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TENGO SUEÑOS ELÉCTRICOS

La adolescencia es un gato negro

Los antecedentes cinematográficos de Tengo sueños eléctricos (Valentina Maurel, 2022) pueden rastrearse en las cinematografías mundiales abordados de muy diversas maneras, aunque quizás haya que situar Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959) como principal referencia para esta película. Además de la francesa, de alguna manera, esta ópera prima de su directora Valentina Maurel se conecta con Bestias del sur salvaje (Benh Zeitlin, 2012), Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1986), Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, Kátia Lund, 2002), Aparajito (El invencible) (Satyajit Ray, 1956). Porque el mundo adolescente abre un amplio abanico de posibilidades dependiendo del marco geográfico que lo recibe.

Tengo sueños eléctricos. Revista Mutaciones

En esta ocasión es Eva (Daniela Martín Navarro) la adolescente que se ve atrapada entre dos mundos que tiran de ella: el del padre y el de la madre en proceso de separación, viviendo en distintos lugares y llevando vidas completamente opuestas. Por un lado, la madre obsesionada con el orden y con la necesidad de encontrar imágenes domésticas nuevas que reafirmen su decisión y su nueva postura ante la vida; y el padre, irresponsable, anárquico, artista aficionado, y con cierta tendencia autodestructiva y violenta. En medio, Eva trata de encontrar un hueco vital, en un permanente debate entre sus progenitores, dejándose arrastrar por sus caprichos y sus inmediatas necesidades, por su desbordante sexualidad, descubriendo la vida y la verdadera personalidad de quienes, hasta ese momento, fueron esas personas que ella conocía como “padre” y “madre”, y con la compañía de un gato negro huraño y rebelde que se revuelve contra los que no son como él. De la misma forma que hace Eva.

La cámara de Maurel se planta ante estas situaciones con una mirada libre y desprejuiciada en la que es, sin duda, la menos fácil de las decisiones, y deja planteada la situación de los padres desde la primera secuencia. En apenas unos segundos las imágenes alcanzan un clima pocas veces expuesto en una primera secuencia: viajando en un coche, la pareja discute, sin apenas diálogo, sobre la música que viene de la radio, mientras que Eva y su hermana asisten -hasta cierto punto ajenas- a este enésimo encontronazo de sus progenitores al mismo tiempo que, irónicamente, suena una versión en español de 500 Miles.

Tengo sueños eléctricos. Revista Mutaciones

Con esta obertura, el viaje que Maurel quiere retratar de la adolescencia de Eva se ajusta con precisión a la narrativa de la película: este itinerario incierto por los meandros de su adolescencia y la de otros chicos y chicas, y adultos, está recogido por una cámara inquieta e inestable, muy ágil, de una extraña y sorprendente informalidad, que a veces se satura de colores y de primeros planos, que permite bastante improvisación en el trabajo de los actores para, en definitiva, hacernos cómplices de la deriva y la incertidumbre de la etapa vital de esta joven. No es un planteamiento nuevo, evidentemente (ahí está la mirada de Fernando Meirelles y Kátia Lund retratando esa Ciudad de Dios), pero la directora costaricense consigue que esa decisión formal tenga algo hipnótico y, hasta cierto punto, cautivador. Cierto es que el recurso, en algunas ocasiones, ahoga y se disuelve en el entramado de un guion con algunos episodios prescindibles o ligeramente alargados, pero se trata de una apuesta valiente de esta directora a la que habrá que tener muy en cuenta a partir de este interesante debut.

Sin ser una película nueva, o sorprendente, o que pueda provocar un cierto impacto social, Tengo sueños eléctricos retrata muy acertadamente un mundo adolescente sin caer en excesos melodramáticos ni encrucijadas de cuestiones sociales. Con la misma libertad que parece esgrimir su protagonista, la directora aborda esta cuestión dejando que la compleja fase vital de su heroína se despliegue ante la cámara (y ante nuestros ojos) sin hacer ningún tipo de juicio o comentario adulto. Todos hemos pasado por eso: no hay que lamentarse ni enorgullecerse. Estuvimos ahí.

Tengo sueños eléctricos (Costa Rica, 2022)

Tengo sueños eléctricos || Trailer Oficial #1 – YouTube

Dirección: Valentina Maurel / Guion: Valentina Maurel / Producción: Felipe Cordero, Grégoire Debailly, Benoit Roland / Fotografía: Nicolas Wong / Montaje: Bertrand Conard / Intérpretes: Daniela Marín Navarro, Reinaldo Amien, Vivian Rodriguez, José Pablo Segreda Johanning.

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