THE OWNERS (LOS PROPIETARIOS)
Mucha sangre, poca personalidad
Abre The Owners (Los propietarios) un inmenso prado, remanso de paz al que se acude únicamente al principio y al final del filme, como un lugar ajeno a los horrores que pasan en la casa. La cámara recorre este paisaje con cariño con un travelling lateral hasta que se topa con un coche, al que se acerca con curiosidad. Dentro del vehículo vemos a los protagonistas, y es en este instante en el que la película se muestra sin reparos como lo que es: una representación de estereotipos maniqueos. De esta forma, nos muestra al supuesto jefe de la banda, Nathan, como un rapero frustrado, a Gaz, el loco tatuado y a Terry, el inocente con sobrepeso. Más adelante se une Mary (Maisie Williams), que se presenta como la novia controladora de Nathan. Este grupo se define de forma superficial y estereotipificada para no tener que establecer vínculos más profundos con el espectador. Es una forma sencilla y rápida de que los conozcamos y veamos con sentido las acciones que llevarán a cabo más adelante cada uno de ellos.
Así comienza The Owners, primer largometraje de Julius Berg, que da el salto a la gran pantalla después de dos décadas trabajando para televisión, adaptando la novela gráfica Une Nuite de plein lune, de Hermann Huppen y Yves H.
El plan de la banda es, a priori, sencillo: entrar en la mansión de los Huggins, una pareja de ancianos, abrir la caja fuerte mientras no están e irse. El grupo protagonista es mostrado como gente de pocos recursos en un intento vacío de darle justificación o un poso social al robo, ya que por un lado Julius lo plantea como “pobre roba a rico”, pero por el otro los muestra como a una pandilla de vándalos descerebrados.
El único problema es que no tienen la combinación de la caja, así que deciden esperar a que lleguen los Huggins, amordazarlos y que se la digan. A partir del momento en que la pareja vuelve a casa, The Owners cambia progresivamente de una película de atracos a una película de terror. Aprovechando las múltiples discusiones del grupo, que demuestran no tener la situación bajo control y actuar por impulsos, Richard Huggins aprovecha para mostrar que los conoce y que son ellos los que deben tener miedo, como ya pasaba en otras películas como No respires (Federico Álvarez, 2016).
Además, casi al mismo tiempo que con el cambio de género, cambia el protagonismo hacia Mary, quien descubrirá los oscuros secretos de la familia. Los Huggins basculan entre la familia Baker del videojuego Resident Evil 7 (2017), especialmente en la escena de la mesa en la que Richard menciona la plaga de insectos de todo tipo que hay en la casa, y las drogas alucinógenas suministradas en bonitas tazas de té de Déjame salir (Jodan Peele, 2017).
La falta de empatía hacia unos personajes desagradables, violentos o simplemente locos, permite que The Owners se pueda disfrutar sin culpas, simplemente observando la vorágine de sangre y violencia en ocasiones próxima al gore y el juego de supervivencia. A parte de esto, su punto débil quizá radique en ese cúmulo de referencias tan típico del posmodernismo pero que impiden que cuente con un espíritu propio.
The Owners (Los propietarios) (Reino Unido, 2020)
Dirección: Julius Berg / Producción: Alain de la Mata, Christopher Granier-Deferre / Guion: Julius Berg, Matthieu Gompel, Geoff Cox / Música: Jean Paul Frazer, Vincent Welch / Fotografía: David Ungaro / Montaje: Marc Boucrot / Diseño de producción: Bobbie Cousins / Reparto: Maisie Williams, Rita Tushingham, Sylvester McCoy, Jake Curran, Ian Kenny…