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UN PLIEGUE EN EL TIEMPO

Una experiencia única

un pliegue en el tiempo

Soy una chica disney. No me importa decirlo. Por eso he ido a ver Un pliegue en el tiempo, la nueva película Disney que, para mi sorpresa, estaba dirigida nada menos que por Ava DuVernay, la directora de Selma (2014). Suena bien, ¿verdad? Eso me parecía a mí y, sin embargo, todavía sigo lamentándome por las dos horas de mi vida que jamás recuperaré.

La película cuenta algo, o eso creo. Cuenta la historia de Meg (Storm Reid), una niña insegura y acomplejada que, tras cuatro años desde la desaparición de su padre, intenta callar a los chicos malos del instituto que se meten con ella. Esta premisa desemboca en una historia de aventuras donde Meg, junto a su irritante hermano de nombre irritante, Charles Wallace, y el chico guapo, que aparece sin más explicaciones que “estoy aquí porque lo he sentido”, se disponen a buscar a su padre que ¡por cierto! resulta que está al otro lado del universo. Como los niños no pueden viajar por el universo por sí solos, reciben la visita de las Señoras Qué, Cuál y Quién, tres mujeres que explican que la oscuridad está devorando la luz, que Meg es clave para que esto no suceda y que van a ayudarlos a atravesar un agujero de gusano (lo que aquí llaman deseractuar) para encontrar a su padre.

Una vez establecidos en un universo daltónico, lleno de contrastes y colores saturados, la Señora Qué se convierte en lo que parece una lechuga voladora. Esto, risas aparte, intenta ser un punto de inflexión en un ambiente «tenso» donde los problemas llegan provocados por los propios protagonistas y, aunque su función no sea otra que lucir los psicodélicos efectos especiales, toda la parafernalia del CGI queda pobre en una trama inconexa y ociosa.

un pliegue en el tiempo

Siguiendo la línea de otras películas Disney de acción real (y más certeras) como Los seis signos de la luz (David L. Cunningham, 2007) o Viaje al centro de la tierra (Eric Brevig, 2008), las referencias son claras: el mundo extravagante de Alicia en el país de las maravillas (Clyde Geronimi,  Hamilton Luske,  Wilfred Jackson, 1951), las señoras haciendo de “guías espirituales” como los fantasmas de Un cuento de Navidad (Charles Dickens, 1843), el espíritu aventurero y el relato fantástico de La historia interminable (Wolfgang Petersen, 1984) con bicho volador y “la nada” incluidos, o el tornado y la búsqueda de un objetivo en El Mago de Oz (Victor Fleming, 1939). Pero todo el exceso de la película juega en su contra, dando la patada a las buenas intenciones de DuVernay. Los cambios repentinos de vestuario, los huecos en el argumento, la efímera aparición cómica de Zach Galifianakis… Todo parece estar en manos del azar salvo una cosa: la fabulosa maestría con la que Disney vuelve a introducir el amor como base del universo y cura de todos los males, nótese la ironía. En fin, que con todo este popurrí yo ya no sabía si estaba en el cine viendo Un pliegue en el tiempo o en el mundo de Oz buscando un corazón donde cupiese tanta diarrea amorosa.

Después de toda esta lista de sinsentidos me encuentro con que dicen que la película tiene un mensaje feminista. Y digo “dicen” porque el hecho de que las protagonistas sean casi en su totalidad mujeres no significa que su discurso siga ese camino y que así lo haga es pretencioso y arrogante. La aparición de las señoras (Reese Witherspoon, Oprah Winfrey y Mindy Kaling) no aporta una visión innovadora al género, no son papeles determinantes en la historia. La directora estadounidense pretende aprovechar el tirón de las actrices como mujeres fuertes y empoderadas en la industria para dotar a sus personajes de esa misma fuerza y, a pesar de sus esfuerzos, yo solo veo a Witherspoon pasar de su etiqueta de rubia tonta a la de pelirroja un poco menos tonta, a Winfrey ejercer de icono supremo con mucha presencia pero que no quiere mojarse en nada y a Kaling citando a Shakespeare, Buddha o Churchill con la finalidad de parecer tiernamente inteligente. Y para colmo, cuando las cosas se ponen feas para los tres niños, las tres señoras desaparecen porque “no pueden hacer más”. ¿Y qué han hecho? Nada. Pero no voy a malmeter más contra el film. A veces menos es más y la película de DuVernay está llena de buenas intenciones que posiblemente hubieran funcionado mejor en una cinta de animación al más puro estilo de El guardián de las palabras (Joe Johnston, Pixote Hunt, 1994) donde el tono infantil y aparentemente simplón fascina a pequeños y mayores.

un pliegue en el tiempo

Pero la sala estaba llena (que es lo que Disney pretendía) y a mi alrededor sólo había niños que no prestaban atención, que jugaban con el móvil mientras sus padres, atónitos, miraban la pantalla con cara de “que alguien me diga qué estoy haciendo aquí”. Y yo, que compartía esa misma incertidumbre, deseaba que Charles Wallace se callara  mientras envidiaba la calma con la que el señor de al lado echaba la siesta.  Sin duda alguna, ver Un pliegue en el tiempo es una experiencia única (o eso espero).


Un pliegue en el tiempo (A Wrikle in Time. Estados Unidos, 2017)

Dirección: Ava DuVernay/ Guion:  Jennifer Lee, Jeff Stockwell (Novela: Madeleine L’Engle) Producción:  / Fotografía: Tobias A. Schliessler  / Montaje: Spencer Averick / Música: Ramin Djawadi / Dirección artística: Greg Hooper, Jeff Julian y David Lazan / Diseño de producción: Naomi Shohan / Reparto: Storm Reid, Deric McCabe, Oprah Winfrey, Reese Witherspoon, Mindy Kaling, Storm Reid, Zach Galifianakis, Chris Pine, Gugu Mbatha-Raw, André Holland, Levi Miller, Bellamy Young, Rowan Blanchard, Will McCormack, Michael Peña, Daniel MacPherson

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