TOM OF FINLAND
Sexo para todos los públicos
Los dibujos de Touko Laaksonen, más conocido como Tom de Finlandia, representan a figuras hipermasculinas en posturas eróticas o directamente sexuales, disfrutando libremente del placer que se dan entre sí. Su obra, iniciada en tiempos en los que la homosexualidad se vivía en la clandestinidad, subvirtió el modelo asociado entonces a la homosexualidad jugando con los prototipos del macho viril propios del realismo socialista y la publicidad estadounidense. A través de esta subversión, Laaksonen ayudó a muchos homosexuales a redefinir su identidad, apartándose del cliché del homosexual débil y afeminado (propiciado por una mentalidad que aunaba homosexualidad con enfermedad) para construir un nuevo paradigma del gay.
Ahora, el director Dome Karukoski recupera la figura de Tom de Finlandia en una película de holgados medios que repasa la vida del dibujante desde sus años en la Segunda Guerra Mundial hasta el éxito comercial. Construido como un biopic clásico, el filme desgrana de manera cronológica los sucesos vitales que llevaron a Laaksonen a dejar su cómodo trabajo en una agencia de publicidad para dedicarse a tiempo completo a hacer dibujos que, aún hoy en día, son considerados pornográficos.
Si la obra de Tom de Finlandia es o no pornografía es un debate complejo que requeriría más páginas que las de este texto, pero en la película es Laaksonen mismo, sin etiquetas de ningún tipo, el que pone el acento en el placer sexual. Como dice en un momento, “sé que es bueno si se me pone dura”. Pero no es esa la única motivación que la película plantea para su protagonista. El tiempo pasado en el ejército y, en particular, algo que le sucede con un paracaidista, cobra gran importancia. La camaradería militar se contrapone a la violencia hasta convertirse, en sus trabajos, en esos hombres fornidos que se acarician los unos a los otros con una sonrisa en el rostro. El director mantiene esta referencia de forma constante mediante flashbacks y retazos fantásticos en los que la mente de Laaksonen regresa, una y otra vez, al trauma bélico, construyendo poco a poco un naif pero eficaz discurso de “haz el amor, no la guerra”.
La película tampoco esquiva la vida en clandestinidad que le esperaba a un homosexual de mediados del siglo XX. La rígida moral finlandesa, que convertía al gay en un delincuente y un enfermo, es uno de sus centros dramáticos, representado sobre todo en el personaje de la hermana del protagonista, una mujer que vivió siempre a su lado pero con la que nunca pudo comunicarse libremente. Sin embargo, esta relación nunca llega a ser plenamente aprovechada, en particular porque el director trabaja toda la película con el manual de estilo del biopic moderno: si no fuera por los hombres desnudos, parecería una secuela de El discurso del rey (Tom Hooper, 2010) o The Imitation Game (Morten Tyldum, 2014). Siguiendo el patrón marcado por esas y otras películas de éxito, Karukoski mantiene todo el rato una puesta en escena sin convicción dramática y, lo que es peor, sin ningún tipo de capacidad subversiva o erótico-festiva, lo que supone un contrasentido trabajando con un personaje como Tom de Finlandia. De hecho, incluso da muestras de pacatería al mostrar la obra de Laaksonen, que tiende a aparecer de refilón, casi como si les diera vergüenza.
En cierto momento de la película, en el año 1973, el protagonista viaja por primera vez a California. El soleado estado estadounidense aparece ante sus ojos como la meca de la vida gay, con hombres que van de la mano por la calle y policías que no solo no hacen redadas contra los “maricones” sino que no se molestan porque les hagan bromas sexuales. Aunque esta imagen idílica se matiza (levemente) con los ataques a la comunidad gay durante el apogeo del sida, y aunque no cabe duda que para el propio Laaksonen la vida en Los Angeles debía ser liberadora en comparación con lo que encontraba en Europa, llama la atención que se presente algo así solo cuatro años después de, por ejemplo, los disturbios de Stonewall. Si el trabajo de Tom de Finlandia tuvo una importancia capital en el desarrollo de la comunidad gay es precisamente porque, vivieran en Europa o Estados Unidos, ser gay suponía, a mediados y finales del siglo XX, vivir de forma furtiva. Los dibujos de Tom de Finlandia ayudaron a romper con la vergüenza imperante, con el tópico del “mariposón”, abriendo la puerta a construir nuevas identidades, lejos de las anteriormente impuestas por una sociedad represiva y retrograda. Algunas de estas ideas están en Tom of Finland, sobre todo a nivel de guion, pero el convencionalismo y la discreción con la que están desarrolladas visualmente hacen que la película resulte, más que un tributo o una exploración de la vida y la obra de Touko Laaksonen, una domesticación de un trabajo cuya fuerza estaba precisamente en salirse de todos los parámetros establecidos.
Pablo López
Tom of Finland (Finlandia, Suecia, Dinamarca, Alemania, Estados Unidos)
Dirección: Dome Karukoski / Guión: Aleksi Bardy / Producción: Aleksi Bardy, Miia Haavisto, Annika Sucksdorff / Música: Lasse Enersen, Hildur Guonadóttir / Fotografía: Lasse Frank Johanessen / Montaje: Harry Ylönen / Diseño de producción: Christian Olander / Reparto: Pekka Strang, Lauri Tilkanen, Jessica Grabowsky, Jakob Oftebro, Werner Daehn, Seumas F. Sargent, Kari Hietalahti
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