TRES PISOS
Mientras el tiempo pasa
El punto de partida de Tres pisos (Nanni Moretti, 2021) es un evento singular: un coche conducido por Andrea, hijo rebelde de un juez, se estampa contra la casa de la familia de Lucio y Dora, mientras que Monica lo presencia todo aunque sin mucha atención, pues está dando a luz. A partir de ese momento, las tramas correspondientes a cada familia pasan a bifurcarse, mostrando su evolución a lo largo de 10 años.
Así, dentro de su reciente deriva hacia el drama más clásico, el director italiano adapta el libro homónimo de Eskhol Nevo (usando por primera vez un guion que no es de cosecha propia). Si la novela relata la historia de tres familias a lo largo de 10 años en Tel Aviv, Moretti elige hacer lo mismo pero lo ambienta en Roma. No hay un retrato, por tanto, desde la idiosincrasia del lugar -más allá de una breve escena que denuncia la escalada racista en Italia- sino una búsqueda por representar dinámicas familiares universales -todo lo universales que pueden ser historias de familias únicamente de clase media-alta y no racializadas- y explorar la psicología de sus personajes.
La elección del libro de Nevo permite a Moretti exponer, por tanto, desde el tema de la locura que desencadena en Monica su parto (algo que pasó con su madre) hasta la relación dolorosa del mencionado juez con su hijo delincuente, poniendo a la esposa y madre en la diatriba de tener que elegir entre los dos. Ambas historias contienen los momentos más hermosos de la película. El pulso con el que dirige el italiano, manejando unos códigos formales pertenecientes al drama clásico, muy mínimos (casi rayando con lo frío), permite que los momentos más emotivos destaquen gracias a sus actores. En especial la actuación de Alba Rohrwacher en el lento descenso de Monica por los caminos de la esquizofrenia, y las conversaciones telefónicas de Dora con su marido en el tercer acto mientras emprende un proceso de búsqueda personal.
La tercera historia trata un tema más delicado, que es el de los supuestos abusos de un anciano con demencia a una niña y la posterior obsesión del padre con el tema. Una obsesión que le lleva a tener relaciones con Charlotte, nieta del anciano, quien se descubre posteriormente que también es menor. Aquí ese juego narrativo, por llevar ese peso cercano a lo polémico y por su forma, destaca sobre el buscado desarrollo de los personajes. Funciona mejor cuando el drama del supuesto abuso va quedando lejano pero latente, con un final conmovedor que recoge todo el esfuerzo dramático con el que Adriano Gianinni encarna a Giorgio, padre de Francesca.
Tres pisos culmina como empezó, reuniendo a los personajes que quedan junto a los que han llegado. Todos se deleitan con una caravana de parejas que bailan el tango. Moretti, frente a ese edificio que ha ido recordando al espectador lo implacable del paso del tiempo -que imprime la memoria con sus tristezas y alegrías- recuerda al espectador que la vida es como un baile: absurda, pero hermosa.
Tres pisos (Tre Piani, Nanni Moretti, 2021)
Dirección: Nanni Moretti /Guión: Nanni Moretti, Federica Pontremoli, Valia Santella. Novela: Eshkol Nevo /Fotografía: Michele D’Attanasio /Música: Franco Piersanti /Reparto: Riccardo Scamarcio, Alba Rohrwacher, Nanni Moretti,