TEMBLORES
Cuando el mundo tiembla
Temblores comienza cuando Pablo, un cuarentón adinerado, casado y con dos hijos, le confiesa su homosexualidad a su familia. La decisión no tiene marcha atrás, Pablo abandona el hogar familiar y se marcha a vivir con su novio Francisco a un pequeño apartamento mucho más modesto que la hacienda familiar. En medio de esta primera escena, entretanto que su familia le recrimina su decisión, la tierra se estremece. Posteriormente, un segundo temblor hace presencia cuando Pablo cura las heridas a Francisco tras una paliza que recibe. Los dos seísmos delimitan el terreno en el que se mueven las pasiones de Temblores. Por un lado, la responsabilidad familiar de un padre dispuesto a sacrificarlo todo por sus hijos y, por el otro, el amor casi divino que siente Pablo hacia Francisco.
El director, Jayro Bustamante, atraviesa el relato con particularidades que matizan la relación de la pareja. Primero, desde una perspectiva de clase ya que, para la familia de Pablo, su homosexualidad supone un perjuicio a su reputación: “todo se acabará”, dice su madre. Por otro lado, desde el punto de vista de la religión, la familia de Pablo pertenece a una iglesia evangélica con una visión ortodoxa de la Biblia, donde el pecado y la culpa funcionan como yugos controladores del deseo: “no puedo creer que pienses que te vas a condenar por mamar un poco de verga. Metete esto en la cabeza. Vos y yo no somos pecadores”, le dice Francisco tras una discusión. Así, la tentación del deseo confronta con el concepto de culpa de Pablo, que se activa en el momento en que su exesposa le niega poder ver y relacionarse con sus hijos.
Se puede ordenar la trama de Temblores en torno a tres ejes, la represión ejercida por la religión y la familia, la libertad del amor y el fenómeno geológico que funciona como extrapolación de los sentimientos de Pablo. Unos ejes que servían de estructura para el anterior trabajo de Bustamante, Ixcanul (2015), donde una adolescente tenía que obedecer el mandato familiar que le obligaba a casarse en un matrimonio concertado a la par que hacía frente a un embarazo no deseado. En aquel caso, era la posible erupción de un volcán la que añadía mayor tensión al drama de su protagonista.
El cuestionamiento de la figura del hombre y la mujer está presente en Temblores, no solo en términos de su sexualidad, también entran en juego su posición en la familia, la relación con sus hijos y sus hábitos y costumbres. Temblores puede sonar ajena, como un drama latino empujado por diferencias sociales, económicas y de clase, que tienen poca relación con la situación actual española. Bien es cierto, que Bustamante dispara un dardo en esta dirección cuando Francisco le recuerda a Pablo que Guatemala no es comparable con Luxemburgo. Sin embargo, al ver Temblores pronto se recuerdan películas como Carmen y Lola (Arantxa Echevarria, 2018), Ander (Roberto Castón, 2009) o Segunda piel (Gerardo Vera, 1999)
Temblores, seleccionada en la sección de Horizontes Latinos en San Sebastián 2019, está narrada con pausa y tranquilidad, cada escena se encadena al drama que vive Pablo y desemboca en una nueva encrucijada para su protagonista, quizás ese pulso sereno se acelera en su recta final y pierde ese carácter más reflexivo. En el cierre de la película, mientras Pablo se lava la cara en el baño de la iglesia, como si con ello expiara sus culpas, su torso se gira para encontrarse con la inocente mirada de su hija que parece preguntarle aquella frase que pronunció Francisco minutos antes: “tú no te asumiste, a ti te asumieron”.
Temblores (Guatemala, 2019)
Dirección: Jayro Bustamante / Guion: Jayro Bustamante / Reparto: Juan Pablo Olyslager, Diane Bathen, Mauricio Armas, María Telón, Pedro Javier Silva Lira / Producción: Arte France Cinéma, Iris Productions, La Casa de Producción, Tu Vas Voir Production / Fotografía: Luis Armando Arteaga / Música: Pascual Reyes / Edición: Cesar Díaz, Santiago Otheguy