TIME OF MOULTING
Espacios en el tiempo o (la domesticación del instinto)
El aislamiento, la compactación y el terror son los elementos clave de Time of Moulting (Fellwechselzeit), la opera prima de Sabrina Mertens, que juega con la reconstrucción de los espacios de una casa a la vez que muestra retazos de la vida de una familia alemana en los años setenta. Su núcleo, compuesto por un padre pasivo y distante, una madre delicada y mentalmente inestable y una hija pequeña curiosa y posteriormente indomable, se verá trastocado en cincuenta y siete planos fijos y en dos décadas distintas.
Mertens logra con Time of Moulting establecer las bases de un relato no muy lejano a un cuento de terror que se adentra en lo escabroso de los muros de una casa. Muros que encierran algo más que habitaciones pobladas de objetos y artilugios, más que espacios multiplicados debido a los diferentes ángulos y encuadres… Lo curioso de la posibilidad especulativa a la que se presta el film aporta todavía más importancia al entramado formal de Mertens, quién consigue hacer que la oscuridad y el horror vacui representen el estado anímico de los personajes. Una puesta en escena sólida nos habla de la soledad de una niña que se hace adolescente entre las paredes de una casa-jaula y pierde su inocencia. Una pequeña que al crecer se topa con la inquietante situación en la que vive su familia.
Valérie Massadian exploraba el mundo de la niñez en Nana (2011) y la adolescencia en Milla (2017) de una manera que similar a la de Mertens. La directora de Time of Moulting parece aglutinar esa mirada siniestra y a la vez intrigante que posee un niño en un entorno precario y sensiblemente extraño. Esa mirada que por medio de un dispositivo sádico que recuerda al mejor Michael Haneke se convierte en representación soterrada de una verdad muy oscura. La masturbación y el juego casi permanente con el suicidio amanecen como tentativas de escape, constituyendo un entramado de apariciones y desvíos que sorprenden a la vez que aterran, gracias a un uso de la música preciso y contenido. El tiempo congelado y la locura suspendida en la quietud parecen sugerir que hay algo más allá de lo aparente, quizá un pasado demasiado infernal como para abordarlo directamente. Por eso es que los dibujos de la niña y su continuo interés por unos cuchillos de carnicero escondidos en el desván —pertenecientes a su abuelo quién, suponemos, vivió en la década de los cuarenta— vuelven siempre a mostrarse entre la oscuridad, de la que no puede salir.
La película pertenece al cine más tenso y menos provocativo, al cine de la insinuación, del caótico devenir de acontecimientos suspendidos en un tiempo tensionado por la pulsión interna de un plano inmóvil. Un cine al que la espera perpetua le otorga una consistencia que niega el clímax para mayor ruptura narrativa. Al final, Time of Moulting se torna múltiple, tanto en interpretación como en número de espacios, dejando dudas acerca de su naturaleza perversa sin caer en la contradicción o en la falta de recursos. Entenderla es más difícil que presenciarla ya que, como decía Truffaut: “el que ha visto una película una sola vez, no ha visto nada”. ¿Es que acaso la automutilación casi inapreciable esconde algo más que un síntoma del confinamiento? ¿Hay canibalismo en Time of Moulting? ¿Acaso se retrotrae también al pasado nazi de Alemania?
Time of Moulting (Fellwechselzeit, Alemania, 2020)
Dirección: Sabrina Mertens / Guion: Sabrina Mertens / Producción: Sabrina Mertens / Fotografía: Jan Fabi / Edición: Marco Rottig / Música: Ole Olhendorf, Jonathan Rösch / Reparto: Zelda Espesnchied, Miriam Schiweck, Freya Kreutzkam, Bernd Wolf