THE END OF THE F***ING WORLD

15/01/201815/01/2018 Ana Fernández Susaeta

Crecer a base de golpes

En un principio, The End Of The F***ing World, cuenta la historia de James, un chico que cree ser un psicópata porque desde muy pequeño no sentía nada hacia nada. Y es tal su idea que decide que, en su vida, debe llevar a cabo un asesinato. Justo entonces es cuando se tropieza con Alyssa, una joven que se siente desconectada del mundo. Incomprendida y, sobre todo, sola.

Ambos se unen en una especie de relación, en la que James le sigue el juego por el mero hecho de ser guiado hacia su objetivo, en cambio Alyssa, busca la forma de huir de una vida de la que siente no formar parte. Son los Bonnie y Clyde (Arthur Penn) del 1967 pero 50 años después. Escapan de sus vidas, de sus ataduras y de un mundo que no encaja con ellos. Pero son jóvenes, sin dinero y sin experiencia. Y cuando los planes se hacen sin pensar, tienen consecuencias. En este caso se les va de las manos. Mucho. A niveles estratosféricos. Digamos que James lleva a cabo su sueño y comete un homicidio, por ende, su escapatoria tiene mas razón de ser. En primer lugar, son menores y en segundo lugar, les busca la policía. Así que lo que en un principio era una huida por rabia, por abandonar a unos padres que no les entienden, de jugar a ser libres y adultos, pasa a ser una fuga criminal en toda regla.

Con un total de 8 episodios, en el que destaca el contraste de luces naturales con luces artificiales, planos americanos y planos medio, vemos la evolución de dos jóvenes que por batacazos de la vida, se enfrentan de cara al mundo de los adultos. Deben entender que la vida no es fácil, mucho menos con las tendencias psicópatas de James y la dificultad de encajar de Alyssa. Tienen que comprender que no todo lo que suponían de la vida es verdad. Que esta puede estar basada en una mentira para que les duela menos vivir.

Dentro de esta vorágine, se va forjando un amor juvenil entre ambos protagonistas. Observamos cómo las piezas de su exclusivo puzle de personalidades abstractas encajan. Ya no están solos, hay alguien que les comprende. Pero de repente, silencio. Cuando crees que alcanzarán el sol, que serán felices, el puto mundo se les acaba.