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SU MEJOR HISTORIA

Amor, guerra y celuloide

“Muchos hombres tienen miedo de que no volvamos a nuestras tareas cuando todo esto termine, eso les hace ser beligerantes”. Así es como Catrin (Gemma Arterton), la protagonista de Su mejor historia (Lone Scherfig, 2016), entra de lleno en un mundo masculino al que la guerra ha dado un nuevo giro.

Es el octavo largometraje de la danesa Lone Scherfig, que adapta la novela de Lissa Evans “Their Finest Hour and a Half”. La directora vuelve a retroceder unas décadas para adentrarse en la sociedad británica. Con una perspectiva femenina, aborda el poder del cine en un periodo en el que las películas podían significar ganar o perder la guerra. Tomando la premisa de la “liberación e independencia de la mujer”, iniciada ya con An Education (2009), aunque con menos maestría, Su mejor historia nos relata la vida de una guionista publicitaria que es reclutada por el Ministerio de Información para colaborar en el Departamento de Cine. Con el pretexto de realizar una película que lleve “optimismo y autenticidad” a los ciudadanos británicos golpeados por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, Catrin irá destacando frente a sus compañeros masculinos, a pesar de que estos no se lo pondrán nada fácil.

Su mejor historia trata de mostrar dos mundos paralelos: por un lado, el de las entrañas del cine y el papel que juegan los muchas veces olvidados guionistas; por otro, el intento de llevar una vida “normal” en periodos hostiles. Se intercalan bombardeos, escenas de amor, desamor, la política tras el séptimo arte y todo lo que se esconde detrás de bambalinas. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, Scherfig intenta abarcar tanto que se ve sobrepasada. Los diálogos son, en muchas ocasiones, demasiado tremendistas y poco creíbles, como si quisieran dar una lección moral que se va deshinchando en un cielo de nubes rosas. Y es que, aunque empieza buscando mostrar el poder inspirador del cine, acaba por perderse en una trama pastelosa propia de esas tragicomedias de domingo por la tarde frente al sofá.

A pesar de una buena ambientación y una puesta en escena que juega a los cambios de tono, mezclando la realidad con las ensoñaciones de los protagonistas, Scherfig no consigue sacarle el partido que prometía el material. Las ligeras pinceladas de reivindicación sobre el poder del cine (propagandístico), el trasfondo de las mismas (la relación de Gran Bretaña con Estados Unidos para hacerles participar en la Segunda Guerra Mundial) y los destellos de feminismo se ven desbancados por una historia de amor manida, que al menos no incurre en el happy end fácil.

Por suerte, Bill Nighy es un regalo para la película. Su interpretación de un actor de capa caída, representante de todos los estereotipos de la industria, es un soplo de aire fresco para la cinta. Consigue que esta respire y aporta el toque cómico que pedía el filme, comiéndose a los protagonistas, tanto a Gemma Arterton como a Sam Clafin. Sin embargo, por muy brillante que esté Nighy, un solo soldado no puede ganar la guerra.

Claramente, esta no es su mejor historia.

Elena Canorea


Su mejor historia (Their Finest, Reino Unido/Suecia)

Dirección: Lone Scherfig / Guion: Gaby Chiappe, basado en la novela de Lissa Evans / Producción: Finola Dwyer, Amanda Posey, Stepehen Wooley / Música: Rachel Portman / Fotografía: Sebastian Blenkov / Montaje: Lucia Zucchetti / Diseño de producción: Alice Normington / Reparto: Gemma Arterton, Sam Claflin, Bill Nighy, Jack Huston, Rachael Stirling, Richard E. Grant, Jeremy Irons, Henry Goodman

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