EL ÚLTIMO BAILE (THE LAST DANCE)
El documental definitivo sobre el mejor deportista de todos los tiempos
Al inicio de la temporada 97-98, las aguas estaban revueltas en el vestuario de los vigentes campeones de la NBA, los Chicago Bulls de Michael Jordan. El General Manager de la franquicia, Jerry Krause, buscaba una reconstrucción de la plantilla y ya había anunciado que esta sería la última temporada de Phil Jackson, el Maestro Zen que había transformado al equipo tras convertirse en entrenador jefe en 1989. Jackson, que con su “triángulo ofensivo” había construido unos Bulls más colectivos, que dependían menos de su gran figura, había conseguido 5 de los últimos 7 títulos y era una figura importantísima para sus jugadores. Michael Jordan declaró que no jugaría al año siguiente si Jackson no estaba. Scottie Pippen, el escudero del mejor jugador de la historia, llevaba años sintiéndose menospreciado económicamente por Krause y se encontraba ante su año final de contrato, por lo que era predecible un cambio de aires de cara al siguiente curso. Dennis Rodman, el encargado de la defensa y los rebotes, del “trabajo sucio”, tenía una opción de jugador al finalizar la temporada. Eso quería decir que podía decidir si seguir o no en los Bulls cuando terminase el año. Todo parecía indicar que el mundo del baloncesto se enfrentaba al final de uno de los mejores equipos de la historia (si no el mejor). Phil Jackson, al planificar la temporada, quiso usar toda esta narrativa para motivar a sus jugadores y tituló así al curso que estaba por empezar: “The Last Dance (El último baile)”.
Andy Thompson, ejecutivo de la rama de entretenimiento de la NBA, supo distinguir que la compañía se encontraba ante un momento histórico e irrepetible y solicitó acceso exclusivo para sus cámaras al “detrás de las escenas” del equipo durante todo el curso. Gracias a su buena relación con MJ (y a que se le prometió a éste el control absoluto de las imágenes obtenidas), los Bulls le dieron el visto bueno. Adam Silver, que por aquel entonces era el presidente de NBA Entertainment y ahora es el máximo mandatario de la NBA, describía la oportunidad de la siguiente manera: «Nadie en la NBA ni en ningún otro deporte lo había hecho, y no decidimos hacerlo con un equipo más, sino con el mejor jugador de la historia, Michael Jordan, que es sobreprotector de su imagen y privacidad«. Desde entonces, las más de 500 horas de material que obtuvo el equipo de rodaje permanecieron inéditas. Hasta ahora. El productor Mike Tollin y el director Jason Hehir llevaban desde 2016 intentando convencer a Jordan para sacar a la luz el documental, y finalmente lo han conseguido. Las malas lenguas dicen que el motivo es que His Airness ve peligrar su legado por lo que pueda conseguir en sus últimos años de carrera LeBron James, el que para muchos es ya el segundo mejor jugador de la historia. Lo cierto es que, haga lo que haga King James o cualquier otro, El último baile demuestra que la leyenda de Michael Jordan es, a todos los niveles, insuperable.
