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SPACE JAM: NUEVAS LEYENDAS

Lebron James, Bugs Bunny y la pornografía de la propiedad intelectual

Space Jam 2. Revista Mutaciones

Space Jam (la original, la de 1996), abría con un joven Michael Jordan tirando a canasta en el patio de su humilde casa de Wilmington, Carolina del Norte. Su padre, poco sorprendido de ver a su hijo despierto a las tantas de la noche, intenta convencerle de que incluso los jugadores de la NBA necesitaban descansar de vez en cuando. Tienen entonces una conversación sobre la importancia de cumplir sueños y mantener a la vez los pies en la tierra. Una escena pequeña que humanizaba al protagonista de un producto desvergonzadamente comercial y que sirvió en su estreno como proyecto de vanidad para el propio Jordan, que regresaba a las canchas año y medio después de retirarse para jugar al béisbol (tal y como soñó su padre en vida), y como escaparate para el product placement de la Warner y asociados.

Con todo y con eso, Space Jam es considerada una de las películas más representativas de los años noventa (en clave nostalgia infantil). Y pese a su naturaleza videoclipera, no era más que un divertimento que se aferraba con inteligente firmeza a su premisa: Michael Jordan y los Looney Toons juegan un partido de baloncesto. Veinticinco años más tarde, la Warner regresa con Space Jam: Nuevas leyendas, sustituyendo a Jordan por Lebron James y buena parte de la animación tradicional por CGI.

La nueva Space Jam abre con un joven Lebron James siendo escarmentado por su entrenador tras fallar un tiro decisivo durante un partido de la liguilla infantil. Una época en la que al joven de Akron le preocupaba más la Nintendo que la pelota de basket. “El éxito no viene sin esfuerzo” y “Podrás ayudar a tu familia si te conviertes en un gran jugador”, frases del lapidario sermón que, tras un salto temporal al presente, dejan claro que fueron parte del detonante del estrellato del joven James. Le vemos entonces en su enorme mansión de Los Ángeles soltando el mismo sermón a su hijo Dom, cuyo desinterés hacia el baloncesto no hace más que crecer día tras día por culpa de las presiones de su padre.

Lebron James es presentado como un personaje antipático en primera instancia, casi antagonista si lo ponemos al lado del sonriente (pero derrotado) Michael Jordan de la Space Jam del ’96. Un protagonista curtido por una infancia humilde –y sin figura paterna– y que intenta inculcar a su familia la filosofía del “hombre hecho a sí mismo” de la que Estados Unidos tiende a hacer de bandera. Incapaz de conectar con su hijo (con todo el cliché que ello conlleva) y solo preocupado por el éxito deportivo, sin tener en cuenta sus otros posibles intereses (el desarrollo de videojuegos, en este caso). Hasta aquí, en toda su naíf hipocresía (y cobardía, pues el comentario social es no existente), la película todavía parece una película.

Space Jam 2. Revista Mutaciones

Es entonces cuando Lebron James y su hijo son absorbidos por un vórtice digital que los transporta a los servidores de la Warner Bros. Allí, el villano de la función reta a Lebron James a un partido de baloncesto y, de perderlo, la estrella de los Lakers quedará atrapado para siempre en el mundo digital. Vemos a Lebron caer a un no-espacio, y ante él van apareciendo todas las grandes propiedades de la Warner Bros. representadas como gigantescos planetas. Juego de Tronos, Harry Potter, DC y un largo y fatigoso etcétera. Como ya hicieron Ready Player One (2018, Steven Spielberg) o La LEGO película (2014, Phil Lord, Christopher Miller), ambas películas también propiedad de la Warner, la experiencia cinematográfica se torna en un parque de atracciones.

Franquicia tras franquicia, producto tras producto. La película cae en la cultura de lo reconocible, en la que el guiño y el golpe con el codo marcan el ritmo de un paseo por el ciberespacio de la propiedad intelectual. Un Lebron animado en dos dimensiones sonríe mientras estas marcas y personajes pasan por delante de sus ojos, y señala con el dedo como un niño que se acuerda de todo aquello que vio en su día en televisión o en la misma sala de cine (como también deberá hacer el espectador, piensa el comité que ensambló esta película).

Por accidente y para su demérito, la película crea un conflicto interesante con la llegada de Bugs Bunny. A excepción del conejo, todo el plantel de personajes de los Looney ha abandonado el Planeta Looney en busca de otros mundos (otras propiedades) más «jugosos» y actuales para el público que unos dibujos animados de la vieja escuela. Se trata del único personaje que se mantiene fiel a su estilo e identidad y, propone a Lebron “rescatar” al resto de sus viejos compañeros para ficharlos de cara al inminente partido de baloncesto. De forma inintencionada, la película se burla de sí misma y de su obvia carencia de alma, con los Looney Toons como boyas que flotan por sí mismas en un mar de cameos y extras disfrazados del Joker, Pennywise y el grupo de violadores de La naranja mecánica (para incredulidad de todos, imagino).

Para cerrar, una imagen para el recuerdo: los Looney Toons, que hasta entonces habían mantenido su forma bidimensional, observan con horror en el clímax de la película cómo uno por uno son transformados en personajes generados por ordenador, abandonando así su característica y caricaturesca expresividad por el fotorrealismo que busca y acostumbra el cine de animación contemporáneo. Un castigo no solo para ellos, sino para el espectador. Clara muestra de la inconsciencia (o desconocimiento) de una productora más deseosa de manufacturar un mercado transmedia para sus productos que una película como la Space Jam de Michael Jordan que, si bien no dejaba de ser otro spot, aprovechó su simpleza para ceñirse al entretenimiento bobo y reiterativo que lleva ofreciendo Bugs Bunny desde que Chuck Jones (al que es difícil no echar de menos) lo crease aquella vez que cogió el desvío a la izquierda en Albuquerque.


Space Jam: Nuevas leyendas (Space Jam: A New Legacy. Estados Unidos, 2021)

Dirección: Malcolm D. Lee / Guion: Sev Ohanian y Ryan Coogler/ Fotografía: Salvatore Totino/ Música: Kris Bowers / Reparto: LeBron James, Sonequa Martin-Green, Don Cheadle, Martin Klebba, Xosha Roquemore, Khris Davis, Katie McCabe y Anna Sofie Christensen

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