THE DAY AFTER / LA CÁMARA DE CLAIRE
Filmadrid, Hong Sang-soo y el cambio por repetición
Al inicio de su crítica sobre Grass, la última película estrenada por Hong Sang-soo en el pasado Festival de Berlín, el argentino Diego Lerer desde micropsiacine.com sintetizaba en estas sinceras palabras lo que supone volver a tener que escribir algo sobre una película del cineasta surcoreano:
«Llegará un momento en el que escribir críticas de cine de las películas de Hong Sangsoo se vuelva innecesario, irrelevante. Quizás, éste sea ese momento. Es que hay algo en su cine que no solo es indescriptible en palabras sino que sus películas no parecen necesitar ningún tipo de aporte o agregado por escrito. Es como explicar una sensación, una forma de vida, variaciones sobre un tema. Es cierto que tiene películas mejores que otras pero todas responden a un universo que está tan claramente construido que cada vez que uno vuelve a él es como retomar una conversación interrumpida o volver a casa de un viejo amigo.»
La última película estrenada en España del realizador fue una de esas que podríamos llamar “de las mejores”, En la playa sola de noche (aquí podéis recordar nuestra crítica), y Filmadrid ha tenido la grandeza de traernos sus dos películas siguientes. La inauguración corrió a cargo de The Day after, sobria, melancólica, en un crudo blanco y negro y donde el sincero patetismo sentimental de sus personajes resistía más impenetrable al humor que en otras ocasiones. Una película de maestro, calculada, segura y capaz de explosionar en emoción con un sencillo gesto. Hablo, por supuesto, de ese largo plano de la protagonista, de nuevo Kim Min-hee, sentada en el asiento de atrás de un taxi hasta que abre la ventana para ver la nieve. Parece una tontería, lo sé, pero por algo he citado las palabras de Diego Lerer. La otra, de clausura, es La cámara de Claire, rodada en escasos días durante el festival de Cannes. Una película ligera, cuya sensación de improvisación en las largas escenas reina más que nunca, fresca, colorida y llena de un humor del que forman parte todos los personajes. El juego con las repeticiones, el desorden cronológico y los inconclusos pero perceptibles gestos interpretativos nos recuerdan que seguimos en la misma moneda, aunque esta vez haya mostrado su cara contraria. De esta forma, con las dos caras de la moneda más valiosa del cine de autor actual, Filmadrid abrió y cerró su cuarta edición, preguntándose si serían el primer festival en abrir y cerrar con un mismo autor.
La cosa, de nuevo, va de hablar de repetición y, esencialmente, de las variaciones de estas. Por encima de la relación personal que une a actriz y director (cotilleos ciertamente útiles para entender el fuerte componente biográfico y autocrítico del director), no se puede obviar la presencia repetida de Kim Min-hee en las últimas y más exitosas películas del realizador coreano. Por encima del personaje de cineasta borracho, habitual álter ego del director, las encarnaciones de Kim Min-hee conforman un personaje tan ambiguo y complejo que denota a una actriz sobresaliente. Llenando los habituales planos largos del director, Min-hee compone en su rostro rápidos matices que mutan entre la felicidad y la tristeza con pequeños gestos casi imperceptibles. Una desnudez emocional que se siente como oculta pero que la cámara atrapa exponiendo los exquisitos huecos de una presencia lejana y dulce, fría y bella, real e inventada. Precisamente es esa capacidad tan real de permanecer en la imagen como ella misma, la actriz Kim Min-hee, a la vez que como el pequeño personaje de ficción que interpreta, la repetición en movimiento más esencial del último cine de Hong Sang-soo. Quizás por eso, dejando a un lado las palabras y hablando con imágenes, no está de más señalar aquel maravilloso guiño de director y actriz en En la playa sola de noche a esa imagen clave de tantas relaciones artísticas esenciales. Esa que lleva al artista a mirar a su musa y esta, a sí misma, más bien su reflejo, viendo todos nosotros mucho más. De Tiziano a Rubens, de Velázquez a Picasso, de Dreyer a Godard, de Lynch a Kubrick o, como Filmadrid, de Hong a Sang-soo.
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