Estrenos

SUZUME

Un viaje premarcado

Hay ocasiones, escasas y desagradables, en las que un director se ve acorralado y sometido a una dura barra de medir por culpa de su obra anterior. No se trata de flores de un día, ni de “obras menores” como alguna vez se etiquetan — término odiosamente habitual para Allen, Almodóvar o Sang-soo entre otros —, sino de películas dignas de respeto, bien elaboradas y de calidad que son eclipsadas por el consenso de genialidad y maestría presupuestos a su autor. Así sucede con Suzume, el último estreno de Makoto Shinkai, recordado por Your Name (2016) o El tiempo contigo (2019). 

Suzume. Revista Mutaciones 2

Una vez más la realidad se explica a través de la fantasía y Suzume, la joven huérfana protagonista, debe encerrar a un monstruo del más allá para evitar mastodónticos terremotos que asolan el país nipón. Pero además Suzume debe liberar a Souta, su reciente flechazo amoroso, de una maldición que le ha convertido en silla. Debe recorrer el archipiélago sellando puertas mágicas con el poder de los ancestros. Debe rebelarse contra la autoridad de su tía. Debe desbloquear los traumas ocultos causados por su orfandad. Debe superar el viaje del héroe, aprender del camino y librar a Japón de la herencia de Fukushima. Una trama con tiralíneas, sí, que cumple y funciona sin mayor ambición. 

La cuestión de Suzume se fundamenta en decidir si se valora como obra aislada o conjunta. Si se atiende la película como parte de una trilogía no declarada sobre el conflicto urbano-rural de la naturaleza y la cicatriz de las catástrofes atómicas, Suzume se encuentra al rebufo de sus predecesoras. Sus personajes padecen de un mal carisma y resultan poco atractivos al no ocultar ni sus emociones ni intenciones. Las causas-consecuencia son predecibles y desde un inicio la nobleza impregna las acciones de todes. Además, los gestos humorísticos que tan bien encajaban en El tiempo contigo al encontrarse intrínsecos en el carácter de los personajes, aquí se muestran como una imposición rítmica, como si se escribieran para aligerar las dos horas de metraje y dar bocanadas de aire a un espectador/nadador hundido. Son pinceladas de comedia que se agradecen y detestan a partes iguales, sacan una sonrisa y, a la vez, revelan un engranaje oxidado.

Suzume. Revista Mutaciones 4

El estilo de Shinkai se mantiene y reconoce en su expresión gráfica. La sofisticación de la imagen animada por ordenador crea escenas imposibles, bellas y creíbles, con cielos estrellados bañados por el sol, desenfoques irrealizables por cualquier lente real o reencuadres para situar flashbacks y sueños. Es más, se crea un dibujo que más allá de identificar al autor dentro del anime, enlaza las expresiones formales con la percepción de sus personajes, con el mundo que habitan. Un mundo edificado sobre la naturaleza en su estado sublime pero atravesado por las pantallas y la digitalidad. Un universo donde, una vez más, al agua empapa casi todas las imágenes para remitir a la fuente de la vida, al río alegórico de Heráclito o el ‘Flows like water’ de Bruce Lee, no se sabe bien. Un universo al que, no por haberse visto antes, deja de maravillar en su belleza. 

Por el contrario, si se entiende Suzume como una película independiente, los méritos son muy valorables. La música rema en los instantes precisos y la edición de sonido, en la tierra y en el limbo, se compone de detalles y brillos que empacan la imagen. La película te envuelve con amabilidad y son realmente pocos los momentos en los que desatine en su montaje. Y no es de extrañar, ya que Shinkai se caracteriza por su habilidad como narrador, capaz de inaugurar la cinta con un prólogo que golpea la mesa para acelerar las pulsaciones o lo que sin duda es una de sus mayores destrezas: el advenimiento del clímax. Porque esas escenas, que se sitúan al final casi por obligación, que no terminan de resultar orgánicas, que se secuencian una encima de otra, funcionan y emocionan. No se termina de comprender cómo, pero el sentimiento catártico nace y desemboca bajo el artificio de Shinkai, lo que ya de por sí hace que el melodrama valga la pena.

Suzume. Revista Mutaciones 1

Y si antes se mencionaba la dicotomía crítica desde donde mirar a Suzume, no hay que perder el horizonte entre el oleaje de estímulos. La película es correcta en tanto que cumple con sus pretensiones, en que se encaja con estilo bajo los códigos melodramáticos y que en ningún momento se posiciona sobre el espectador. Sí, puede que no sea mejor que Your Name o El tiempo contigo, pero para hablar del duelo, de la herida atómica y de cómo debe Japón (y todo nuestro mundo) relacionarse con la naturaleza urbana no hace falta serlo. Para descender el río tan sólo se necesita a Makoto Shinkai, una sala a oscuras y disponer de ganas.


Suzume (Japón, 2023)

Dirección: Makoto Shinkai / Guion: Makoto Shinkai / Producción: CoMix Wave Films, Story, Aniplex, Kadokawa, Lawson Entertainment, Voque Ting / Música: Kazuma Jinnouchi, Radwimps / Reparto: Nanoka Hara, Hokuto Matsumura, Eri Fukatsu.

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