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UNA VIDA A LO GRANDE

A 12 cm del idilio

Alexander Payne se ha atrevido con una historia totalmente diferente a las que suele contar convirtiendo su nueva película, Una vida a lo grande, en una gran apuesta cinematográfica. Con directores como él, con un nombre ya establecido en la industria, una película de estas dimensiones que promete tanto supone arriesgar con un amplio abanico de resultados, desde el éxito más inclasificable hasta (siendo dramáticos) la ruina más miserable.

¿Os podéis imaginar una vida en la que los humanos pudiesen encoger sus problemas? ¿Una vida en la que tus recursos sean casi inagotables a un precio de chiste? ¿Podéis imaginar un mundo donde las toneladas de residuos generadas por una comunidad en un año sean reducidas a una bolsa de basura? Si no podéis imaginarlo, Payne os lo muestra. Todas estas preguntas, planteadas al inicio de la película, se ven resueltas gracias a un avance científico que hace que el cuerpo humano pueda reducirse a una altura de 12 centímetros. Esta premisa parece sacada directamente de los 80, concretamente de películas como Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989) o El chip prodigioso (Joe Dante, 1987) y aunque Una vida a lo grande recurre a esa nostalgia que, de forma ingeniosa y cómica, jugaba con los límites de la ciencia como podría hacerlo un niño con plastilina, esta vez hay una verdadera razón de fondo: la limitación de recursos que la Tierra puede llegar a ofrecernos, hecho que podría acabar en la extinción del ser humano.

La primera parte del filme nos cuenta cómo Paul (Matt Demon) deja atrás la vida que le ha tocado vivir, esa que ya se le hace cuesta arriba y le deja sin opciones para poder avanzar. Lo ha visto en las noticias y funciona, así que, sin mucho que perder, decide someterse a una reducción de tamaño. Tras la transformación empieza a tener citas, a conocer gente nueva (Christoph Waltz, que interpreta a un vecino ruidoso y multimillonario con el que acabará compartiendo nuevas experiencias), a salir de fiesta… Pero sus problemas no menguan con su tamaño, solo cuando empieza a conocerse a sí mismo los problemas parecen menores. Hasta aquí la película goza de un gran sentido del humor sin renunciar a su principal motor, que los actos pequeños son los que cuentan y tienen eco en el resto del mundo.

Con la aparición de Kgoc Lan (Hong Chau), una revolucionaria humanista, la película da un giro de 180 grados y se torna en una representación de la verdadera sociedad y es que, durante una hora, vuelves a olvidar que su tamaño es menor, que no hay problemas cuando eres pequeño. También hay lugares deprimentes en el paraíso. Esta segunda parte de la película es coherente con el resto y refuerza su mensaje, aun así, es imposible no sentir que algo ha cambiado y crees (solo crees) que es para mal. La fábula ya no es solo una moraleja que aprender. Es real. La miseria existe vayas donde vayas y sentirse grande y con fuerzas para ayudar a aquellos que lo necesitan no es una cuestión de altura.

El cambio de registro, sumada a ese enfoque humanista que eclipsa una propuesta interesante e innovadora, hace que la película acabe perdiéndose en lo que desde un principio promete: una película de ciencia ficción que nace de la necesidad de abrir los ojos al espectador para hacerlo consciente de que los pequeños detalles son los que realmente cuentan. Porque todos estamos a 12 centímetros del idilio y para alcanzarlo, solo hay que proponérselo.


Una vida a lo grande (Downsizing, EEUU, 2017)

Dirección: Alexander Payne / Guion:  Alexander Payne, Jim Taylor Producción: Jum Burke, Megan Elison, Mark Johnson, Alexander Payne, Jim Taylor… / Diseño de producción: Stefania Cella / Música:  Rolfe Kent/ Montaje:  Kevin Tent / Fotografía: Phedon Papamichael / RepartoMatt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Jason Sudeikis, Udo Kier, Neil Patrick Harris, Laura Dern, Margo Martindale, Kerri Kenney, Maribeth Monroe, Niecy Nash, Donna Lynne Champlin, Joaquim de Almeida, Rolf Lassgård..

 

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