TERRORVISIÓN, DE JESUS PALACIOS
Una antología lúdica y académicamente disfrutable
Habitan dos libros dentro de TerrorVisión: Relatos que inspiraron el cine de horror moderno, heredero de Horrorscope, antología en dos volúmenes publicados por Alfaguara en 1974 y editados por Juan Antonio Molina Foix. El primero de ellos es una excelente selección de historias de terror seleccionadas por Jesús Palacios, crítico cultural especializado en cine de terror y fantástico, que gracias a su defensa apasionada y razonada, ha defendido el género como una expresión artística fundamental para entender la cultura contemporánea. En segundo lugar y quizás más importante, este nuevo libro, primorosamente editado por Valdemar en su colección Gótica, es un completo y fascinante ensayo acerca de las mutaciones del horror, ya sea literario o cinematográfico, a lo largo del siglo XX.
Palacios, mediante una prosa didáctica y fluida, confronta esta cuidada selección de relatos con su espejo cinematográfico. Un viaje que va desde los clásicos literarios renovadores del género como Edgar Allan Poe o H.P. Lovecraft y sus reflejos en celuloide, ya sean el cine giallo en el primer caso, o la serie b de Stuart Gordon para el segundo, terminando con Clive Barker, precursor del splatterpunk británico de los años 80 y profeta literario de la nueva carne, heredero del cine primigenio de David Cronenberg e iniciador de un nuevo terror alejado de las formas literarias y conceptuales neo-clásicas de Stephen King.
Entre ambos extremos, el lector podrá repasar la historia del fantástico y del terror (literario y audiovisual) con autores como Robert Bloch (autor de la novela en la que se basó Alfred Hitchcock para su seminal Psicosis), Clark Ashton Smith y A.E. Van Vogt con Las criptas de Yoh-Vombis y Oscuro destructor, ambos trabajos, precursores no mencionados por Dan O’Bannon, guionista del libreto original del seminal Alien de Ridley Scott, como regalos en forma de relatos fundamentales tanto para el aficionado neófito, como Pesadilla a 20.000 pies de Richard Matheson -adaptado al cine por Joe Dante bajo el mismo título en el tercer capítulo de la versión cinematográfica estrenada en 1984 de la antología de terror The Twilight Zone de Rod Serling- o El Hombre Elefante de Frederick Treves -fuente de inspiración para el segundo largometraje de David Lynch- como para el seguidor experimentado, en especial La plaga de los muertos vivientes de Alpheus Hyatt Verril, que no solo introdujo al muerto viviente como creación salida del horror de la ciencia y no de la superstición, previo a la seminal La noche de los muertos vivientes (1968), sino que es clara inspiración en forma y fondo de la novela Guerra Mundial Z de Max Brooks, quizá la obra del sub-género zombie más importante de los últimos quince años, junto al cómic Los muertos vivientes (2003) de Robert Kirkman o el largometraje 28 días después (2003) de Danny Boyle.
Pero quizá la joya de este volumen sea La oruga, de Edogawa Rampo, seudónimo del escritor Hirai Taro y que aquí es traducida por Daniel Aguilar a partir del relato original en japonés publicado en 1929, previo a las mutilaciones que fueron realizados en el mismo (incluso por el propio autor) por su contenido excesivo. Relato fundamental para entender el eroguro (y del que Jesús Palacios también tiene mucho que decir en un libro publicado también en 2018 y titulado Eroguro: Horror y erotismo en la cultura popular japonesa (Satori Ediciones), adaptado al cómic por su heredero gráfico, Suehiro Maruo y cuya huella se deja sentir en trabajos tan influyentes como Audition (1999) de Takashi Miike.
Ya solo por la calidad y variedad de la selección de Palacios, este volumen debería ser considerado una obra más que recomendable en la biblioteca de cualquier aficionado a la literatura fantástica. Pero tanto los textos introductorios que acompañan a cada relato, como sobre todo por el ensayo con el que arranca el volumen, acerca de las transformaciones del horror moderno, convierten a esta publicación en un trabajo imprescindible para entender la cultura del siglo XX. En dicho ensayo, titulado Materiales oscuros y dividido en tres capítulos y un epílogo, le sirve a Palacios para realizar una cartografía del horror cinematográfico que va desde los primeros títulos mudos y las versiones de Universal de los clásicos del terror gótico (Drácula, Frankenstein, etc…), al cine onírico de Jacques Torneur realizado para RKO durante los años 40, o la transformación del terror sobrenatural al científico con ecos de la guerra fría -con La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) de Don Siegel a la cabeza, hasta llegar al punto clave de su discurso, 1960, y la aparición de trabajos que transformaron el terror de lo externo a lo interno, con títulos como Los ojos sin rostro de George Franju, Psicosis de Alfred Hitchcock y El fotógrafo del pánico de Michael Powell y su posterior influencia en trabajos como El exorcista (1973), La noche de los muertos vivientes (1968), y Alien (1979), por poner algunos ejemplos representativos o subgéneros tan influyentes para el devenir del horror cinematográfico tales como el giallo o el slasher. Todo ello en unas sucintas y muy bien aprovechadas veinte páginas, consiguiendo resumir, sin omitir, las múltiples transformaciones del horror cinematográfico del siglo XX, demostrando su rigor y conocimiento y sobre todo pasión absoluta por el género, una pasión que traspasa todas y cada de una de las páginas de este volumen.