A lo largo de sus 10 episodios, el trabajo de Hehir va hilando los entresijos inéditos de la temporada 97/98 con un repaso a la trayectoria personal y profesional de Jordan, y resulta imprescindible en cualquiera de sus dos facetas. Como documental sobre el funcionamiento de un equipo campeón, muy pocas veces se ha visto un acercamiento tan inmersivo en una plantilla de tanta importancia. Y lo que mejor hace El último baile es saber trasladar ese ambiente a un público que no tiene por qué ser un fanático del baloncesto. Las estadísticas, casi una religión para los analistas y aficionados al deporte americano en general, brillan por su ausencia durante todo el documental. Da igual el promedio de puntos por partido de Jordan o los rebotes totales que cogiera Rodman, Hehir no basa su relato en los números, sino en cómo la dinámica del equipo y sus jugadores van cumpliendo las expectativas propias y ajenas, y en cómo esto afecta al conjunto. Por ejemplo, las salvajes y acaloradas disputas internas entre vestuario y directiva, con insultos constantes de MJ y de sus compañeros hacia Jerry Krause. O el liderazgo de Phil Jackson para controlar los egos de un Jordan extremadamente competitivo, un Pippen desencantado con la franquicia hasta el punto de pedir el traspaso en mitad de la temporada y un Rodman que, fiel a su estilo de vida extravagante (hay un documental de 2019 magnífico en Movistar+ para tratar de comprender mejor su carácter, Rodman: para lo bueno y para lo malo, de Todd Kapostasy), desaparece casi una semana para irse de fiesta a Las Vegas con Carmen Electra, o se ausenta sin permiso durante las finales para participar en un combate de lucha libre con Hulk Hogan. Esta dualidad narrativa del éxito frente al desgaste psicológico que se esconde detrás es también la base para definir la personalidad del auténtico protagonista del documental, un mito del deporte al que nunca habíamos visto abrirse así frente a las cámaras.
La vida deportiva de Michael Jordan fue una constante superación de retos. De ser rechazado en el equipo de su instituto a ganar la liga universitaria con un tiro a escasos segundos del final. De ser elegido en tercer lugar en el Draft de 1984 a coronarse como novato del año y, solo 4 años después, MVP de la liga y del All Star, máximo anotador y defensor del año. De ser eliminado 3 veces consecutivas en Playoffs por los bad boys de los Detroit Pistons a cambiar su físico y su estilo de juego para derrotarles y ganar 3 títulos seguidos. De sufrir la muerte de su padre y estar 2 años retirado del baloncesto (otro documental interesante sobre esta etapa en Movistar+, La decisión de Michael Jordan de 2010, dirigido por Ron Shelton) a volver con 32 años y volver a ser el mejor jugador de la liga, ganando otros 3 títulos de campeón. De volver a retirarse a, de nuevo, regresar para seguir batiendo récords con más de 40 años. Y estos son solo los ejemplos más destacados, pero hay mil más para elegir. Su personalidad ganadora se ha visto forjada por sus hermanos y su madre, pero sobre todo por su padre, James Jordan, pilar fundamental en la vida de MJ hasta su trágica muerte en 1993. Todos habíamos visto las fotos de Jordan abrazado a los trofeos de campeón de 1991, 1992 y 1993, el primer threepeat. Pero nunca habíamos reparado en que, en esas fotos, siempre aparece su padre a su lado. James Jordan fue mentor, consejero, confesor y mejor amigo de Michael. La filosofía del esfuerzo y de convertir lo negativo en positivo que le inculcó su progenitor desembocó en la competitividad y el carácter ganador que definen a Michael Jordan.
Esta obsesión por la victoria llegó a tal extremo que Jordan llegaba a inventarse o a exagerar afrentas de sus adversarios para tomar venganza contra ellos. Detrás de cada éxito, siempre había una provocación. Siempre. Sus rivales, al hablar de él en las entrevistas, repiten una y otra vez el mismo patrón: Alguien le dice algo, le menosprecia, le ignora… Y al siguiente partido, Jordan se disfraza de Dios sobre una cancha de baloncesto para responderles. Una obstinación tan desorbitada que también tuvo sus sombras, como sus problemas con las apuestas o la excesiva presión a la que sometía a sus compañeros. MJ confesó a Hehir que en un principio no quería hacer el documental porque “cuando la gente mire estas imágenes, no estoy seguro de que puedan entender por qué era tan intenso, por qué hice esas cosas, por qué actué como lo hice y por qué dije las cosas que dije. Cuando vean las imágenes, pensarán que soy una persona horrible.”, y logra justificar este comportamiento con la mejor afirmación de las 10 horas de documental: «Ganar tiene un coste, el liderazgo tiene un coste. Entonces, presionaba a la gente cuando no quería ser presionada. Los desafiaba cuando no querían ser desafiados. Y me gané el derecho porque los compañeros que venían hacia mí no pasaron por todas las cosas que yo pasé. Una vez que te unías al equipo, vivías en un estándar en relación a lo que yo jugaba. Y no iba a aceptar menos. Si eso significa que tenía que ir y meterme un poco contigo, lo iba a hacer. Se lo pueden preguntar a todos mis compañeros. ‘Algo claro sobre Michael Jordan es que él nunca me pidió hacer algo que él no hiciera’. Cuando la gente vea esto, dirán ‘en realidad no era un buen tipo. Fue un tirano’. Bueno, ese serás tú, porque nunca ganaste nada. Yo quería ganar, quería que ellos pudieran ganar, pudieran ser parte de eso. No necesito hacer esto, lo hago porque esto es lo que soy. Así es cómo jugaba. Esa era mi mentalidad. Si no quieres jugar de esa manera, no juegues«.
