THE FLORIDA PROJECT
La realidad y el juego
? She gotta play that game that we were playing. That…
? No, she doesn’t. Let her do whatever she wants
En Magic Castle y alrededor todo puede ser un juego de colores chillones si eres niño, pobre y vives al otro lado de Disney World. Los protagonistas de The Florida Project son niños y para ellos los suburbios de Orlando son un parque temático con tantos atractivos como aquél en el que piden una pulsera de 100 dólares. Es verano, hace sol, sus padres están trabajando o viendo la televisión y Sean Baker, el director, les cede el encuadre para que jueguen, o sigue sus movimientos con el pulso de un reportero deportivo entusiasta del cinéma verité. Caminan por el asfalto o por la ciénaga que irrumpe sin solución de continuidad, molestan a los adultos con sus gamberradas, piden propinas a los turistas, gritan “perra infeliz” y “escoria” a quien les molesta y mendigan dinero para un helado.
Pero el Magic Castle es un motel barato de estética color pastel y paredes púrpura, no el Magic Kingdom de Disney World. Más bien parece un palacio infantil caído de la ciudad de los sueños a la realidad de Florida y los márgenes de Orlando. En estas calles, Florida es un reflejo urbano de las fantasías Disney abandonado a medio hacer. Al Magic Castle se suman una tienda de regalos con un mago gigante en la fachada, innumerables carteles publicitarios de juguetes, armas y comida rápida y cualquier fantasía imaginable que Sean Baker pueda mostrar en planos generales atentos a la simetría y las formas geométricas, a través de los cuales transitan los protagonistas. A veces es como si el realismo con el que Baker filma en 35 milímetros fuera desafiado por el artificio de la realidad misma. Con todo, la realidad siempre se venga del artificio y aquí se cuela en forma de la naturaleza pantanosa de Florida y el efecto del tiempo y la pobreza.
En un cuartucho del motel viven Moonee -una radiante, alegre y bulliciosa niña de seis años interpretada por Brooklynn Prince- y su madre Halley. Halley tiene el cuerpo delgado sembrado de tatuajes, y coronado con un pelo azul aguamarina que muestra sin vergüenza sus raíces. Baker -a quien le gusta trabajar con actores no profesionales y darles libertad para improvisar- descubrió a Bria Vinaite a través de Instagram, y está magnífica como la descuidada, malhablada y alegre madre de Moonee. Son una niña malcriada y una madre irresponsable que no quieren asumir las consecuencias de sus actos, pero transmiten tanta alegría de vivir a su manera y tanto amor mutuo que la idea de separarlas se siente una aberración.
En la Florida real no todo es juego: hay que ganarse la vida. Baker es consciente de los riesgos reales, las consecuencias y la fragilidad de la irresponsabilidad de Halley y Moonee, y cuando introduce un primer plano de los personajes sentimos que ellos también lo son. Aunque The Florida Project es una película sobre niños que transmite la magia de ser niño, no asume un mismo y único punto de vista infantil. En su lugar transita por distintos niveles de conciencia entre el juego y la realidad, incluso cuando se trata de Moonee. En una escena ella y su mejor amigo Scooty simulan estar ayudando a unos turistas, que han llegado al Magic Castle por error en mitad de la noche, para pedirles una propina (a los últimos que se la negaron les tiraron globos de agua). Después de que Bobby, el encargado del motel, les eche de la recepción, miran a los turistas por la ventana. En medio de la travesura, y sin que nada haga cambiar el tono, Scooty y Moonee cuchichean sobre la pareja: “She looks pretty”, dice él. “Yeah, but I feel bad for her, cause she’s about to cry… I can always tell when adults are about to cry”, contesta Moonee y todo sigue como si nada. Por supuesto, no vemos a nadie llorar.
Si alguien muestra esta conciencia de lo que pasa más allá del juego mejor que nadie, es Bobby, el encargado, interpretado por William Dafoe con una calidez que da carne y ojos al tono humanista y protector de la película. Bajo su atenta mirada y sus cuidados para mantener el motel habitable es posible observar los errores de los demás sin juzgarles, suspendidos como un problema que no acepta soluciones fáciles.
Antes de que intuyamos que The Florida Project va a tratar de la traumática pérdida de la inocencia de una niña de seis años, la historia comienza con la llegada de Jancey a un motel vecino. Bajo el esquema de “un nuevo miembro llega a la comunidad”, es la sutil y tierna evolución de Jancey lo que da unidad a la estructura episódica de la película. Jancey se aloja en el motel Future Inn con su abuela porque su madre no se hace cargo de ella. No sabemos más, pero intuimos que Jancey no lo ha pasado demasiado bien antes de conocer a Moonee. En sus primeras correrías juntas, está retraída y miedosa pero, poco a poco, se va dejando contagiar por el lenguaje descarado y la alegría de vivir de Moonee. En una preciosa escena cerca del final, ambas contemplan abrazadas y con la misma coleta colgando sobre sus espaldas los terrenos en donde viven.
Por eso es lógico y hermoso que en el momento final sea Jancey quien coja de la mano a Moonee camino, quizás, de su última aventura. Las cosas han salido mal en el Magic Castle y ahora Jancey y Moonee se dirigen al Magic Kingdom no tanto para evadirse en la fantasía como para pedir al moderno Mago de Oz en que se ha convertido Disney que las tenga en consideración. Y esos turistas en Disney que no conocen la otra cara de Orlando somos nosotros.
The Florida Project (Estados Unidos, 2017)
Dirección: Sean Baker / Guión: Sean Baker, Chris Bergoch / Producción: Sean Baker, Chris Bergoch, Kevin Chinoy, Andrew Duncan, Alex Saks, Francesca Silvestri para Cre Film, Freestyle Picture Company, June Pictures / Música: Lorne Balfe / Fotografía: Alexis Zabe / Edición: Alexis Zabe / Diseño de producción: Stephonik Youth / Reparto: Brooklynn Prince, Bria Vinaite, Willem Dafoe, Mela Murder, Valeria Cotto, Christopher Rivera
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