THE BABYSITTER: KILLER QUEEN
¡…otra vez!
Con un subtítulo que parece responder solamente a preferencias del compilador musical – efectivamente, la homónima canción de Queen hace aparición a modo de guiño en el clímax de The Babysitter: Killer Queen -, el cineasta norteamericano McG, director de Los ángeles de Charlie y Terminator Salvation, revive la esencia de su carismática y satánica niñera de la entrega de 2018, The Babysitter. La secuela tiene lugar dos años más tarde, tanto para el espectador como para el inadaptado Cole (Judah Lewis), a quien retomamos en plena e incómoda adolescencia, igual de desconcertado socialmente y, además, profundamente traumatizado por los sucesos de la anterior película. En esta ocasión, Bee (Samara Weaving), la niñera asesina en cuestión, permanece en un persistente fuera de campo durante (casi) todo el filme, lo cual no tendría por qué implicar nada negativo en sí mismo, aun significando prescindir de la indudable alma de la primera parte.
Por el cambio contextual de la vida del protagonista, inmerso en una trama totalmente teen, y con el poso psicológico que arrastra de los múltiples asesinatos presenciados, puede parecer que The Babysitter: Killer Queen se plantea, ya desde el arranque, explorar renovados códigos del género del terror, en el tono satírico que ya se podía hallar en la película de 2018. Hay, además, un cambio de localización (de la home invasion casera a los parajes exteriores, cabaña incluida) que puede llegar a recordar a uno de los más eficaces ejercicios metacinematográficos de los últimos años, La cabaña en el bosque, de Drew Goddard. Sin embargo, a medida que avanza, la premisa del filme de McG no tarda en revelarse como prácticamente idéntica a su antecesora. ”¡What The Fuck! / …AGAIN!”, rezan unas palabras en pantalla (muy à la Scott Pilgrim contra el mundo) en el momento en el que el dispositivo se pone en marcha, con la primera muerte. El comentario intenta situar al espectador en un lugar de complicidad, haciendo referencia al mismo instante en la anterior entrega, pero sólo se conseguirá despertar una sensación de déjà vu constante que no desaparecerá hasta el tramo final del filme.
Remarcando constantemente esta intención de dejar bien clara su autoconsciencia, el tono paródico general de esta segunda parte oscila durante todo el metraje entre el guiño “simpático” y una cierta dejadez, incluso pereza, en el hecho de confiar tanto a nivel visual y narrativo como referencial en lo que configuraba a The Babysitter como producto original. Tras una tensión creciente durante todo el metraje, cuando por fin se recupera a la magnética Bee, resurgida de los infiernos, el filme comete su último yerro. Imponiendo un innecesario sucedáneo de happy ending, se le otorga un arco de redención al servicio de una moralidad hasta entonces inédita en ella sacrificando la maravillosa ambigüedad del personaje más complejo del universo Babysitter. No en la avalancha de referencias pop y de la cultura internet sino, justamente, en ese titular personaje y lo que significa su relación con el protagonista, está la clave de todo, pero la película parece no darse cuenta.
A pesar de todo ello, también en esta nueva entrega hay momentos en los que se intuye brillantez, encontrando su eficacia cuando más cruda y descarada se presenta; en el lenguaje usado, en sus formas, en sus salidas de tono hacia el gore. Pero incluso en eso The Babysitter: Killer Queen acaba perdiendo fuelle, funcionando como prácticamente todo en esta propuesta: por inercia.
The Babysitter: Killer Queen (EEUU, 2020)
Dirección: McG / Guion: Dan Lagana, Brad Morris, Jimmy Warden y McG / Producción: (para Boies Schiller Film y Group, Wonderland Sound and Vision( / Fotografía: Scott Henriksen / Diseño de producción: Patrick M. Sullivan Jr. / Montaje: Martin Bernfeld / Reparto: Judah Lewis, Samara Weaving, Jenna Ortega, Emily Alyn Lind, Andrew Bachelor, Robbie Amell, Bella Thorne, Hana Mae Lee, Ken Marino, Leslie Bibb…