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SONIC, LA PELÍCULA

Gotta Go Fast

Sonic, la película

Ha sido difícil empezar peor que Sonic. La franquicia de Sega ha sido manoseada y desplazada por estudios desde 1993 hasta que Paramount se atrevió a dar el paso definitivo. El primer tráiler consiguió, en plena era de división, unificar a la humanidad bajo la misma idea: aquello era horroroso; el entrañable erizo parecía una parodia grotesca. Tras hacer control de daños, Paramount se desdijo rápidamente: el personaje sería rediseñado por completo. Esto generó un retraso de tres meses, un aumento del presupuesto y un escrutinio aún mayor de los fans, preocupados por un hipotético crunch en el estudio de efectos especiales. La productora volvió a calmar las aguas rápidamente. Durante ese tiempo la película se convirtió en un chiste constante y una profecía autocumplida. El último drama del culebrón ha sido el cierre de dicho estudio (Moving Picture Company), por motivos no esclarecidos pero la relación ya ha sido sugerida por muchos medios por aquello de hacer leña del árbol caído.

Y, por fin, ya está entre nosotros. Para atajar la cuestión después de esta cadena de despropósitos, ¿Sonic, la película (Jeff Fowler, 2020) es el desastre que se esperaba? No. Es una película operativa que, por suerte (o por desgracia), está muy lejos de desterrar el mítico desastre de Super Mario Bros. (Rocky Morton y Annabel Jankel, 1993). Lo único que tiene en común con aquella es que se parece al juego como un huevo a una castaña. Esto se debe a que en lugar de buscar un modo de adaptar su mundo al cine (un desafío, hay que reconocerlo) han optado por trasladar al personaje a nuestro planeta perdiendo gran parte de su identidad. Esto no será un problema para el público mayoritario, que es hacia el que el estudio quiere acercarse; específicamente a los niños. Industrialmente tiene sentido, pero, sencillamente, la película no tiene fuerza suficiente ni ingenio para interesar demasiado. El desarrollo es rutinario, los terrenos convencionales y la trama tan previsible que mata cualquier atisbo de suspense o sorpresa. No es solo que no tenga chispa, es que parece estar huyendo premeditadamente de cualquier riesgo, entregando exactamente lo que se presupone de un producto industrial para niños. Es decir, un personaje que ya es un generador de merchandising, una moralina fácil y las peripecias sin riesgo habituales.

Sonic, la película

La propuesta tiene un aire anticuado, casi noventero, en su excesiva preocupación por racionalizar la premisa. El productor ejecutivo, Tim Miller (conocido por ser director de Deadpool), insistió en que este siempre fue el único aproximamiento que contemplaron: Sonic debía ser anatómicamente humano y tenía que suceder en nuestro mundo; todo debía ser realista para ser creíble. Naturalmente, cualquier productor quiere que su película sea accesible, pero el resultado evidencia más una enorme falta de imaginación y un exceso de pereza y conservadurismo que una decisión ajustada al producto. Esta mentalidad rígida es la culpable de gran parte de los problemas. A este “mundo realista” le falta autoconsciencia y locura y genera demasiadas situaciones inconsistentes e inverosímiles. Esto es lo que hace a la película infantil, en el sentido más negativo. Todas las buenas películas de fantasía nos han enseñado que lo importante no es el realismo, es la verosimilitud. En este caso, el realismo solo acaba acentuando lo inverosímil de la aventura, que, en lugar de ser ingeniosa e imaginativa, se hunde con el peso de su cinismo autoimpuesto.

Jim Carrey es la única excepción a esta norma. El actor está en su salsa y sus excesos físicos consiguen dar entidad a Robotnik y destacarlo sobre el resto de personajes, que resultan insustanciales y sosos. La película consigue salir de lo insípido cuando Carrey hace el ganso o cuando Sonic consigue hacer funcionar algún chiste físico. El resto del tiempo, la trama coquetea con la buddy movie, la road movie y la comedia de acción haciendo el viaje moderadamente entretenido en ocasiones. Pero al final todo parece un parche para evitar que nos fijemos en que lo único que ha pasado en cien minutos es que han presentado al héroe y al villano. El resto parece un largo preludio hasta que el final anuncia la secuela, introduciendo los elementos que deberían haber desarrollados aquí. Veremos.

Jim Carrey en Sonic

Con todo, uno no puede más que plantearse que el asunto ha acabado lo mejor posible. Sonic funciona como divertimento inocuo y, probablemente, lo hará mejor para los niños, más abiertos a entregarse con facilidad. Teniendo en cuenta los pronósticos se puede considerar un final feliz. En cuanto a la taquilla, el tiempo dirá, pero si funciona puede marcar un precedente interesante.

Paramount no midió a tiempo sus decisiones, pero sí las reacciones que han provocado. Esta película parece haberse rodado en internet, donde el público se ha impuesto a las decisiones de inversores y creativos. No hay precedente de un estudio modificando por completo a su protagonista digital antes del estreno. Los cambios motivados por estudios de mercado o pases previos son comunes, pero es llamativo lo público que ha sido este proceso de alteración. Cats (Tom Hooper, 2019) o Aves de presa (Cathy Yan, 2020) ya han puesto en práctica este modelo de rescate tras sus estrenos, pero este caso va más allá. Acerca la película a, irónicamente, un videojuego, dando la opción al público de modificarla con antelación y supeditar el criterio de los creadores a la aprobación popular. ¿Se convertirá Sonic, la película en una rara avis o será recordada como una de las pioneras de este modelo? Probablemente no, pero si así fuese, al menos habría algo por lo que recordarla.


Sonic, la película (EEUU-Canadá-Japón, 2020)

Dirección: Jeff Fowler / Guion: Patrick Casey y Josh Miller / Producción: Neal H. Moritz, Toru Nakahara y Takeshi Ito / Música: Tom Holkenborg / Fotografía: Stephen F. Windon / Montaje: Debra Neil-Fisher y Stacey Schroeder / Reparto: Ben Schwartz, James Marsden, Jim Carrey, Neal McDonough, Tika Sumpter, Adam Pally, Leanne Lapp, Shannon Chan-Kent…

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