Las dos líneas del documental, la del equipo de la temporada 97/98 y la de la trayectoria de Michael Jordan, convergen en el mismo punto: The Last Shot. La final por el título de la NBA al mejor de 7 partidos va 3-2 a favor de los Bulls. El sexto partido llega igualado a su último minuto. El número 23 de los Chicago Bulls arrebata el balón a Karl Malone, estrella de los Utah Jazz, a falta de 20 segundos para el final. Chicago pierde por un punto. Jordan bota con su mano derecha ante Bryon Russell, avanza hacia la línea de tiros libres, se frena en seco, despojándose de su defensor, y lanza. Canasta. Los Chicago Bulls de Michael Jordan ganan su sexto anillo de campeones de la NBA. El último baile, la última temporada de un equipo de leyenda, finaliza por todo lo alto con una victoria histórica. Pero ni es el punto final de la carrera de Jordan (MJ volvería a la liga 3 años después como jugador de los Washington Wizards) ni el momento clave en la deconstrucción personal que hace el documental sobre él. El testimonio gráfico más importante de El último baile, el que mejor define a la persona detrás de la leyenda, se encuentra en el episodio 8. Y es una imagen que hemos visto durante más de una década, pero solo ahora, tras descubrir el trasfondo de esa instantánea, tras verla en movimiento y escuchar por primera vez su sonido, logramos comprender su verdadero significado. La foto de Jordan tirado en el suelo, emocionado y abrazado a un balón, tras ganar el título de 1996, no es un retrato más de un jugador celebrando un triunfo. El vídeo nos desvela un llanto, desgarrador, que ha permanecido en silencio durante todos estos años. El 16 de junio de 1996, día del padre en Estados Unidos, fue el día en el que Michael Jordan venció el mayor reto de su vida, tras superar la muerte de su padre, regresar a las canchas tras 2 años de ausencia y volver a demostrar que era el mejor jugador del mundo. Esas imágenes son el verdadero Michael Jordan, un hombre determinado a sobrepasar los límites conocidos del esfuerzo y del deporte para conseguir cualquier meta que se propusiese. La sangre, el sudor y las lágrimas necesarias para ello, eran solo una motivación más.
El último baile (The Last Dance, EEUU, 2020)
Dirección: Jason Hehir / Producción: Connor Schell, Michael Tollin, Gregg Winik, Max Winik / Música: Rudy Chung / Montaje: Chad Beck, Devin Concannon, Abhay Sofsky, Ben Sozanski / Fotografía: Thomas McCallum / Reparto: Michael Jordan, Phil Jackson, Scottie Pippen, Dennis Rodman, Steve Kerr, Jerry Krause, Doug Collins, Magic Johnson, John Paxson, Larry Bird, Isiah Thomas, Horace Grant, Patrick Ewing, Reggie Miller, Gary Payton, David Stern, Charles Barkley, Kobe Bryant, Toni Kukoc, Jerry Reinsdorf, Barack Obama, Carmen Electra.
Pingback: Recomendaciones VOD Mayo 2020 - Revista Mutaciones
Pingback: El mejor cine de 2020. Votaciones individuales - Revista Mutaciones