguen transmitir Damon Lindelof y sus secuaces desde los primeros instantes. La metarrerencia andante.
Una serie impregnada de posmodernidad, creando sus propios y actuales conceptos, usándolos y mezclándolos. La puesta en escena y el discurso narrativo durante toda la temporada no es, cuanto menos, novedoso. Aunque es funcional y orgánico. Damon Lindelof apuesta todo hacia la división capitular como si de un lanzamiento de números de tebeo se tratase. Se permite la licencia narrativa de congelar la trama principal (no es una novedad en una serie, pero transmite su objetivo) en algunos episodios para narrar las peripecias u orígenes de otros personajes secundarios pero no por ello menos influyentes. Al fin y al cabo el objetivo es la denuncia. Alan Moore quería transmitir la sensación de conspiración y paranoia de la sociedad americana durante la Guerra Fría, y, como su cómic, ponía de relieve un universo paralelo con las soluciones (y resultados) drásticas en las que podía desencadenarse todo. En la serie, Damon Lindelof aprovecha el terror social latente abducido por partidos políticos ultraderechistas y neofascistas para colocar un discurso de denuncia de raza, de sociedad y de género. Justicia encapuchada es negro y es gay, el Dr. Manhattan es negro, y el gran héroe de esta historia no es ni blanco ni hombre (ausencia total de la moralidad y ética Búho Nocturno). Es mujer, es negra y su nombre es Angela Abar.
Watchmen (showrunner Damon Lindelof, EEUU, HBO, 2019)
Dirección: Nicole Kassell, Stephen Williams, Steph Green, Andrij Parekh, David Semel, Frederick E.O. Toye/ Guion: Damon Lindelof (creador), Dave Gibbons (supervisor), Alan Moore (creador original), Nick Cuse, Lila Byock, Christal Henry, Cord Jefferson, Jeff Jensen, Claire Kiechel, Stacey Osey – Kuffour, Carly Wray / Producción: John Blair, Tiffany Chung, Nick Cuse, Pam Fitzgerald, Karen Wacker / Diseño de Producción: Kristian Milsted, David Lee, Mark Worthington / Fotografía: Alex Disenhoff, Chris Seager, Gregory Middleton, Xavier Grobet, Andrij Parekh/ Música: Trent Reznor, Atticus Ross / Reparto: Regina King, Jeremy Irons, Don Johnson, Tim Blake Nelson, Louis Gossett Jr., Adelaide Clemens, Andrew Howard, Tom Mison, Frances Fisher, Jacob Ming-Trent, Yahya Abdul-Mateen II, Hong Chau, Dylan Schombing, Jean Smart, Sara Vickers, James Wolk, Lily Rose Smith, Danny Boyd Jr., Dustin Ingram, Nicholas Logan, David Michael-Smith, Alexis Louder
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