TECHNOBOSS
Secuencia de anomalías verificadas
Otro que muerde el polvo. Luís Rovisco (Miguel Lobo Antunes) es un hombre mayor que trabaja en la empresa SegurVale Sistemas Integrados de Control de Circulación, una compañía que instala y gestiona distintos modelos de videovigilancia y seguridad para hoteles, supermercados, tiendas y aparcamientos. Orgulloso por sus resultados comerciales, sucumbe a la desesperación por su escasa capacidad técnica. El patetismo de su existencia se manifiesta en cada gesto, cada paso, cada palabra. Y también en cada canción. Technoboss es una película musical. Las canciones irrumpen en los trayectos en coche. Los silenciosos momentos de transición y ensimismamiento adquieren una dimensión discursiva divertida y surrealista cuando Luís acierta en dar letra a la música extradiegética de la banda sonora expresando sentimientos caprichosos, recuerdos fugaces y fútiles acontecimientos, como el cambio de carril realizado por un coche sin poner el intermitente.
Luís es un hombre solitario que parece tener bien programada su agenda semanal y un rígido horario laboral y de descanso, que incluye una visita dominical a su nieto y juegos con su gato Napoleón, el único ser que le hace compañía en casa. Technoboss trata sobre un naufragio que empieza en el mismo inicio del filme, cuando el primer plano advierte de una incidencia mecánica que ha dejado tirado en la carretera al señor Rovisco. La fortuna lo ha abandonado y con la fortuna se han ido la juventud, el atractivo, la energía. Para tratar de recuperar la autoestima acepta trabajos que debería hacer el más joven e inexperto de la compañía, y uno de ellos lo llevará hasta el Hotel de Almadrava, epicentro de evoluciones, involuciones y revoluciones. Allá se encontrará con fantasmas del pasado, como es el personaje de Lucinda Sousa (Luísa Cruz), una amante a la que había abandonado 30 años atrás que trabaja en la recepción; con la decadencia física, formulada en su cada vez más pronunciada cojera; con el inexorable paso del tiempo, que lo enfrenta a jóvenes mujeres a las que ya no puede seducir y en quienes despierta el humillante sentimiento de la ternura.
El hotel es el destino al que siempre regresa y en el que se pierde, es el Triángulo de las Bermudas que lo somete y desposee de todo. Es también el origen de una esperanza, una última oportunidad por la que será capaz de renunciar a todo: el amor. Y el amor se va fraguando a partir de ampulosos diálogos plagados de tecnicismos y formalismos sacados de manuales comerciales que nada tienen que ver con la claridad y concisión de las palabras cantadas. Dos formas antitéticas de construir diálogos que se infiltran en una puesta en escena frontal y, fundamentalmente, estática, salvando los desplazamientos de cámara que siguen el confundido cogote de Luís Rovisco cuando zozobra en los pasillos del hotel.
Al director João Nicolau le apasiona su personaje, sus idas y sus venidas, y Antunes encarna con talento y generosidad a esta criatura patética, que unos ratos insufla compasión y otros tantos repele. Su tratamiento cariñoso y humano por él y la simpatía que le genera, sin embargo, han hecho que la película contenga redundancias que hunden por momentos las iluminadas intenciones de Nicolau y deshacen el ritmo que había logrado acompasar el ánimo del espectador con el del protagonista. A pesar de acabar tomando el camino más largo, cuando ya estábamos mostrando signos de fatiga, Technoboss es de agradecida recepción, un juego sencillo y estimulante, que conecta con el absurdo de Aki Kaurismäki y la fantasía de Jacques Demy en sus abordajes al musical.
Technoboss (Portugal. 2019)
Dirección: João Nicolau/ Guion: João Nicolau, Mariana Ricardo/ Producción: Sandro Aguilar, Luís Urbano/ Fotografía: Mário Castanheira/ Música: Norberto Lobo, Luis José Martins, Pedro da Silva Martins/ Diseño de Producción: Artur Pinheiro/ Montaje: Alessandro Comodin, João Nicolau/ Reparto: Miguel Lobo Antunes, Luísa Cruz, Américo Silva, Tiago Garrinhas, Sandra Faleiro, Duarte Guimarães, Matias Neves, Ana Tang.
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