SURBILES
Cuando es preferible no abrir la puerta
¿Quién llama a la puerta? Una anciana lugareña de rostro apergaminado pega su oreja a las paredes de su hogar-refugio para tratar de descubrirlo. Allá afuera, donde la banda sonora de la noche acostumbra a no ser más que el lamento de algún grillo, basta el traqueteo de unos pasos resueltos para desatar una oleada de conjuras y especulaciones entre los vecinos de un pueblo del interior de Cerdeña. Pronto se descubre el origen de la percusión: una hermosa mujer de tez tostada, pelo azabache y mirada de vidrio recorre el pueblo y llama con insistencia a las puertas-guardianas de madera sin recibir contestación alguna. La respuesta del silencio resuena en los planos aberrantes que, filmados con grandes angulares, revelan que nos encontramos ante un ser irracional. Las voces susurradas de algún pueblerino así lo atestiguan: “No abras. Cuidado que no sea una súrbile”.
Las súrbiles, una suerte de trasunto sardo de las meigas chuchonas (magas chupadoras) gallegas, son mujeres de voluntad perversa que deambulan sin rumbo mientras aguardan la caída de una noche que les permitirá mutar en insecto y penetrar en los hogares para, demoníacas ellas, chupar la sangre de los infantes no bautizados. La memoria colectiva sarda atribuye una infinidad de defunciones repentinas a la acción de estas intangibles mujeres vampíricas. Giovanni Columbu, director que ya en Su Re (2012) manifestaba su voluntad antropológica y su herencia pasoliniana al trasladar a Cerdeña el episodio evangélico de la llegada de Cristo al calvario, vuelve a estudiar la supervivencia de las tradiciones sardas a través de Surbiles, un filme que deambula entre el documental de entrevista y un cuento de terror costumbrista.
La película, seleccionada en el prestigioso festival de Locarno dentro de la sección Signs of Life, es un experimento extravagante que no ha querido (o sabido) renunciar a alguno de los caminos que abre su propia apuesta por la combinación de géneros y propuestas formales. Así, lo que pudiera parecer un ejercicio de virtuosismo cinematográfico desoye, en ocasiones, el principal legado de las grandes películas de terror: el poder de la imaginación sobre el artificio. Sirva de ejemplo y contrapunto Libertad del diablo (Everardo González, 2017), documental de terror psicológico estrenado el mismo año que Surbiles y que trata de una serie de testimonios de violencia, sufrida y ejercida, en la zona fronteriza de Ciudad Juárez. Lejos de estrategias de efectismo estético, González confrontaba al espectador con la voz del terror y le obligaba a fijar la mirada en los ojos del testigo, cuyo rostro quedaba cubierto con una máscara. Surbiles impacta de la misma forma cuando las criaturas diabólicas emergen de los testimonios susurrados de los paisanos y de la fría escenografía natural de sus hogares, plagados de símbolos religiosos. Sin embargo, pierde potencia cuando la sugerencia deja paso a desdoblamientos visuales fantasmagóricos de segunda categoría.
No es casualidad que las secuencias más brillantes del filme, tanto a nivel narrativo como estético, coincidan con los ejercicios rituales del pueblo sardo para hacer frente a las súrbiles. Cabría destacar la mirada serena de una anciana que coloca objetos invertidos frente a su puerta para ahuyentar a las voces de ultratumba que, entre risas maquiavélicas, suspiran por saciarse con la sangre de unos críos que fijan su mirada aterrorizada sobre las paredes que separan a su abuela de su vieja enemiga. Sobresale a su vez el ritual colectivo que concluye el largometraje, en el que un baile de fuegos -saltos y cánticos filmados en contrapicados a contraluz durante el amanecer- batalla por ahuyentar el mal desde lo colectivo y lo ceremonial. En ambas secuencias las súrbiles alcanzan su mayor grado de presencia y capacidad de sobrecogimiento sin necesidad de aparecer físicamente.
Surbiles lega por siempre un sólido testimonio de la memoria preservada en los viejos narradores sardos, testigos últimos de antiguas supersticiones y ritos contra los poderes sobrenaturales. Giovani Columbu no se limita a observar los fenómenos, sino que interactúa con ellos, explora sus potencialidades e incluye participativamente al pueblo sardo en su juego. Un juego que deja a su paso otra lección en forma de advertencia: en ocasiones es preferible no abrir la puerta y relegar a las criaturas malvadas al lugar donde pertenecen. Detrás de las paredes de piedra. Fuera de plano.
Surbiles (Italia, 2017)
Dirección: Giovanni Columbu / Guion: Giovanni Columbu / Producción: Giovanni Columbu y Daniele Maggioni / Fotografía: Paolo Negro / Música: Stefano Tores / Sonido: Roberto Cois / Montaje: Giovanni Columbu / Reparto: Simonetta Columbu, Luigina Marcello, Pietrina Menneas, Giulia Puddu, Rita Cidu, Renato Lai.